La operación Margen Protector contra la infraestructura de Hamás en la Franja de Gaza ha tenido el efecto colateral de ahondar las diferencias entre árabes cristianos y árabes musulmanes en Israel. La carta que el sacerdote griego ortodoxo Gabriel Nadaf, fundador del Foro de Reclutamiento de los Israelíes Cristianos, ha dirigido al cuerpo diplomático acreditado en Israel es un síntoma de que algo está cambiando entre los árabes israelíes, al paso que la propia sociedad israelí se está transformando.
La carta, fechada el 20 de julio –pocos días después de que se iniciasen las operaciones contra Hamás en Gaza–, hace un llamamiento a apoyar y respaldar a Israel y sus fuerzas de defensa y afirma:
Nuestros soldados están luchando contra organizaciones terroristas cuyo único propósito y objetivo es la destrucción del Estado de Israel.
La misiva es contundente a la hora de atribuir a la organización terrorista la responsabilidad de las muertes de civiles en la Franja.
En nombre de los cristianos israelíes, pido a gritos al mundo entero: ¡el mundo tiene que despertar! Los actos terroristas no dejan ninguna oportunidad a la paz. Si Hamás no protege a su propio pueblo, Israel no puede ser responsable de su seguridad. Se supone que Hamás protege a su propio pueblo, pero por desgracia, como todas las organizaciones terroristas, hace lo contrario. Se aprovecha de la población civil de Gaza y sacrifica a su pueblo (mujeres y niños). Por lo tanto, la muerte de los civiles palestinos en Gaza es solo responsabilidad de Hamás.
La carta añade varias referencias al destino de los cristianos en Gaza. Al leerla, es inevitable evocar el sufrimiento de las comunidades cristianas en Oriente Medio y su destrucción en países como Irak y Siria. "Hamás lo ha hecho todo para obligar a los cristianos a desaparecer y huir de Gaza. Ellos odian a los cristianos no menos que a los judíos", dice; y añade: "Hamás es parte de la ideología de Al Qaeda". Asimismo, advierte a los embajadores de que
la llama del terrorismo va a llegar a todos los rincones del mundo y ningún país estará a salvo de ataques terroristas. Lo que está sucediendo en Siria, Irak y Gaza sucederá en sus países si siguen sin hacer nada.
Durante décadas se ha hablado de los árabes israelíes como si el factor religioso fuese secundario entre ellos. Frente a la identidad judía, la predominante sería la árabe, sin que fuera muy significativo que se tratara de musulmanes –la inmensa mayoría– o de cristianos.
Hubo, ya en los primeros años de vida del Estado de Israel, algunos intentos de diferenciar entre árabes cristianos y árabes musulmanes en Israel. George Hakim, el obispo católico griego de Galilea, fundó una milicia cristiana durante la Guerra de Independencia, y en 1958 firmó un acuerdo sobre el servicio militar para los cristianos similar al que en 1956 se había firmado para los drusos. Sin embargo, tuvo poca acogida entre las comunidades cristianas.
Ahora las cosas han cambiado. El declive de las comunidades cristianas en Irak –agravado actualmente por la política de destrucción sistemática del Estado Islámico–, la experiencia de los Gobiernos surgidos de las revueltas árabes –Túnez, Libia, Egipto– y el terror impuesto por los rebeldes sirios en las zonas que controlan han propiciado movimientos entre los árabes cristianos en Israel, que están tomando conciencia de la especificidad cristiana en una región del mundo en la que la religión es un factor crucial a la hora de determinar la identidad. No se trata, naturalmente, de que todos sean religiosos sin más, sino de la asunción de una historia y una memoria en las que el hecho cristiano sea relevante frente a otras narraciones. La recuperación del arameo como lengua y de la tradición maronita-aramea como cultura son dos aspectos significativos de esta aparición de una conciencia comunitaria específica.
En este contexto, la iniciativa del Foro de Reclutamiento de los Israelíes Cristianos cobra un nuevo significado. La incorporación al ejército es el paso para la integración plena en una sociedad plural y democrática, que se presenta a los cristianos de Israel como la alternativa a los regímenes islamistas y yihadistas que proliferan en la región. En estos mismos días, el Estado Islámico ha comenzado a recaudar un impuesto a los cristianos a cambio de protección en las zonas de Irak que controla. La comunidad de Mosul prácticamente ha desaparecido, y se han confiscado las propiedades de quienes han huido. Los yihadistas han volado el mausoleo de Jonás. La comunidad cristiana iraquí ha pasado de más de un millón y medio de fieles en 2003 a unos 450.000 en 2014. En Siria, dos tercios de los cristianos han abandonado el país y muchos de ellos combaten en el ejército de Asad contra los rebeldes.
Así, uno de los efectos de las profundas transformaciones que ha experimentado Oriente Medio desde que comenzó este siglo es este nacimiento incipiente pero real de una identidad cristiana que se expresa en árabe o arameo pero que rompe, sin embargo, con la narrativa panarabista, que pretendía ser laica.
La carta de Gabriel Nadaf invita a combatir el terrorismo "para proteger Tierra Santa. Porque si, Dios no lo permita, nuestro país cae en manos de los terroristas, una catástrofe se abatirá sobre todo el mundo". Por desgracia, esta terrible predicción se está haciendo realidad para las comunidades cristianas sometidas a regímenes islamistas en Oriente Medio.
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