Desde luego, el nivel tecnológico alemán era muy superior al soviético, aunque este no fuera despreciable y produjera algún material bélico de primera clase. Se ha dicho que la victoria se debió a la ayuda useña, pero ello es falso por completo. No es que esa ayuda fuera insignificante, desde luego, pero sí muy secundaria. Y la ayuda soviética a Usa e Inglaterra fue enormemente superior a la recíproca: si los alemanes no hubieran sido batidos en Rusia, sobre la que volcaban en torno al 80% de su esfuerzo bélico, los anglosajones no habrían tenido nada que hacer en Europa o el norte de África.
Lo que permitió la victoria soviética fue, ante todo, una encarnizada voluntad de vencer, nacida del sentimiento patriótico, secundariamente del comunista, y de la férrea dirección staliniana. Gracias a ella –un fenómeno típicamente cultural– pudo la URSS movilizar todos los recursos, afrontar sacrificios inverosímiles, desarrollar una excelente tecnología militar y aplicar tácticas y estrategias avanzadas: mientras los anglouseños, con una superioridad material realmente abrumadora, encontraban grandes dificultades para avanzar en el oeste frente a unas fuerzas alemanas reducidas, a menudo mal armadas, con las comunicaciones desarticuladas y absoluta inferioridad aérea, en el este los soviéticos aplicaban una guerra relámpago tan espectacular como la de los alemanes en los primeros años de la contienda. (Por supuesto, que vencieran a los nacionalsocialistas no significa que liberasen a nadie).
Pero Grullo dirá que sin buen armamento moderno ni la voluntad ni el sentimiento servirían de nada. Pero es más verdad lo contrario: sin estos últimos factores típicamente culturales (los perros o las moscas no tienen patria ni los sentimientos anejos), incluyendo la destreza para aprender y concebir estrategias y tácticas, da igual la cantidad y calidad de medios técnicos disponibles.
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****Manuelp No empleo ningún argumento geográfico ni hablo de la cultura occidental en conjunto, sino de la eurooccidental, y distingo las tres edades en las que tomó forma. La cultura griega no fue europea, sino apropiada por la europea, sobre todo a partir del siglo XII y a través del cristianismo. Podía haberse apropiado la india (en parte lo hizo, por ejemplo en matemáticas) pero no por eso la civilización india es europea. Y por supuesto, la cultura griega es muy anterior a la II Guerra Púnica, pero fue entonces cuando, a través de Roma, se extendió por la Europa del Mediterráneo occidental y por la costa atlántica desde el Algarbe a Britania. La Segunda Guerra Púnica fue, en mi opinión, la más decisiva del mundo occidental. ¡Por ella somos lo que somos!
Naturalmente, como señala Crowley, hay muchas otras influencias, pero muy secundarias por relación a la cristiana, latina y griega, así la de los germanos o los judíos; o la de los escandinavos, que realmente fundaron Rusia e Inglaterra, y en cierto modo también España, pues los godos procedían de Suecia, según parece. Los escandinavos se integran en los pueblos germanos, pero los vikingos forman otra oleada de invasiones varios siglos posterior a la que acabó con Roma.
**** Mucho atacan desde el PP el historial de Rosa Díez, pero la cuestión puede resumirse así: UPyD ha evolucionado en la buena dirección, y el PP en la mala. Rajoy ha privado a su partido de cualquier principio intelectual o convicción política, salvo la del ansia de poder. Quizá UPyD traicionará las ideas que actualmente profesa o dice profesar, pero sabemos que el PP ha traicionado, y del modo más miserable, las que le caracterizaban y creen sus crédulos votantes que "en el fondo" le siguen caracterizando.
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"De modo que marcha a un extremo de la estación de ferrocarril, donde perduran los restos del acueducto romano llamado de los Milagros. Altos pilares y arcadas imponentes, de sillares robustos con ladrillos intercalados. El visitante ha oído que inspiraron a los árabes la mezquita cordobesa. Aquí se yerguen los restos cual tétrica osamenta entre edificios que amenazan ahogarla poco a poco. En el suelo, campos y casitas humildes, con el aire sórdido y abundante en desperdicios de cualquier suburbio vecino al ferrocarril o a la industria. Ya tan temprano, un muchacho trabaja con un azadón en un pequeño huerto bajo las piedras históricas. Una oveja asustadiza observa al observador y da carrerillas miedosas tras una cerca (...)
Mérida hoy no pasa de mediana ciudad moderna, de perfil vulgar. Sin los reflejos del viejo esplendor, tendría pocos atractivos, como un barrio cualquiera de las afueras de Madrid o de Barcelona. Edificios de mediana alzada al lado de iglesias antiguas y casas de pueblo. El viajero comprueba que un número quizá significativo de habitantes carece de curiosidad, conocimiento o interés por la herencia que alberga la ciudad. Pintadas vulgares, a tono: "Ibarra, no pongas más el culo que vas a asfixiar a Madrid. ¡Nucleares asesinas! Enemigos de la vida". La parte viva de la ciudad parece bastante muerta (...)
Muy cerca del acueducto de San Lázaro está el hipódromo, una vasta explanada cubierta de hierba, con el esqueleto de las gradas y de la alargada construcción central con su spina . El durísimo cemento romano de los graderíos y puertas de acceso resiste, cansado pero desafiante, por así decir. Donde estuvo la spina, una oquedad llena de botes de cerveza y bolsas de plástico testimonia lo que testimonia. En torno a este punto girarían vertiginosamente los carros de caballos, entre gritos y aplausos de la muchedumbre excitada... ¿Girarían las bigas y las cuadrigas, galoparían los caballos, aullaría el público? Así tuvo que ser. Pero hoy solo vemos una ruina desgastada y deforme. ¿Qué historias habrán absorbido esos restos? A esta hora de la mañana el lugar está casi solitario. Un muchacho hace ejercicio corriendo al borde de las gradas. Algo más tarde una chica le imita, seguida por un perrillo. El visitante solo percibe el rítmico y suave sonido de sus pasos y el rumor leve de una carretera y de las casas próximas. (...)
Cuesta trescientas pesetas visitar el teatro y el anfiteatro. En el segundo la ferocidad se hacía diversión, exhibición de los terrores humanos en un baldío esfuerzo por domeñarlos psíquicamente. Los gladiadores mataban y morían ante la plebe rugiente. A veces eran voluntarios, por sufrir y disfrutar al mismo tiempo de la máxima tensión anímica, o por el placer del aplauso de sus semejantes incapaces de imitarlos, o por motivos más complicados y seguramente difíciles de explicar para ellos mismos.
Afinidad y contraste con el vecino teatro: aquí, la angustia y el conflicto de la condición humana se expresarían en declamaciones de Edipos y Medeas. La sangre no corría de veras para excitación animal de las turbas, pero acaso ellas mismas se sintieran purificadas por las palabras de los trágicos, o por la burla de la misma condición humana que les servían los cómicos. Ah, quién pudiera entender todas estas cosas..."
(Viaje por la Vía de la Plata)