El análisis de lo ocurrido en las elecciones al Parlamento Vasco no puede pasar por alto ni el proceso de rendición ante la ETA iniciado por Zapatero ni la incomparecencia del Estado -cuya rendición encabeza el TC- en el combate contra las marcas políticas de la organización terrorista. Con la ETA relegalizada y con el mensaje confuso, desdibujado e incluso esquizofrénico de los partidos nacionales en el País Vasco no podíamos esperar nada mejor.
El bloque separatista no ha desaprovechado la debilidad del bloque español y la desmovilización de su atónito electorado, arrollando sin compasión al PSE y al PP en una victoria histórica que tendrá como consecuencia la peor de las ofensivas del nacionalismo vasco que, de la mano de la del separatismo catalán, se puede convertir en letal para la realidad histórica de España, para su unidad nacional y su proyecto común.
El actual PP, con 10 escaños, y en la cuarta posición, a gran distancia del PP de María San Gil (15 escaños) -también entonces concurría la formación batasuna- y a años luz del PP de Mayor Oreja (19 escaños) que llevó a los populares vascos a ser la segunda opción política de los ciudadanos, se ha convertido en una fuerza impotente en el Parlamento Vasco. Los 326.933 votos de Jaime Mayor parecen un sueño, y sus 19 escaños, inalcanzables. De dominar en Alava a perderla con estruendo precipitándose a la cuarta posición en una pérdida dramática sin paliativo alguno.
No vale la excusa del desgaste del Gobierno de Rajoy cuando el PP ha triunfado con contundencia en Galicia. El discurso del PP vasco es enteramente responsable de esta debacle, ayudada por el miedo a Bildu, que ha conducido a muchos votantes populares a elegir equivocadamente el aparente mal menor que representaría el PNV. La rectificación desesperada mentando la unidad de España cada dos por tres ha carecido de crédito y no ha tenido efecto.
El torpe y acomplejado orgullo de proclamar en cada entrevista que dirigían un PP "más cercano a la sociedad vasca" nos ha llevado a ser abrumadoramente abandonados por los votantes vascos.
Yo acuso a los actuales dirigentes del autodenominado "PP pop" de haber tirado por la borda un capital político histórico; el del prestigio del PP del País Vasco y la mejor seña de identidad del PP de España. No viene a cuento ni hay espacio para reproducir aquí ni sus errores estratégicos, ni sus declaraciones incomprensibles, ni los gestos horrendos que han irritado y desmovilizado a los votantes mas fieles. Pero, a falta de ello, yo acuso a este irreconocible PP vasco y a sus dirigentes de ser enteramente responsables de tan tremenda derrota en una batalla que puede ser definitiva para España. Si queda un ápice de patriotismo, y la ceguera aparatchik permite una rendija de luminoso raciocinio, hoy ha llegado el día de asumir responsabilidades y empezar de nuevo.
Santiago Abascal es exparlamentario vasco del PP.
Artículo publicado también en La Gaceta