**** Mucha gente ha hecho un esfuerzo de difusión, por su cuenta, de algunos textos de interés. Aquí mismo tenemos el ejemplo traído por pedromar: http://sebastianurbina.blogspot.com/2010/02/mentiras-catalanistas.html. Pero generalmente no tienen continuidad, y su efecto se diluye. Ahora pensemos en un círculo de dos, tres o más personas que se reúnen semanalmente para hablar de temas menos triviales que los los corrientes y planificar una difusión de textos interesantes a su ámbito de conocidos o más ampliamente, por ejemplo en otros blogs, foros, etc. Un trabajo continuado en ese sentido rinde frutos y multiplica la audiencia de textos o videos de LD, Intereconomía u otros. Además, la conversación entre los tertulianos suscita nuevas ideas y formas de acción. Evidentemente, un círculo de este género solo tiene incidencia en un ámbito restringido. Pero unos centenares de círculos semejantes aquí y allá, no digamos unos millares, sí tendrían mucha eficacia a medio plazo. Se trata de aprovechar las libertades que quedan, y es algo que está al alcance de cualquiera. La verdad solo tiene efecto si se la defiende.
****CCOO y UGT insultan a Fernández Ordóñez: "Chorizo" y "mafioso" Eso dice algo a favor de MAFO: le insultan las choricescas mafias sindicales. Como cuando los mangantes de los ayuntamientos retiran los honores a Franco: honran al viejo Caudillo.
****Zapo ha demostrado que secuestrar a españoles es un magnífico negocio. Los secuestrados, en este caso, parecían bastante contentos de sus secuestradores, por lo que el gobierno podía haberlos dejado continuar en tan buenas manos. Sin embargo ha preferido premiar a los terroristas, como acostumbra. Cuestión de afinidades electivas, digámoslo así. El charnego Montilla también estaba encantado, porque los individuos eran catalanes.
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Una loa al feminismo
(Diálogos pastoriles. Anterior, 30 de mayo en este blog):
FELICIO.- Perdonad, ¡oh magnánimos ordeñavacas de la ilustre villa de Porriño, cuya belleza y enjundia intelectual solo admite comparación, en Europa, con la de Becerreá! Por sugestivas que sean vuestras profundas divagaciones en torno a la crisis económica y la economía en general, reconoced que se trata de asuntos grises, pesados, tediosos… Escuchadme, os ruego: estoy indignado por la lectura de unos escritos de un tal Moa metiéndose con el feminismo…
SIMPLICIO.- ¿Se mete con el feminismo? Me huelo que ese tipo no puede ser progresista. ¿Quiere mantener a las pobres mujeres en la opresión tradicional, bajo la férula del machismo, que todavía perdura?
FELICIO.- ¡Pero qué dices, botarate! A quienes ha liberado el feminismo es a nosotros, a los tíos, y aun queda bastante para que la liberación sea completa.
FABRICIO.- Pásmasme, Felicio.
FELICIO.- Pero ¿acaso no tenéis memoria? ¿Tan rápido olvidáis lo que habéis vivido y aún vivimos, por desgracia? Diríase que los varones fuéramos todos unos déspotas del hogar, unos pichasbravas dedicados a poner los cuernos a nuestras esposas y a hacer el vago. Algunos siempre ha habido de esos, claro, pero ¿qué pasa con la inmensa mayoría? ¿Y qué pasaba no hace tantos años? Para empezar, tenías que tener muchísimo cuidado en no dejar embarazada a una chica, porque entones la presión social, amenazante incluso, te obligaba a casarte con ella y eran pocos los valientes que se resistían. Es más, muchas chicas procuraban quedarse embarazadas para obligar a los maromos a casarse. ¿Es así o no?
MAURICIO.- En cuanto a ese extremo, excelente Felicio, no me queda sino darte la razón.
FELICIO.- ¿Y qué era para un fulano la vida de casado? Para la inmensa mayoría suponía tener que mantener el hogar, lo que significaba trabajar como una mula, no solo la jornada normal, sino horas extras, pluriempleo, aguantar a jefes absurdos… Y cuando volvía a casa derrengado, ¿le esperaba la paz y el consuelo en el hogar? Nada de eso. Le esperaba una mujer gruñendo porque el sueldo no le daba para llegar a fin de mes, que si la carne estaba por las nubes, y contándole mil historias fastidiosas de la jornada, más los críos alborotando y riñendo entre ellos o quejándose al padre de esto o de lo otro, porque, claro, los críos venían enseguida. ¿Qué podía hacer el pobre hombre? Largarse cuanto antes hasta el bar de la esquina para beber un poco y relajarse con los amigos. Con lo cual, al volver a casa se encontraba con nuevas y mayores quejas de la señora, que si no me atiendes, que si no me haces caso, que si me tienes abandonada… Y no faltaban las que tomaban ese cuento como pretexto para ponerle los cuernos. Algunos se volvían alcohólicos, lo que no puede extrañar a nadie con experiencia del mundo, pero servía para humillar más a los miserables parias, que suscitaban el desprecio general. ¡Borrachos! No solo tenían que soportar una verdadera esclavitud sino que se les exigía ¡ser hombres!, ¡soportarlo estoicamente!, ¡incluso con alegría! ¡Sé hombre, tío, y no llores! ¡Anda, jódete y baila! La vida de los tíos era una auténtico calvario. Y encima, eso: está muy mal visto que te lamentes o reivindiques. En cuanto lo haces, te tratan de abusón, de chulo, de machista...
