Solemos considerar muy importante nuestro yo consciente. Por importancia entendemos el valor que damos a los sentimientos, intenciones y actos voluntarios que vienen a configurar nuestra biografía. Pero los elementos principales de nuestra existencia escapan por completo a nuestro yo. Nadie ha venido al mundo porque lo haya querido o decidido, ni se irá de él por su voluntad (queda el caso del suicidio, pero este rara vez es del todo voluntario, pues casi siempre está empujado por algún mal que opera como necesidad en la mente del suicida). No hemos decidido los rasgos y dones físicos, mentales o morales con que nacemos y que nos acompañarán mientras vivimos, y de los cuales tanto depende nuestro destino. El desarrollo de nuestro organismo es ajeno a nuestra voluntad y sentimientos. Nadie nace hombre o mujer porque lo haya deseado, ni pasa por la adolescencia, la juventud, la madurez y la vejez por haberlo querido así. Nuestro cuerpo no funciona con arreglo a nuestra voluntad, la cual ni siquiera es consciente de la complicadísima red de órganos y de la miríada de reacciones químicas que nos permiten estar vivos: solo sentimos nuestros órganos cuando funcionan mal, como un malestar o dolor, sin entender el detalle de lo que ocurre. Nacemos en una familia, en un medio social, en un país y en un tiempo que nos vienen dados y que casi siempre influyen de modo decisivo sobre nuestras vidas. Nuestras mismas acciones conscientes solo son voluntarias en pequeña medida: el organismo, el estómago, nos impone perentoriamente un pesado trabajo para alimentarlo, para continuar sus tareas internas inconscientes; y ese trabajo ocupa gran parte de nuestra actividad ("ganarás el pan con el sudor de tu frente"). La necesidad de reproducirnos y las conductas relacionadas con ella mueven nuestra psique, la condicionan y provocan los actos correspondientes. A menudo oímos la enorme tontería de "decidir nuestro futuro", o "nuestro destino": nadie puede hacerlo más que en muy débil medida. No podemos controlar la mayor parte de los acontecimientos exteriores que marcan profundamente nuestra evolución personal: los encuentros, los conflictos, las amistades, los accidentes, los golpes de suerte… surgen al margen de lo que entendemos por "el yo consciente"; solo nuestras reacciones a esos sucesos son hasta cierto punto conscientes y deliberadas. Apenas podemos prever nuestro futuro, siempre sujeto a imponderables; pero también nuestro pasado se nos escapa en gran medida, pues la memoria voluntaria solo es capaz de reproducir partes de nuestra biografía, y a menudo de forma distorsionada. Comparado con todo ello, nuestro yo consciente, que nos individualiza y que tanto valoramos, viene a ser como un pequeño cristal incrustado en lo alto de una gran montaña y reluciendo al sol.
Con todo, no cesamos un momento de obrar, de valorar, de juzgar nuestros actos e intenciones, y los del prójimo, todo lo cual constituye nuestra vida consciente. Pero aun así, esa vida consciente, la mínima parte consciente de la vida, conforma tan solo una porción ínfima, prácticamente indistinguible, de las acciones, sentimientos, saberes e intenciones que componen la sociedad, al modo de gotas o moléculas de agua que chocan continuamente entre sí en la corriente de un río, y sin embargo terminan siendo arrastradas en una dirección. Dirección cuyo fin escapa a su (nuestra) voluntad y consciencia.
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****Señor Pio Moa le invito que acuda a las fuentes del artículo (del Wall Street Journal) directamente y lo lea por completo y se dará cuenta que allí se afirma que es un grupo terrorista en el primer párrafo. Asimismo le invito a que lea el resto del artículo y verá que una cosa es que ETA diga que son los salvadores de lo vasco y otro que la gente se lo crea como menciona el artículo hablando del cambio de posturas que lentamente ha ocurrido en el mundo de los borrokas y sus amigos.
Precisamente ahí está la trampa del WSJ –en muy probable colaboración con el gobierno proetarra de Zapo, pues ¿cómo, si no, pudo hacerse la entrevista?--: dar todo tipo de justificación y premio al entorno de la ETA que en un momento dado (porque la ETA está acorralada desde Aznar) cambia de táctica, o lo aparenta. Así, todas las enormes concesiones a la ETA en contra de la democracia, el estado de derecho y la unidad de España, quedan justificadas porque los asesinos, conseguida una parte enorme de sus exigencias y viendo muy difícil conseguir más, al menos de momento, "quieren la paz". La idea es una absoluta indecencia, supone la recompensa del crimen después de que entre los terroristas y el gobierno han liquidado la Constitución, entre otras cosas. Y por ahí va la chusma política, incluido Rajoy. ¿O ha criticado este la entrometida desvergüenza del WSJ?
