Los corrutos inteletuales a la pepiña que desbarran desde el Círculo de Malas Artes tienen su mérito. Intelectualmente, su manifiesto es una bobada, y políticamente un servicio a los terroristas (de esto ya hablaré más). Pero ellos se lo creen. Y además de creérselo, se movilizan, hacen un esfuerzo por defender y difundir sus cosillas. Por tanto, influyen en mucha gente.
Compárese con los intelectuales conservadores, mucho más razonables, pero atenazados por el miedo a que les llamen extrema derecha, pasivos, incapaces de dar mínimamente la cara, y dedicados a la queja y la murmuración pueril en sus círculos íntimos... ¡Hay una diferencia!
Igual que las lamentaciones por el poder de nuestra demagógica izquierda o los separatistas en la universidad y en los medios. ¡Se han ganado a pulso ese poder, señores conservadores, mientras ustedes esperaban que todo les viniera a las manos sin riesgos ni esfuerzo!
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Otra observación a Pinker: ¿máquinas sentimentales?
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Busco en Internet Moh Ul-Sih, y veo que aparece como un seudónimo mío en relación con la novela El erótico crimen del Ateneo de Madrid. Sin duda he sido culpable de un abuso, pues debiera haber dejado clara la autoría desde el primer momento. Pero, ya lo dije, mi desprendido amigo Moh me había cedido todos los derechos, y, en la dura necesidad económica que yo padecía entonces, preferí refugiarme en la ambigüedad, una falta que confieso y que el público, espero, sabrá perdonarme desde el momento en que comprender todo es perdonar todo, como observó con sabiduría el clásico. Cierto, también, que en el pecado llevé la penitencia, pues el beneficio crematístico de la obra tendió insistentemente a cero, mes tras mes, y el ilustre crítico Rafael Conte me espetó sin mayores cortesías (¡con mayor respeto me habría tratado si yo hubiera sido rico y poderoso!): "Eso (se refería al erótico...) no es literatura". Yo creo que sí lo es, y de la buena, pero quizá se adelantó algo a su tiempo, un fenómeno muy repetido en la historia del arte, como nadie puede permitirse ignorar a estas alturas.
Ya dije, también, que mi joven amigo me había legado un cofre con escritos suyos, autorizándome a intentar su publicación, si lo estimaba oportuno, o a quemarlos en caso contrario. Entre sus trabajos está un considerable mamotreto titulado Las aventuras de Moh Ul-Sih. Pese a mi angustiosa falta de tiempo, lo he hojeado un rato y he visto que contiene episodios y reflexiones curiosas, por lo que incluiré ocasionalmente algunos de ellos en esta bitácora, a fin de que ustedes juzguen. ¡Ojalá mis compromisos me permitan un día sacar a la luz estas obras, a mi juicio bien merecedoras del favor del público distinguido e ilustrado!
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Odiseus:
La lucha es por la opinión pública. Si no conseguimos explicar claramente nuestras posiciones a la gente incomprometida o que no piensa como nosotros, no podremos luchar contra la influencia abrumadora de la mayoría de los medios de masas. Cada uno tiene su responsabilidad en su círculo de conocimientos y de influencia, y debe ejercerla. Lo que cada cual puede hacer es mucho más de lo que parece a primera vista, y un gramo de acción vale más que muchos kilos de lloriqueos.
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