El diario La Razón, que celebró recientemente su quinto aniversario, cultiva, como es sabido, la portada como presunto señuelo en el quiosco. Para llamar la atención se sirve de un estilo enfático, próximo al cartelismo de agitación y propaganda. Es una técnica arriesgada. Prueba de ello, la que elaboraron la semana pasada, en la que decía que el César Bush se había aparecido en carne mortal o algo así, digna de pasar a los anales del disparate, que refleja bien su postura editorial en este asunto, de poco sutil inconsecuencia, independencia dirán ellos.
La de hoy supera con mucho lo logrado, aunque acaso lo que ocurre es que se trata de una acción de marketing para ofrecernos, en sustitución del patinete motorizado, una portada de antología a la semana. Son correctas, previsibles, las cuatro quintas partes de la portada, las que ocupan la cabecera, las fotos de los féretros de los españoles asesinados en Irak a su llegada a Torrejón y una cita de las palabras oficiales de Aznar: “Estamos donde tenemos que estar y la retirada es el peor de los caminos”. Sin embargo, la alarma se dispara en el faldón inferior, tres cuartos del cual –el resto es el anuncio de un banco– están dedicados a destacar una entrevista con alguien a quien presentan como un miembro del comando asesino, de cuyas declaraciones destacan: “Los hemos matado por invadir nuestro país”. Lo han identificado por llevar un pasaporte de una de las víctimas y de sus palabras se destaca su declaración de amor a Sadam, porque con él no había inseguridad. En su conjunto, la portada antológica es una variante extremista de la equidistancia, tan denostada por este periódico en otras latitudes más cercanas, por lo que cabe deducir que no creen que se trate de un caso de terrorismo, sino de legítima defensa o de noble resistencia. Pero, ¿hay algún modo de explicar algo tan anómalo, tan negativo, tan insufrible como poner de pie a la foto de los ferétros de los españoles asesinados los argumentos de los asesinos?
Si insisten en leer la entrevista, tendrán que hacerlo en papel, pues la versión digital de este periódico ha salido hoy un poco mareada. Acierta Zapatero, titula Anson su canela. ¿Se lo imaginan? En efecto, lo felicita por coincidir con él y haber llevado al “programa electoral del PSOE la reforma del Título II de la Constitución para erradicar la discriminación de la mujer por razón de sexo en la sucesión a la Corona, en el acceso a la Jefatura del Estado.” Reprocha al PP no haberse adelantado a los socialistas.
En La Gaceta de los negocios sobresalen las declaraciones de Fernando Castelló, actual secretario de Estado para la Seguridad Social, donde nos habla de ese gran hallazgo lingüístico que es la contributividad. "Ahora, las pensiones están aseguradas más allá del año 2015". Los lectores de buena fe se preguntarán cuándo habían estado en peligro y si así fue por qué nadie dio la voz de alarma. Pero el señor Castelló no se arriesga a precisar cuántos años más allá del 15 funcionará todavía el sistema. Dependerá de lo que hagan los próximos gobiernos. Está fino cuando le plantean la posibilidad de “aumentar los años cotizados para poder tener acceso a una pensión y así garantizar a más largo plazo las pensiones” y dice: “Cuando el Pacto de Toledo habla de contributividad se dice que hay que continuar en la misma línea que se ha estado trabajando en los últimos años. Es importante y en esa misma línea habrá que buscar un acuerdo de todos para seguir profundizando en el compromiso de contributividad.” Es decir, que lo seguirán intentando, para conseguir lo que otros países europeos han hecho ya. Le llaman contributividad, es bastante razonable, pero no se ponen de acuerdo para introducirlo.
Un observación meramente aritmética: las cinco primeras notas del Confi de Diario directo se refieren a asuntos vascos mayormente intrascendentes: anécdotas del parlamento local, los condones de Madrazo, la pugna Eguibar-Imaz, robo en el coche de un alto cargo. Quizá se deba a que su proveedor vasco es más activo que el resto, quién sabe si de baja temporal, pero la cosa más bien canta, cantosa que dicen algunos. Podían llamarle Confivasco.
En un día escaso en informaciones, El Confidencial dedica otra entrega al pleito que con Onda Cero mantiene el rey de los chollos, Blas Herrero, el hombre que no ha prestado absolutamente ningún servicio ni a la información ni a la radio en España más que el de haber logrado los favores de políticos de todo pelaje: socialistas, populares y sátrapas autonómicos diversos, lo que le ha convertido en beneficiario de múltiples porciones del espacio radioeléctrico. Desde hace una temporada, la inversión en publicidad del señor Herrero, Kiss FM, ha crecido muchísimo. Además de por eso, su negocio destaca por tener una de las plantillas más reducidas de la radio española. ¿Cuántos de los 600 millones de euros que reclama a Onda Cero conseguirá? ¿Irán los abogados a comisión de lo que logren?