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Llega Inés, la chica de Mafo

Inés Alberdi, la tercera, o la cuarta, vía para la Asamblea de Madrid. Inés Alberdi, la chica con futuro, que ahora lo es –mi chica, así se refieren los progres a su cónyuge, aunque lo sea de derecho– de Mafo, el hermano de Paco, el llorado Paco, mentor que fuera de Balbás cuando éste era una enfant terrible con olfato, un especialista en revolver los ríos en los que se metía a pescar. Es materia de confidencial, pero ABC, –que también tiene su vena intrépida, siempre la ha tenido y más la tuvo con Anson, famoso por su cóctel político-institucional-cultural-deportivo-erótico-festivo insuperable, que, justo es reconocerlo, ha creado escuela– la saca a portada: El PP sospecha que el PSOE negocia retirar a Simancas para investir a Inés Alberdi. Al elevar a noticia más destacada del día lo que no pasa de un rumor, la anécdota se convierte en categoría y todas las miradas –Simancas al Senado– se dirijen a Inés, la chica de Mafo, aunque al final se quede en escalón dialéctico para llegar finalmente a otro de síntesis que supere, acaso por lo que llaman prestigio, las contradicciones.

¿Y la FSM? Vaya usted a saber, muchos de los apartchik, por instinto y por principio no están dispuestos a renunciar ni a un palmo de sus parcelas en la base, las que compartieron durante tanto tiempo con los balbases, pero tienen miedo de que, si empieza a salir la basura lastrada del fondo, aparezcan también otros restos putrefactos, pero identificables por los forenses. Al final, en política como en la vida, el mal menor.

Dice El confidencial digital que Aznar y Lula visualizaron públicamente una especie de "amor a primera vista" y nos echamos la mano a la cartera. El brasileño tiene peligro porque ha quedado patente que inspira los mejores sentimientos. Ocurre en cierto modo con él como con la joven protagonista de una novela imaginaria, con tanta vitalidad como atractivo y escasos recursos, que durante algún tiempo parece capaz de conjugar el disfrute de los placeres de la vida con las aspiraciones de consolidar una posición casándose con un buen partido. Todos, de izquierda a derecha, le mandan mensajes de amor y él parece dispuesto a no negárselo a nadie, pero ya veremos qué ocurre cuando llegue la hora de las decisiones, de las incompatibilidades. De momento, su pasión se manifiesta por Castro y Chávez, el Foro de Sao Paulo y los sin tierra. Rodríguez Braun explica bien su caso y lo une con el de Kichner –quien, desde luego, no inspira ninguna simpatía ni esperanza– en una tercera de ABC: Lula y Kirchner en España. Lo dicho, cuidado con la cartera, que las efusiones eróticas de los gobernantes las acaba pagando el contribuyente. Hacienda somos todos, pero sólo gastan unos pocos.

A Antonio Casado le ha dado trascendente, le ocurre de tanto en tanto, y, ambicioso, se cocina una calderada en en El confidencial con carne y despojos de churras y merinas: Sardá, la telebasura, la política basura y la ola de banalización que nos invade. El guiso resulta poco comestible, pero, es de destacar la buena voluntad con la que afronta sus tribulaciones. A su lado, Jesús Cacho medita con amargura sobre la edificante decisión del Constitucional que beneficia a los Albertos. Que nos lo expliquen.

Tampoco entenedimos, como dejamos dicho al comentarlo cuando lo adelantó Hispanidad, el interés de Recoletos por las Estrellas. Ayer se consumó, al parecer, y todavía lo entendemos menos. Dicen que han comprado el 10%, pero sólo de la de papel. Ni se sabe cuánto, ni quiénes son el resto de los accionistas, ni cómo con ese parco desembolso se nombra consejero delegado. Lo trata con alguna extensión, aunque, a falta de mejor explicación, lo achaca a los padrinos, El Semanal Digital: Pablo Sebastián logró el apoyo de Recoletos a La estrella. A ver cómo se lo cuenta Recoletos a sus accionistas. Mientras sigan los diarios volcados, gastando lo que no está escrito, en la oferta del fin de semana, los semanarios de información general son una hipótesis, un nicho comercial más seco que la mojama, una topera en una glaciación. La digital da con laconismo la nota oficial haciendo hincapié en que “Recoletos y La Estrella no descartan incrementar la colaboración y la implicación accionarial en un futuro próximo. De hecho, destacados representantes de los medios de Recoletos se incorporarán en breve plazo al Consejo Editorial”. Pues habrá más consejeros que redactores, apostilla el malvado.

El titular del Juzgado de primera Instancia de Madrid nº 13 no ha admitido a trámite la demanda que la ONCE le había puesto a la revista Capital por la serie de reportajes en los que esta revista ponía de manifiesto el, llamémoslo así, lado oscuro del cupón, por el que, con demasiada frecuencia, a la casa le tocaba el cuponazo. La organización de ciegos pedía 600.000 euros y van a tener que pagar las costas. Lo cuentan El Confidencial y El Semanal Digital y quien tenga tiempo y ganas se puede entretener comprobando cómo la pegadiza canción del verano –hay que reconocer el talento donde aparece– modula la sensibilidad de los diversos medios hacia ciertas noticias.

Cuenta La Gaceta: El PSOE prescinde de Sebastián para su programa económico. El prescindido fue director de estudios del BBVA y desde febrero andaba montado un grupo de 30 economistas llamado 2004, una especie de think tank económico al servicio de Zapatero. El lunes, un miembro de la ejecutiva de PSOE, lo llama y le dice sin muchas más explicaciones que de lo dicho nada, que no puede ser. Sebastián, Miguel, está decepcionado.

Raúl del Pozo está obligado a hacer algún día el retrato que Miguel Ángel Aguilar se merece. Sólo el autor de Ciudad levítica podría aproximarnos algo a su enigma. Cuando habla o escribe como periodista, Aguilar destila, con mucho desparpajo, un sectarismo de una acidez desmesurada –según un amigo, “dice lo primero que se le ocurre, y no siempre lo piensa luego”. Como hombre de negocios –aunque sean moderadamente lucrativos–, Miguel Ángel es un tipo eficaz a su manera, mucho rollo, mucha simpatía, mucho caos. Entre una cosa y otra lleva años montado en su piragua sobre los rápidos parapúblicos, demostrando una endiablada habilidad para captar recursos y organizar saraos de todo tipo. Uno de sus chiringuitos, la Asociación de Periodistas Europeos –tiene varios, otro es la Fundación Carlos de Haes– ha dado en premiar a uno de sus jefes de Prisa, Iñaki Gabilondo, con el premio Francisco Cerecedo, dotado con 24.000 euros, en su vigésima edición. El elogio del agraciado que se hace en el acta es tan desmedido que, sonrojos aparte, ha desencadenado todo tipo de rumores sobre Gabilondo y su circunstancia.


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