****Muchos autores anglosajones tienden a presentar todo lo que ocurre en el mundo como fundamentalmente influido por Usa o, antes, por Inglaterra. Incluso el asentamiento del bolchevismo. En España --no solo aqui, claro--suele, asimismo, confundirse el concepto de "apoyo" con el de "decisión". A nadie se le ocurre que la independencia de Usa es obra de la intervención española, pero por esa línea podríamos afirmarlo. Otra manifestación, esta del acreditado paletismo hispánico, es la afirmación corriente de que la Transición española estuvo "decidida", "planeada" o "tutelada" por Usa. La arraigada ineptitud hispana --obra sin duda de una educación deficiente-- para el análisis algo matizado aparece a cada paso en los trabajos políticos e históricos, como un signo más de decadencia intelectual. Véase, por ejemplo, la inmensa mayoría de la producción, por otra parte muy copiosa, sobre la Guerra Civil, o la predominante confusión de conceptos sobre España y su historia ("La España musulmana", por poner un ejemplo clásico y especialmente grueso). En cuanto a la Revolución soviética, de que algunos discuten aquí, el Estado Mayor alemán no solo permitió el paso de Lenin, sino que financió la propaganda bolchevique. ¿Porque simpatizaba con Lenin y sus ideas? No. Porque los bolcheviques querían abandonar la guerra contra Alemania y transformarla en guerra civil, y ello servía muy bien a los intereses germanos en la contienda mundial. Diversos banqueros y empresas useñas, alemanas y otras, ante el triunfo de los bolcheviques, quisieron hacer negocios y obtener ganancias en la URSS. ¿Simpatizaban con los bolcheviques? En absoluto (salvo excepciones). En el negocio se beneficiaban los soviéticos, pero también las empresas capitalistas. A su vez, los soviéticos ayudaron a rehacer el ejército alemán y luego se aliaron con Hitler: ¿convierte ello al Kremlin en patrocinador o director en la sombra del hitlerismo? Los empresarios capitalistas no deseaban el comunismo ni lo tutelaban. Deseaban las ganancias que obtenían de sus inversiones y exportaciones, pagadas por los soviets (no eran ningún regalo), tal como España tuvo que pagar las ayudas soviéticas, las alemanas o las italianas. Por cierto que la URSS no solo movilizó el oro, también el arte de muchos museos, del cual exportó grandes cantidades. Igual, casualmente, que el Frente Popular en España: la única explicación lógica del robo (pues fue eso) de los cuadros del Museo del Prado y otros, es su utilización como medio de pago a la URSS una vez agotado el oro del Banco de España (el Frente Popular gastó mucho más que Franco en la compra de armas). Durante la Guerra Civil, el gobierno useño permitió la exportación de petróleo a Franco, pero no hay ninguna duda de la fundamental hostilidad de ese gobierno al bando nacional. La España franquista exportó camiones, autobuses, pesqueros modernos, etc., a la Cuba de Castro, como han hecho otras exportaciones Canadá y diversos países más. ¿Deberíamos deducir que a Franco le gustaba el comunismo y que la supervivencia del castrismo se debe a él?
Este tipo de "análisis" suele provenir de cierta derecha. Si los marxistas consideraban la economía como base de la política, estos van más allá e identifican directamente a una con la otra ("La economía lo es todo", ha sentenciado el pensador pepero). Pero la lógica de la economía no siempre coincide con la de la política, y no pocas veces ambas se oponen entre sí. Aparte de que la capacidad de previsión de gobiernos y empresas es limitada por mucho que, como dice Rajoy, se empeñen en "mirar al futuro". Esto es una limitación del ser humano, que nunca puede prever las consecuencias últimas de sus actos. Las decisiones nunca logran tomar en cuenta todos los factores presentes en juego, menos aún los factores no presentes que surgirán en el curso del desarrollo; y se decide a menudo por intereses, a veces muy perentorios, a corto o medio plazo, que pueden generar resultados imprevistos y contradictorios a plazo algo más largo. No entender estos hechos elementales permite construir las conspiranoias más delirantes.
****Las Mossos se disfrazan de ladronas ligeras de ropa. ¿Fingen, o es lo que les va la marcha? La cabra tira al monte.