A partir de hoy, Andalucía debería cambiar su nombre a PSOElandia. Con una tasa de paro del 33 por ciento como síntoma de una gestión económica desastrosa y en un contexto de derrumbe de las opciones políticas de izquierda, sin embargo en Andalucía la victoria pírrica del Partido Popular sólo ha significado una recomposición de la fuerza del Frente Popular, la suma del PSOE e IU que juntos conforman una más que suficiente mayoría absoluta.
Decía el filósofo socialdemócrata más detestado por los izquierdistas, Karl Popper, que el criterio de demarcación entre una democracia y una dictadura consiste en que en la primera se puede cambiar al gobierno sin derramamiento de sangre. Sin embargo, sostiene Vargas Llosa, el desertor de la izquierda más detestado por los izquierdosos, que sería posible la existencia de una "dictadura perfecta", es decir, aquel sistema político que bajo la apariencia de permitir de iure el cambio de partido en el poder, de facto lo impidiera.
Ponía el ejemplo de México, donde el Partido Revolucionario Institucional habría conseguido identificarse de tal modo con el régimen político que la sociedad civil mexicana y el aparato partidista priísta llegaron a una sutil fusión de intereses que ocasionó una letal confusión ideológica: lo que es bueno para el partido también lo es para el país y viceversa.
Desde fuera de Andalucía puede resultar chocante que a pesar del desastre económico y social en la que está sumida la comunidad los andaluces hayan optado por más de los mismo, si acaso acentuado con un giro a la izquierda en beneficio de IU. Pero el caso es que los señoritos dirigentes del PP siguen refugiados en sus casinos de pueblo y sus clubes de ciudad, incapaces de hacer llegar su mensaje a los colegios, los institutos, las universidades, donde los estudiantes más que enseñados son adoctrinados, más que instruidos son formados en una sensibilidad política de izquierdas. De hecho, incluso el PP parece en determinados campos un partido de izquierdas abonándose, por ejemplo, a las tesis “de género” e incapaz, por esa mezcla de pereza y desprecio hacia lo intelectual que caracteriza a la derecha andaluza, de crear una alternativa conceptual seria y estructurada a la que ha creado la izquierda.
Por otra parte, claro está, se encuentra la red clientelar de intereses creados que el PSOE ha ido organizando durante treinta años ininterrumpidos en el poder (el poder absoluto corrompe absolutamente; el poder eterno corrompe eternamente). Unos intereses que, además, tienen la ventaja de ser financiados por otros, mediante subvenciones y emisión de deuda, lo que impide a los andaluces darse cuenta de que el colchón de bienestar que les facilita la administración socialista no es más que un colchón de agua que más temprano que tarde terminará por pinchar. Y entonces el tsunami nos arrastrará a todos.
El Sr. Navajas es profesor de Filosofía, autor de Manual de Filosofía en la pequeña pantalla (Berenice, 2011) y crítico literario y de cine de Libertad Digital. Sígalo en Twitter: @santiagonavajas