En una ocasión critiqué por Twitter a Isabel Díaz Ayuso, era una tontería mía, y sin embargo ella respondió al instante de manera firme; eso me agradó. Al punto me dije, aquí sí hay. Desde entonces sigo entusiasta sus intervenciones y acciones.
La actuación de Díaz Ayuso este 10 de marzo ha sido magistral. El riesgo y la valentía, la firmeza y la razón, la han asistido. Su rostro y sus palabras desde hace un tiempo saltaron al nivel internacional, cosa que ocurre poco con los políticos españoles desde Zapatero para acá. Ayuso se ha puesto y ha puesto el listón alto, está preparada y no teme. Es una política sabia, y eso no abunda en ninguna parte. Aquí, en Francia por ejemplo, Marine Le Pen no puede ser más energúmena, su sobrina Marion Maréchal-Le Pen ya es otra cosa. Pero la Marine, en fin, con sus recientes expresiones sobre la independencia de Cataluña ha demostrado lo que es, y lo que son los que ella defiende en este caso.
No sé si Cuba necesita ahora mismo políticos como Isabel Díaz Ayuso, no sé si los cubanos sabrían apreciarla; el nivel de apreciación político de los cubanos ha bajado al de la movedera de trasero con reguetón de fondo. Veo poco probable que Ayuso sepa remenear su fambeco poniéndolo a la bajeza del ritmo y la cháchara de marras; pero lo que es poner a funcionar el cerebro a un compás inigualable, ahí no le gana nadie.
Si Ayuso hubiera vivido en Cuba bajo el castrismo es muy probable que hubiera corrido la suerte de la corajuda presa política Gloria Argudín. Por suerte al no nacer allá se libró de aquella desgracia, y aunque Gloria Argudín sigue viva para contarlo, al parecer a nadie le importa, ningún mural promovido por la ministra de Igualdá y sus neofeministas tendrá el rostro de la patriota camagüeyana.
En cambio, como hemos sabido, la cara de Rigoberta Menchú sí. Menchú es otra mentirosa probada, porque todo lo que le contó a Elizabeth Burgos para el libro que premiaron con el Casa de las Américas en Cuba no era más que cuento de camino. Además, le regalaron el Nobel de la Paz… Pues, mientras que el caretón de la Menchú no puede faltar en un mural progre, el rostro de Argudín poca gente lo conoce. Averigüen sobre Gloria Argudín, lean, ya verán de quién les hablo.
Martí escribió el siguiente pensamiento:
Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro.
Aplica lo mismo para Gloria Argudín que para Isabel Díaz Ayuso. Me atrevería a agregar que ambas merecen el Premio Nobel de la Paz. Pero una cosa es merecerlo y otra que se lo den; a fin de cuenta han actuado por la verdad, con la verdad y por la libertad, no son premisas que validen esa distinción.
La prensa internacional europea sigue ignorando a Gloria Argudín, sin embargo, menos mal, el rostro de Ayuso copa las portadas: “La derecha tiene nombre de mujer en España: Ayuso”. Muy merecido.
Ayuso dimitió y llamó a elecciones para el 4 de mayo, vaticino que, si no trafucan las boletas, ganará; no, lo siguiente: arrasará. Ayuso arrasará, pero su partido va para atrás que pita. Toca hoy a una mujer echarse al hombro a todos esos líderes cuya indecisión está costándole al conservadurismo español muchísimo más que el liderazgo, la pura existencia.
Nunca celebro el Día Internacional de la Mujer, es una fecha comunista, no celebro fechas comunistas. Pero a partir de hoy celebraré el 10 de marzo como el día de dos mujeres. Como podrán comprender, esas mujeres se llaman Isabel Díaz Ayuso y Gloria Argudín (5 de diciembre de 1935). La primera es de la estirpe de la segunda. Ambas me representan.