FABRICIO.- Admito, Felicio, que has pintado un cuadro muy realista. Es más, me has recordado muy vivamente mis experiencias familiares…
SULPICIO.- No obstante, eran los cabezas de familia, los que mandaban.
MAURICIO.- Hombre, Sulpicio, lo de cabeza de familia era un título honorífico, sin más, una especie de consolación para tontos… ¿Habría que concluir entonces, ¡oh Felicio!, que las mujeres han sido más hábiles para quejarse y que por eso casi siempre consiguen sus objetivos?
FELICIO.- Que se quejan con más habilidad, eso no admite duda. Sin embargo no siempre salen bien libradas. Te digo que los tíos debemos mucho al feminismo. Hoy, si dejas embarazada a una tía, pues es cosa de ella, no haber sido tan tonta. Que aborte o que haga lo que le dé la gana, pero tú no tienes por qué sentirte comprometido si no quieres… Tenemos mucha más libertad. Y la mayoría de las mujeres trabajan fuera de casa, eso ha sido una gran conquista, sobre todo para nosotros. Ya no tenemos que matarnos como antes para sostener el hogar y todas esas zarandajas. Además, la mayoría de ellas ya no quiere tener hijos, o como máximo uno o dos, lo que nos aligera a todos el trabajo y nos da más calidad de vida. Claro, muchas insisten, como mi Rojilis, en que compartamos las tareas del hogar, y ya lo hago un poco, de vez en cuando, pero eso siempre ha sido cosa de mujeres, a mí me da igual si la casa está un poco guarra, no tengo por qué compartir sus manías con la limpieza, el orden casero y esas gaitas… Salicio, si llegas a enmaromarte con Amarilis, recuerda estas lecciones.
PATRICIO.- Me parece que el pobre Salicio no tiene muchas esperanzas, desde que su Amarilis le rompió su zambomba stradivarius con la que tanto deleitaba a las ovejas…
SALICIO.- Hablas, ¡oh Felicio!, al sórdido modo de Mauricio. Tus barbaridades solo pueden conducir a las aberraciones de Mauricio, que afirma que la masturbación significa la cura de todos los males del amor y sustituye ventajosamente a este. ¿Qué sería de la humanidad si teorías como la tuya prosperasen? En dos o tres generaciones no quedaban seres humanos.
FELICIO.- Posiblemente, Salicio, pero, ¿y qué importaría eso? El hombre apareció sobre la tierra como quien dice ayer, si medimos en tiempo geológico, por lo que no sería raro que desapareciese en cualquier momento. ¿Por qué te preocupa eso? ¿Eres tú responsable de que la humanidad haya de continuar siglo tras siglo, milenio tras milenio? ¿Lo somos cualquiera de nosotros? ¿Nos ha impuesto alguien ese deber? Nosotros estamos aquí, en este mundo, porque le ha dado la gana a doña Natura, y nuestro único deber es ser lo más felices posible, pasarlo bien, aprovechar al máximo los años que la naturaleza nos da de vida, que con bastantes pesares nos obsequia también sin que nosotros los busquemos. Preocuparse de otra cosa es asunto vano, pues la naturaleza que nos hizo, que hizo a la humanidad, sin pedirnos permiso para nada, bien puede eliminar igualmente a los humanos, por las buenas, porque le dé la gana. La Naturaleza es sabia, sabe lo que se hace, ¿por qué habríamos de preocuparnos?
SULPICIO.- ¡Cómo que sabia, Felicio! ¡Sapientísima! Es más, insisto en que nos refiramos a ella como la Sapientísima, según expliqué en su momento y corroboró Patricio. (Ver http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/los-suecos-no-aman-a-las-mujeres-i-franco-vicioso-5116/)
SIMPLICIO.- Por otra parte, si la población bajase a la mitad, pongamos por caso, o a la cuarta parte o más, ¿no sería eso muy ecológico? ¡Estamos destrozando el medio ambiente!
SALICIO.- ¡Oh, santos cielos! ¡Lo que hay que oír!