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Rafael L. Bardají

Obama y el Estado Islámico: la estrategia del no

Lo de Obama es una estrategia, aunque sea la equivocada. Hay otros, como el Gobierno español, que ni se lo plantean.

Lo de Obama es una estrategia, aunque sea la equivocada. Hay otros, como el Gobierno español, que ni se lo plantean.

Tras confesar hace unos días que no tenía una estrategia para luchar contra el ISIS (una de las siglas en inglés del Estado Islámico) y sus avances en Irak y Siria, el presidente americano presentó anoche, finalmente, su plan para "degradar y finalmente destruir al grupo terrorista conocido como ISIS". Desgraciadamente, su propuesta se basa en tres noes y difícilmente podrá alcanzar sus objetivos.

El primero es que América no puede enfrentarse al ISIS sola. De hecho, en estos meses hemos asistido a toda una retahíla, ya convertida en letanía, de argumentos esgrimidos por la Casa Blanca para convencernos a todos de que, por ejemplo, sin la cooperación activa de Irán, todo intento de frenar al Estado Islámico sería fútil. Igualmente, en los últimos días ha habido un reguero de rumores sobre la idoneidad de colaborar con Bashar al Asad para castigar al ISIS en Siria.

Obama ha buscado el apoyo de sus aliados europeos porque ha coincidido con ellos en Gales durante la cumbre de la OTAN, pero el ojo siempre lo ha tenido puesto en el régimen de Damasco y en Teherán. La estrategia presentada ayer ni se molesta en buscar una solución al dilema de cómo bombardear Siria sin reforzar a Asad, cómo reforzar a Bagdad sin promover la presencia y los intereses de Irán en Iraq y cómo potenciar los grupos e instituciones necesarios para encontrar una salida simplemente desde el aire.

El segundo no es la negativa de Obama a considerar el poder militar como un instrumento válido para solucionar el problema que significa el ISIS. Toda su estrategia se basa en la distinción entre banda terrorista e insurgencia. Obama dijo ayer que el ISIS es un grupo terrorista porque no quiere reconocer sus errores del pasado. El Estado Islámico es un grupo terrorista y también un Estado, con su administración, su ejército irregular, su población y su territorio. El ISIS no es Al Qaeda y sus militantes, que viven escondidos y planean en la oscuridad y no se sabe dónde, cómo y cuándo van a volar sus próximos objetivos. El ISIS no avanza sólo a base de coches bomba y terroristas suicidas: sus fuerzas ocupan el territorio, las ciudades, y hacen limpias de enemigos allí donde se instalan.

Plantearse luchar contra un movimiento revolucionario e insurgente como si nos enfrentáramos a unas células terroristas no augura nada bueno. El orden del ISIS no se eliminará solamente con drones y unidades de operaciones especiales. Acabar con el Estado Islámico no es como eliminar a Osama ben Laden.

Tercer no: Obama no quiere reconocer que el ISIS es un movimiento islámico. De hecho, no deja de ser verdaderamente sorprendente que el presidente de los Estados Unidos se arrogue la autoridad teológica que le permita definir quién pertenece al islam y quién no. Una cosa es afirmar, como hizo en su día George W. Bush, que no todos en el islam son terroristas y otra muy distinta creer que el terrorismo islámico no es islámico. ¿Cómo explicar entonces los discursos de sus líderes, las referencias al Corán, sus rezos y prácticas, la aplicación de la sharia y sus referencias al califato? El ISIS no es un grupo nihilista, como el presidente y su secretario de Estado han repetido incansablemente. Muy al contrario, es un movimiento de creyentes.

Obama se salta por voluntad propia la primera ley de la estrategia: conoce a tu adversario. Y lo caracteriza erróneamente. No le queda otro remedio, porque es la única forma que tiene para evitar hablar de guerra ideológica, de aceptar que muchas de las ideas avanzadas por el equipo de Bush (y Blair y Aznar) eran correctas, y de argüir que con comandos y aviones se puede eliminar estar amenaza.

El presidente Obama ha dado un gran paso: antes no tenía una estrategia y ahora tiene una. Lástima que esté mal fundamentada, confunda al enemigo y vaya a ser dotada con medios inadecuados. Ahora bien, es una estrategia, aunque sea la equivocada. Hay otros, como el Gobierno español, que ni se lo plantean.

© elmed.io

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