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Presente y pasado

Sobre la masturbación

(Diálogos pastoriles. Anterior, 11-V)

PATRICIO.- ¡Venga. Sulpicio, que está de broma el animal racional!

MAURICIO.- De broma nada, Patricio. La masturbación tiene una ventaja de entrada que incluso Sulpicio está en condiciones de entender: no compromete a nadie. Si tú te lías con una señora o señorita, siempre resultará que surgen discrepancias, diferencia de caracteres, formas de ser que chocan, etc., etc., y es inevitable que la fastidies o te fastidie ella. Fíjate en Salicio, cómo sufre el pobre desgraciado por su horrible Amartilis...Eso no ocurre con la masturbación, y si la naturaleza nos ha dado esa posibilidad es porque la naturaleza es sabia, que diría Moh Ul-sih. Tampoco tienes posibilidad de ocasionar embarazos no deseados ni de cargar con críos que, por mucho que los quieras, o te creas que los quieres, pueden ser un verdadero peñazo, y si no, fíjate en Castilla del Pino, que si se deja llevar por el sentimentalismo le estropean la carrera. O imagina los líos en que te puedes meter si te da por la opción sexual de la pederastia... La cosa no puede ser más conveniente, y sobre todo más racional...

PATRICIO.- Pero reconocerás, Mauricio, que es mucho menos satisfactoria.

MAURICIO.- Para nada, chaval, para nada. Con ayuda de la fantasía no resulta menos, y de paso desarrolla una facultad mental tan imprescindible como la imaginación. ¿Qué haríamos en la vida sin la imaginación?

PICIO.- Y de Mauricio en apoyo, aunque, la verdad, nada de lo que diciendo viene un pelo me gusta, hay que tener las muñecas inflables en cuenta. Hoy, con lo avanzada que está la ciencia, hacerse pueden muñecas con todas las ventajas de una mujer y ninguno de sus inconvenientes. En Internés lo vi tiempo ha.

FELICIO.- ¡Y a la inversa, Picio, muñecos inflables para ellas, o para los que practican con orgullo la opción homosexual! No seamos machistas...

SULPICIO.- Vamos a ver, mendrugo racional, ¿no te das cuenta de que así se acabaría la humanidad? ¿Te parece bien eso, tío loco?

MAURICIO.- Sostengo, arcaico sujeto, que con un poco más, muy poco más de tiempo y ciencia, los críos se harán en máquinas ad hoc, y nadie tendrá que cargar con ellos, bien sea que se ocupe el estado u oenegés de la tarea. Pero, objetarás, ante de que llegara ese feliz momento la humanidad se habría acabado. A lo cual yo y Bertrand Russell, que en paz descanse, replicamos: ¿y qué?, ¿qué nos puede importar? La tierra se ha pasado miles de millones de años sin seres humanos que la fastidiasen, y ha estado tan a gusto con sus virus, bacterias o diplodocus, o sin nada, así que dime, ¿qué falta hacía el hombre?, ¿no dicen los ecologistas que lo único que hacemos es fornicar el equilibrio natural? Además, antes o después se acabará la tierra, como han explicado los cosmólogos, de modo que, ¿importa mucho si es un poco antes o un poco después? En términos cosmológicos, eso no es nada. Las cosas hay que mirarlas sub specie aeternitatis, como hacemos los filósofos racionales.

FELICIO.- Voto a tal, que me horroriza lo que oigo. En otro tiempo la Inquisición te habría llevado directamente a la hoguera.

SALICIO.- Has de saber, absurdo Mauricio, que yo soy muy feliz con mis sufrimientos por Amartilis, y que no los cambiaría por todas tus satisfacciones en el paraíso de Onán.

MAURICIO.- ¡He ahí, Salicio, que has dado en el clavo sin quererlo! Sufres, pero te gusta, te muestras orgulloso de tus penas y nos las pasas por las narices, como diciendo: "Vosotros no conocéis este dulce tormento, esta deleitable servidumbre, no sabéis nada de la vida..." Esa es una de las razones por las que yo no soporto esas cosas: ¿a qué vienen?, ¿qué objeto tienen? Ni sabemos el por qué de ese impulso casi incontrolable por la supervivencia humana (menos incontrolable para quienes somos realmente racionales), ni tampoco por qué la supervivencia tiene que realizarse mediante esos actos sexuales, o por qué ellos van acompañados de placer. Y sin preocuparnos siquiera de aclarar esas cuestiones elementales para un ser racional, nos revolcamos en el fango de la irracionalidad. ¿Os parece lógico? ¿Os parece razonable? ¿O acaso vosotros sabéis el porqué de esas cosas y no me lo queréis contar?

