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Presente y pasado

Terrorismo y antifranquismo

De vez en cuando es inevitable alguna explicación personal. Mucha gente afecta a un partido como el PSOE, de muy largo y abundante historial terrorista desde 1917 al menos, insiste en motejarme a mí de terrorista o, más benévolamente, de ex terrorista, afirmando incluso la imposibilidad de que un "ex" pueda llegar a "regenerarse". Naturalmente, no llaman ex terroristas a los dirigentes políticos de los GAL, que ahora nos gobiernan, ni dudan de la "regeneración" de varios antiguos etarras (Mario Onaindía, ejemplo típico, pero hay bastantes más: muchos de ellos se integraron en el PSOE).

Algunas personas, en esta bitácora y otras, han salido en mi defensa señalando tres diferencias entre el caso de los jefes del PSOE y el mío: a) En mi caso se trató de acciones antiguas, hace treinta y más años, y contra una dictadura; en el caso del PSOE se han producido mucho más recientemente, en plena democracia, desprestigiando al estado frente a la ETA. b) En mi caso me jugaba conscientemente la vida; los jefes del PSOE daban por supuesta su impunidad. c) En mi caso estoy radicalmente en contra del terrorismo y de ningún modo justifico mis acciones juveniles; los jefes del PSOE jamás se ha retractado, y han procurado venganzas mafiosas contra quienes, como Pedro J., sacaron a la luz sus delitos.

Ello es bastante justo, pero quisiera añadir un par de consideraciones.

No soy pacifista, y considero legítima la violencia frente a una tiranía intolerable. Desde ese punto de vista podría justificarme con facilidad, máxime cuando los durísimos antifranquistas de después de Franco nos pintan a éste como un dictador singularmente brutal y abyecto. Cebrián, Carrillo y muchísimos más han justificado así, expresamente, los crímenes de la ETA de entonces. El mismo Savater ha creído recordar que se trataba de un régimen asesino y que la ETA luchaba contra su represión.

La verdad me parece hoy muy otra. El franquismo fue una dictadura, pero estaba echando las bases reales de una convivencia democrática estable. Y nosotros no luchábamos contra la represión, sino que la exacerbábamos, de forma muy deliberada en el caso de la ETA, mediante la mecánica "acción-reacción-más acción": golpeando y ocultándonos a fin de atraer la represión sobre la gente común y provocar así su radicalización política. Y aunque hablábamos constantemente de democracia y libertades, nadie ha sido más enemigo de ellas que los comunistas, que entonces constituíamos o vertebrábamos toda la (reducida) oposición real.

No es fácil reconocer estas cosas, y menos para quienes obramos de aquel modo. Pero la convivencia democrática debe asentarse sobre la verdad. Los falsos mitos sólo pueden traer la discordia y la violencia, por muy queridos que resulten para quienes, sin haber luchado entonces, o habiendo colaborado incluso con la dictadura, se han vuelto a destiempo tan "antifranquistas".

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