El PP ha calificado de ridícula la visita de Felipe González a Irán. El viaje de González recuerda mucho el de Zapo a Rabat, hace unos años, para reforzar la postura del tirano marroquí en plena crisis con España fabricada por ese mismo tirano. No fue solo una jugada sucia e ilegal contra Aznar, sino un acto de traición a los intereses españoles. Allí quedó retratado el personaje, mezcla de orate, necio y sinvergüenza. Un tipo de político que hoy prolifera en el país.
¿Qué ha ido a tratar González con Ahmadineyad en las presentes condiciones? ¡Menudo secreto! Por supuesto, no ha ido a hacer una mala jugada a su correligionario Zapo, sino como enviado oficioso de este... para cometer un nuevo acto de traición a España y a las democracias. Ha ido a ratificar a la brutal dictadura teocrática iraní que, en el conflicto de esta con la democracia israelí, la España de Zapo está de parte de la dictadura. Incluyendo su programa de armamento nuclear.
Y a recibir la garantía de que el grupo terrorista dirigido por Irán, Hisbalá, verá como amigas a las tropas españolas desplegadas en el Líbano, y no las hostigará. Pues esta posibilidad preocupa seriamente al gobierno de Zapo. Tal es la sustancia práctica de la alianza de "civilizaciones" contra la libertad.
González, simplemente, no puede haber ido a otra cosa en las actuales circunstancias. ¿Qué tiene eso de ridículo? Es pura estrategia, siniestra, de traición, pero de altos vuelos. Y el PP habla de "ridículo". ¡Cuánta perspicacia!