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**** Vi un rato lo de la eurokkvisión. Recuerdo otras eurovisiones hace años: cada representante cantaba en su idioma, generalmente con actitud y gesticulación bastante sobria y digna. Hoy casi todos cantan en inglés retorciéndose como monos, con acompañantes epilépticos y música convulsiva, atuendos y gestos prostibularios, colorines, puerilidad de efectos especiales... Quedé encantado de que la estúpida canción "española" quedara en último lugar, aunque había algo de injusticia en ello: casi todas eran muy parecidas y lo merecían también, lo malo es que no había otras que pudieran ir por delante: Europa, el continente del que ha huido el espíritu.
Ya lo puse otra vez, pero observen otro modo de cantar:

http://www.youtube.com/watch?v=dVU1BAoq8uk&feature=PlayList&p=ABC3026890F06D36&index=0&playnext=1

**** Veo en un bar que el puteril (uso la palabra en sentido descriptivo) diario El mundo publica "100 españoles y el sexo. Cien personajes comentan sin tapujos sus experiencias". Sin tapujos. El valor que dan a su intimidad esos héroes: nulo. Quizá hayan cobrado por sus "revelaciones". ¿Qué diferencia hay, entonces, entre que uno largue sus rollos de boquilla y que le graben en acción, sin su consentimiento? Hay una: que la grabación resulta más veraz. Por lo demás, el consentimiento tiene poca importancia cuando uno concede tan poco valor al asunto. Un célebre putón verbenero, Aleksandra Kollontai, creo recordar, decía que eso del sexo es como beber un vaso de agua cuanto tienes ganas. Que a alguien le graben bebiendo un vaso de agua sin su permiso está mal, desde luego, pero no puede ser tan grave, después de todo, para quien ve así la vida.

**** Algunas abortistas dicen que si se quedaran embarazadas, no abortarían. Pues hacen mal. Ese caso debería entrar en los motivos justificados de aborto. Incluso podría ser obligatorio para ellas. Inmagínense el pobre hijo...

**** Zapo: "La derecha quiere imponer su moral" en lo del aborto. Miente: la derecha, si se refiere al PP, no tiene la menor moral al respecto. Es Zapo, secundado con algunas protestitas formales de los futuristas, quien impone a la sociedad su moral. La moral del asesinato –como en su colaboración con el terrorismo–, si consideramos el feto como una vida humana en gestación; la moral como una broma si consideramos el feto como una excrecencia más o menos molesta en el cuerpo de la mujer.

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Algo mejor: el Instituto Juan de Mariana. Contra la ideología choricesca de Zapo. Poco conocido, dice alguno de esos sujetillos. Pues hay que darlo a conocer.

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La mentalidad que llevó a la expulsión de los judíos tenía que ver seguramente con la euforia del final de la reconquista. Mas, paradójicamente, no se adoptaron en un primer momento medidas similares contra los mudéjares o moros que permanecían en Granada, sino que se les reconocieron derechos considerables, incluso privilegios como el de no pagar más impuestos que antes, conservar armas blancas, destitución de gobernantes cristianos sobre los que tuvieran queja. Podían mantener su religión y propiedades, su propio sistema legal, su sistema de instrucción, llevar la ropa que quisieran, no las capas que identificaban a los judíos, retener sin trabas a los cristianos islamizados... Estas normas iban más allá de las de Valladolid con respecto a los judíos, y creaban casi un estado dentro del estado, lo que chocaba con el impulso racionalizador de la monarquía autoritaria. Curiosamente, el odio hacia los mudéjares era mucho menor que hacia los judíos, lo que acaso se explique por las posiciones de poder y riqueza adquiridas por algunos de estos, en contraste con la pobreza casi generalizada de los moros, que vivían en condiciones similares o peores que los cristianos de clase baja.

No obstante, los mudéjares no dejaban de constituir otro cuerpo extraño a la homogeneidad religiosa querida por los reyes, tanto más cuanto que constituían una potencial quinta columna de los poderes musulmanes de África, solo separados por el estrecho de Gibraltar y el breve mar de Alborán, y que mantenían una piratería permanente, aparte de sus grandes invasiones del pasado (no parecía entonces peligro inminente la presencia turca en el Mediterráneo, todavía alejada de las costas españolas). Simétricamente, el África musulmana daba esperanzas de un eventual cambio de tornas a los moros peninsulares. Por consiguiente la política hacia ellos cambió pronto. Las predicaciones para convertirlos apenas dieron resultado, y en 1499 se adoptó una postura más drástica, con presiones económicas y a veces físicas para que los jefes musulmanes se bautizasen y arrastrasen a los demás; y se confiscaron y quemaron los libros religiosos, mientras los científicos fueron enviados a la universidad de Alcalá de Henares. Miles de mudéjares se convirtieron pero otros más se rebelaron en Granada y las Alpujarras, en 1500. Vencida la rebelión, la política de los reyes se endureció, y en 1502 se les aplicó la misma alternativa que a los judíos: convertirse o marcharse. La gran masa de ellos aceptó el bautismo, pero mantuvo sus tradiciones, costumbres, vestimenta y, ocultamente, su religión, recibiendo el nombre de moriscos. Así, el problema no desapareció, sino que se haría más alarmante conforme aumentaba la piratería magrebí y la amenaza turca se aproximaba a España durante el siglo XVI.

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