Besteiro denunció, en los años 30, la deriva guerracivilista del PSOE y anunció, con lucidez profética, sus consecuencias. Sin embargo perdió la partida ante demagogos mesiánicos más hábiles y faltos de escrúpulos
El PSOE actual se ha construido sobre la falsificación de su funesta historia (los "cien años de honradez") y una renuncia al marxismo que, sin embargo, no ha significado su democratización.
Tal combinación de una falsedad y una insuficiencia marcó al partido, el cual, en su anterior etapa de poder, inundó al país de corrupción, organizó un terrorismo gubernamental y degradó el poder judicial en su designio de "enterrar a Montesquieu". Sus delitos le hicieron perder el poder, de ningún modo regenerarse. Por el contrario, sus líderes se sintieron víctimas de una conspiración del "sindicato del crimen", como llamaba a los periodistas que descubrieron la verdad.
Un partido no regenerado, sino aún más profundamente degenerado, está llevando a España a su peor crisis desde la Transición, y a los socialistas toca elegir: colaborar a la destrucción golpista de la ley, o defender la Constitución, al modo de Besteiro.
Existen indicios, aún débiles, de una tendencia besteirista. Gotzone Mora y Rosa Díez la promueven. El acusado pesebrismo y burocratismo del PSOE hace difícil su triunfo, pero difícil no quiere decir imposible. Todos los demócratas, dentro y fuera del PSOE, debemos ayudar a esta luz que se enciende.