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Zoé Valdés

Anciana vestida de rojo

¿En qué estaría pensando la anciana vestida con la cara del Che? ¿Cuántos trabajos en el campo no se habrá zumbado? ¿Dónde vivirá?

Durante la visita de John Kerry a La Habana para el izamiento de la bandera estadounidense en la embajada norteamericana, una multitud de personas se agolpó en los alrededores donde se celebró la ceremonia. Me llamó la atención la gran cantidad de personas vestidas con la insignia de la bandera del que otrora –hasta hace muy poco– fuera el enemigo. Bandera repudiada durante más de cincuenta años y que ahora se elevaría en el cielo tisú, como dice el bolero. Entre toda esa gente que cambió de palo pa rumba en un pestañear, se hallaba una señora, anciana, en los huesos, vestida con un pulóver largo con la imagen del Che en el centro, el pulóver era rojo, como en los tiempos de los soviéticos. La señora enarbolaba una pequeña bandera cubana que hacía ondear de un lado a otro de manera automática. La foto fue publicada por varios medios, pero ahora resulta que yo no la encuentro.

El caso es que me llamó poderosamente la atención esa señora, varada en medio de tanta gente fiestera, y ella muy seria, en su invariable posición, como recordando tiempos pasados. Sí, porque era la viva imagen de un pasado destartalado. Parecía que toda su juventud se hubiese ido en ondear banderitas de papel, a cuanto discurso y a cuanta tribuna la obligaron a asistir. Y ahora volvía a estar presente, como la que más, aunque su imagen era discordante con el resto. Su imagen apelaba a la época de un comunismo puro y duro, a la época de la invasión bola (durante treinta años). Su figura era casi una silueta nostálgica, resignada a esperar lo que vendrá, que no será muy diferente de lo que se fue. Pero ella allí, resistiendo bajo el sol, con esa única imagen del Che que vi entre la multitud, batida por el viento, cubriendo su flaquencia.

Puedo imaginar que se trata de una militante, de una vieja militante, no muy contenta con ese deshielo de las relaciones entre el antiguo enemigo y el régimen. Puedo incluso hasta creer que esa señora se había estacionado ahí para recordar tanta palabrería barata que se ha dicho en ese mismo escenario. Es la única imagen de lo que ya hace algún tiempo dejó de existir. Sujeta con sus manos nervudas sus cabellos mal peinados, no sonríe, es la única que no sonríe. En su rostro contiene una mueca de repugnancia.

¿En qué estaría pensando la anciana vestida con la cara del Che? ¿Cuántos trabajos en el campo no se habrá zumbado? ¿Dónde vivirá? ¿En qué solar desvencijado, sin agua y sin electricidad habrá aguantado lo humano y lo divino? ¿A cuántas reuniones del CDR (Comité de Defensa de la Revolución) habrá asistido? ¿A cuántas guardias del Comité y a reuniones de la FMC (Federación de Mujeres Cubanas) habrá faltado? Probablemente a ninguna.

Lo cierto es que ahí estaba otra vez la anciana comunista, esperando hasta la victoria siempre, pero esta vez lo que menos se podía esperar es que ella fuera la única en acordarse del pasado "rrrrrrrrrrevolucionario", así tan mal vestida para la ocasión.

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