Los españoles volvemos a comer directamente del tupperware mientras Manuel Chaves regresa a sus clases. Se llama "reparto del sacrificio" y la tajada gorda recae en los chicos de la Facultad de Derecho de Córdoba a los que don Manuel enseñará Derecho del Trabajo. El manual de don Manuel será cosa digna de empollarse. Abrid por la página uno: "Hubo una civilización del trabajo que se extinguió hacia el año 1982 de nuestra era, reemplazada por la sociedad del paro, el subsidio, el trinque y ...". Don Manuel, ¿qué significa "trabajo"? Una maldición abolida por el socialismo. Y así, en este plan, las clases magistrales del viejuno profesor.
Dice Jordi Llovet en sus deliciosas memorias, Adiós a la universidad (Galaxia Gutenberg, 2011), que las universidades se han convertido "en algo de tan escasa altura intelectual como una escuela de idiomas o de manualidades"; nada que el regreso a las aulas de don Manuel no haga añorar. Su manual de Derecho del Trabajo, de lectura obligatoria, empieza en los contratos basura del Plan de Empleo Juvenil de 1988 y culmina con los EREs trincones de la Junta de Andalucía, con un apéndice práctico de cinco millones de parados.
Ahora se llevan los estadistas sentimentales y vulnerables. En el documental Yo, Putin, emitido este lunes por la televisión alemana, macho man juega al hockey en una pista de hielo vacía, de noche, solatera, meditabundo total con su stick, su casco, sus patines y sus hombreras. Y en el Bundestag, el ministro de Finanzas ha sido pillado haciendo el sudoku del Frankfurter Allgemeine Zeitung -cómo me gusta decir Frankfurter Allgemeine Zeitung- , en pleno debate para aflojar otros 130.000 millones a Grecia. La idea es que los líderes son tipos y tipas de lo más normal, que hacen cosas normales, como jugar solos al hockey sobre hielo o rellenar el sudoku del Frankfurter Allgemeine Zeitung -¡subidón!-.
El ideal pitagórico del gobernante como un "hombre divino" ha muerto. Su sepulcro es el regreso del señor Chaves al aulario. Su tesis doctoral, orgullo de su padre, coronel franquista, de su madre, delegada de la Sección Femenina, y de su director, el emérito expresidente del Tribunal Constitucional Miguel Rodríguez Piñero, se tituló en 1973 El accidente de trabajo por acto de tercero, y comienza así: "La existencia del daño es tan antigua como la humanidad. El daño ha existido desde el comienzo de la vida humana y el hombre ha tenido que buscar su reparación". De la actualidad de los daños humanos y materiales, huelga hablar a la generación que ha padecido el socialismo. Pero el título de la monografía ha envejecido mal y necesita una leve inversión en la España de 2012. Donde dice "El accidente de trabajo", debe poner "El trabajo como accidente".