Hay que retroceder varias décadas para encontrar un año político tan importante como este 2019 que ahora comienza. La compleja situación dentro y fuera de nuestras fronteras, en todos los ámbitos, va a exigir de los representantes públicos y de nuestras instituciones esa altura política que se reserva para los grandes momentos históricos, y que hacen (o deshacen) a las grandes naciones. No es exageración ni grandilocuencia: a la compleja situación internacional, la presión migratoria y unas decisivas elecciones europeas, sumamos en España la amenaza golpista que pone en peligro la convivencia y que ha encontrado complicidad en buena parte de la izquierda e incluso entre socios europeos. Y aunque ahora toque hablar de Andalucía, desde VOX entendemos que lo que afecta a cualquier región española afecta a todos los españoles, y que demasiado tiempo hemos sufrido una forma irresponsable, ruin y egoísta de hacer política autonómica sin entender ni atender al interés nacional.
VOX se presentó a las elecciones andaluzas cuando todos creían que era poco menos que un suicidio político y ha obtenido unos resultados que nadie creía posibles. Lo hizo bajo el lema "Andalucía por España", y con esa misma perspectiva afrontamos ahora la difícil tarea de contribuir a desalojar al socialismo de unos despachos enfangados de corrupción, desde los que se ha conseguido poner a los andaluces a la cola de toda Europa. Digo "difícil tarea de contribuir", porque así, muy difícil, lo están poniendo quienes debieran colaborar en construir una alternativa sensata. Desde la misma noche del 2 de diciembre dejamos claro que VOX no sería obstáculo para el cambio necesario. Algunos se tomaron aquellas declaraciones como un cheque en blanco que utilizaron para insultar, menospreciar y amenazar a nuestra formación y, con ello, a 400.000 andaluces. Lo esperábamos de la izquierda comunista, pero sí es verdad que nos sorprendió algo el seguidismo que la mayoría de partidos y medios hizo de la "alerta antifascista" decretada por el señor de la dacha de Galapagar. Hasta ahora mismo contemplamos como periodistas de todos los medios y políticos de todos los partidos siguen muy obedientes las consignas de Pablo Iglesias, demonizando unas ideas simplemente porque no las comparten. Da igual que el tema sea nuestra posición contra la inmigración ilegal o contra las leyes liberticidas de género o de memoria histórica.
Ataques desproporcionados y algo histéricos que, repito, se ven en todos los medios, y en todos los partidos. Sin excepción. Es conveniente tenerlo claro para saber hasta qué punto la progresía de izquierda y derecha, tan indulgente siempre con el comunismo del molotov, ha podrido estructuras e instituciones en nuestro país.
De cualquier manera, si pensaban que con su bilis y sus manipulaciones iban a amedrentarnos, se ve que no nos conocen. Y menos a nuestros votantes, que son los más valientes de España, y que nos dieron su confianza cuando todos les decían que era tirar el voto. Están locos quienes piensen que vamos a traicionarles. A los pocos días ya avisamos de que el hecho de no ser obstáculo para el cambio no significaba que fuéramos la alfombrilla donde los nuevos caciques del cortijo vinieran a limpiarse las botas.
Veamos cómo están las cosas en este momento. El PP y Cs han firmado un acuerdo de 90 puntos, aunque me dicen que en realidad es de 89, porque se han saltado un número. Quizá esta pequeña dificultad para las matemáticas ha hecho que los dirigentes de Ciudadanos pensaran que con sus votos era suficiente para repartirse las consejerías. O quizá es que anhelaban, desde el principio, (muy obedientes a los dictados de Manuel Valls y de su vocación de Pepe Botella) que los votos que les faltan se los acabaría dando la izquierda.
Sean las que sean las órdenes y maniobras oscuras que alienten sus actos, el caso es que el partido naranja camaleón parece huir de una foto con los representantes de VOX, aunque Albert Rivera las tenga con Puigdemont y Pablo Iglesias. Me parece muy bien, cada uno se retrata cómo y con quien quiere.
La foto que quiere VOX es la del cambio político en Andalucía. Por España. Porque desde el sur de nuestra patria se vayan abriendo ventanas que ventilen la atmósfera corrupta y por las que entren nuevos aires de libertad para todos los españoles, sin importar en qué provincia nacieron, donde trabajen o a qué sexo pertenezcan. Para ello, el próximo martes nos sentaremos con representantes del Partido Popular con propuestas coherentes con nuestro programa pero lo más constructivas posibles, con el objetivo de alcanzar un acuerdo por escrito, público y transparente. Estamos seguros de que nuestras propuestas, nacidas en el más puro sentido común, serán compartidas por una inmensa mayoría de andaluces, independientemente del partido al que hayan votado. Porque serán propuestas para devolver libertad, recursos, protección y dignidad a los españoles que viven en Andalucía. Por supuesto, la propaganda, la manipulación y la histeria arreciará entre quienes ven peligrar el chiringuito desde el que han saqueado esa comunidad durante décadas. Estoy convencido de que harán todo lo posible por dinamitar un acuerdo de cambio.
Nosotros, sin embargo, querremos estar a la altura política que requieren los grandes momentos históricos. España, que es una gran nación, no se merece otra cosa.