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Santiago Navajas

Apología de la testosterona

Necesitamos más protagonistas testosterónicos que dirijan su fortaleza y agresividad contra el mal y la opresión.

Necesitamos más protagonistas testosterónicos que dirijan su fortaleza y agresividad contra el mal y la opresión.
El secretario general del PP, Teodoro García Egea. | Europa Press

En apenas un día Jordi Évole y Cayetana Álvarez de Toledo han usado el mismo adjetivo denigratorio: "testosterónico". El periodista de La Sexta publica un tuit:

Por su parte, la parlamentaria del PP concede una entrevista a El Mundo en la que acusa al secretario general del partido, Teodoro García Egea, de ejercer un mando testosterónico y perjudicar a Casado: "Hace bullying".

Lo de usar testosterónico como sinónimo de agresividad bruta con aroma a Varón Dandy es propio del feminismo de izquierdas, que trata de negativizar todo lo que tenga que ver con los hombres y a lo que ellos se asocia. Ana Pardo de Vera, periodista de Público, califica a Félix de Azúa de testosterónico como sinónimo de otro insulto antes de moda, "machirulo". Gabriel Rufián se viste de humildad franciscana para reivindicar una política "algo menos testosterónica". Y el último James Bond interpretado por Daniel Craig es aplaudido por la crítica progresista por mostrarse mucho menos chulo y soberbio –en suma, testosterónico– de lo habitual. Incluso Clint Eastwood parece amagar con un bajón de testosterona en su última película, aunque a pesar del título –Cry, Macho– los protagonistas son un gallo de pelea y un chaval que no se arredran ante narcos, policías o su mexicana madre. Para rematar el cuadro, Melvin Konner es un neurocientífico que profetiza el final de la supremacía masculina debido a la presunta superioridad biológica femenina. De hecho, sostiene, los hombres no serán necesarios para la reproducción debido a los avances técnicos en ingeniería de gestación. El fin de la testosterona, en suma.

Se extiende llamar "testosterónico" a un macho alfa, alguien más pendiente de marcar territorio agresivamente que de encontrar soluciones racionales. Sin embargo, cada vez más mujeres dicen "me suda la polla" y "hasta los cojones" como muestra del cacareado empoderamiento. Pese al flower power, parece que el siglo XXI será testosterónico.

Creo que hace falta ser mínimamente testosterónico para soportar la presión y enfrentar las agresiones de los linchamientos populares, estatales y mediáticos que se producen todos los días. Si hubiera más testosterona, habría menos abusos y menos servidumbre voluntaria. El problema no es la testosterona y la agresividad a ella vinculada, sino saber encauzar ésta adecuadamente hacia los malvados idiotas, cuyo problema no es que les sobre testosterona sino que les faltan neuronas. Ojalá hubiese, por ejemplo, más testosterónicos Gustavos Buenos y menos adiposos filósofos apesebrados.

Esto vale tanto para hombres como para mujeres. A Macarena Olona le suelen recriminar que recurra a un lenguaje corporal testosterónico y agresivo propio del "macho dominante" para exponer sus ideas. Las mujeres se ven especialmente atacadas cuando muestran un comportamiento firme y contundente, testosterónico, en lugar del manso, delicado y floral que se supone les corresponde por su sexo. Menos nenúfares, más cactus; menos melifluas mosquitas muertas, más supermujeres nietzscheanas.

Nadie más testosterónico que Antígona, la heroína de Sófocles que se enfrentó al no menos testosterónico Creonte. Aquello terminó en tragedia porque no se hizo caso a los dialogantes Ismene y Hemón. Mal paso para Antígona, pero paso de gigante para la conquista de la conciencia. Me alegra que los ingenieros españoles hayan empleado una perspectiva testosterónica a la hora de bautizar Miura al primer cohete 100% español en ser enviado al espacio exterior. Y si hubiesen empleado el logotipo del testosterónico toro de Osborne, mejor. También han resultado ser testosterónicos los jueces que se han atrevido a condenar a Pablo Echenique por difamación. Hace falta tener mucha testosterona para aguantar la presión de Podemos. La extrema izquierda sale a condena por agresión física o verbal casi cada semana: testosterona mal dirigida.

Necesitamos más protagonistas testosterónicos que dirijan su fortaleza y agresividad contra el mal y la opresión. Al igual que Gustavo Bueno, también Federico Jiménez Losantos y Arcadi Espada se caracterizan por su testosterónico carácter, que les hace inmunes a los que avisan silencio y amenazan miedo. O la mismísima Cayetana Álvarez de Toledo, testosterónica Antígona parlamentaria contra el rebaño del valium y las manadas de la conformidad.

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