Un problema nunca del todo resuelto es el del poder legítimo y su correspondiente violencia. En la historia se ha resuelto generalmente por el criterio de la práctica: gobernaba quien demostrara ser el más fuerte. El triunfo justificaba una rebelión, y el fracaso la ilegitimaba. Habría una especie de providencia o designio divino (el destino), que escapaba en gran parte a los planes humanos y determinaba el éxito de unos y la derrota de otros; y también llevaba a los triunfadores, a plazo más o menos largo, a la decadencia y al derrocamiento. La historia de las civilizaciones es también la de incontables regímenes y dinastías que tomaban el poder y terminaban perdiéndolo, por revueltas internas o ataques externos.
Probablemente fue Maquiavelo quien, en Occidente y en el Renacimiento, llevó esa concepción a su formulación teórica, precindiendo de condicionantes religioso-morales: el poder correspondía al más hábil y el más fuerte, y podían diseñarse unas técnicas, basadas en la experiencia, para conseguirlo y retenerlo.
Este punto de vista, que muchos han considerado un avance científico o racional, chocaba de frente con la tradición del pensamiento cristiano, que ha girado en torno a la legitimidad del poder, que no podía venir de su mero triunfo. Por supuesto, en las demás culturas tampoco se justificaba el poder al modo de Maquiavelo, pues se suponía, más o menos claramente, que el poder debía servir o ser útil al pueblo, para lo cual debía sujetarse a normas morales de origen divino. La extralimitación de los poderosos, la tiranía, llevaba la miseria al pueblo y finalmente el desastre a los mismos tiranos. Pero esa concepción fue desarrollada de modo especial en la civilización cristiana, ayudada por la separación entre el poder temporal y el espiritual, separación, con todos sus altibajos, mucho más pronunciada que en otras civilizaciones.
Desde San Isidoro, con quien el poder viene de Dios, gran parte del pensamiento cristiano, clerical y laico, se orienta a la definición y evitación de la tiranía, esto es, la limitación del poder. Es muy curiosa la diversidad de interpretaciones a que se presta el aserto isidoriano en, por ejemplo, la que le da Iván el terrible o algún rey de Inglaterra, ya tratada por algún contribuyente al blog hace mucho tiempo, y la del padre Suárez y otros clásicos españoles de los siglos XVI-XVII. Habrá que volver sobre ello.
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**** Cuando daba clases de lectura rápida insistía en la necesidad de entender y articular los textos a partir de su punto clave. Descubrir la clave y la concatenación de ideas a partir de ella, permite no solo entender, sino también criticar apropiadamente lo leído. Pero, como comprobaba a menudo, la mayor parte de la gente –universitarios– se limitaba a quedarse con alguna frase suelta que les llamaba la atención y no captaban el conjunto ni los matices, ni situaban las frases en su contexto. Llegaban incluso a interpretar al revés lo leído. Este defecto, unido con frecuencia a mala fe, se percibe también en muchos comentarios del blog. A algunos otros les enoja esa mezcla de sandez y canallería, pero es una realidad muy extendida, y está bien que se muestre. Por otra parte, con saltarse esos comentarios...
**** "– Oye, Rajy... ¿No te importa que te llame Rajy, verdad? Ahora que estamos todos aprendiendo inglés y tal...
– Qué va, Ponsy, muy honrado. Yo soy de los que siempre he creído que o te modernizas o no llegas a nada. Yo, sin ir más lejos estoy dispuesto a llegar a présiden of Espein, y yo me preparo estudiando todos los días tres o cuatro horas de inglés...
– ¡Y bien que te aprovecha, Rajy, me he quedado patidifuso con tu pronunciación, no como la de Aznar, que es horrible... oye, y que el tío no para de meter la para, como si siguiese siendo el mandamás... Cuando ayer te oí decir a la Cospy, oye, Cospy, ai an de fiucha présiden, and ai uil not tolereit Aznar to meik mi sombry... es que me quedé sencillamente arrobado, arrobeited, qué autoridad, qué poderío...pero a lo que iba, ¿qué piensas de lo de Basagoiti y Pignoise?
– ¡Magnífico, magnífico! Ideas así las necesitamos en el partido, sacudirnos la caspa, coño, que dice Zapy que estábamos dando una imagen de oposición anticuada y reaccionaria que aburre a las ovejas, que ya no se lleva, coño, sencillamente ya no se lleva. Y oye, no deja de tener razón, las cosas como son.
– Coincido en eso mucho uiz yu, pero mucho. Tenemos que aprender del adversario, eliminar el dogmatismo en nuestras filas, y si tienen razón hay que dársela. Del énemy el consejo, que dicen los ingleses.
– Yo mismo estoy estudiando la sugerencia que hizo Maty Crevillente a los suyos, ya sabes, el tío ese intelectual sociata tan admirado por nuestro hedonista Lasally... y yo creo que hay que aprovechar y ganarles por la mano, sin miedos, ¿entiendes? Con audacia. Con coraje... ¡Vamos a dejar a todo el mundo pasmado de admiración! (Continuará, si el tiempo lo permite)".
Filiberto (algunos lo echaban de menos)
**** "El alcalde accidental de San Fulgencio (11.000 habitantes, 80% extranjeros) es un concejal inglés que no habla español". El resto de la corporación (sociata), apartada por el juez, acusada de corrupción urbanística.
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Babel
Los hombres quisieron levantar una torre que llegara al cielo, y Dios los castigó confundiendo sus lenguas, de modo que dejaron de entenderse entre ellos. Una interpretación sugestiva es la de Paul Diel: la perturbación y destrucción del lenguaje causado por las ideologías, de modo que dejamos de entendernos porque las mismas palabras significan cosas opuestas según quién las emplea. Lo hacen concienzudamente las ideologías totalitarias, que siempre aspirantes a llevar al hombre al cielo sobre la tierra. Stalin defendía la "democracia popular", la "libertad de los pueblos", "el proletariado consciente"; Hitler estaba "por la paz", los pro etarras por el "proceso de paz", la "alianza de civilizaciones", el "matrimonio homosexual", los pro chekistas por la "memoria histórica" o "memoria democrática"... Los defensores de la limitación del poder, la igualdad ante la ley y la integridad de España somos "extremistas" o "fascistas", y aquellos "moderados". Y así sucesivamente.
Se trata de vender basura empaquetándola en nombres bonitos y sugestivos. Algo parecido a lo que han hecho tantos especuladores con los préstamos al "negro de Alabama". La corrupción sistemática del lenguaje por los iluminados y los logreros, uno de los síntomas de la época. http://heterodoxias.net/index.php?blog=1&title=title_50&more=1&c=1&tb=1&pb=1 Como emplear sistemáticamente moneda falsa o desvalorizada al máximo. El propio concepto de veracidad se esfuma, y la gente se pregunta solo si el mensaje que recibe está de acuerdo con su ideología o no. Así llega un momento en que el lenguaje no sirve para comunicarse, se destruye y con él se degrada hasta el fondo la propia condición humana.
**** Ejemplo de perversión del lenguaje típicamente proetarra: " Melitón Manzanas fue responsable de la tortura de centenares de vascos durante el régimen franquista" ¿Vascos? ¿O terroristas y comunistas? ¿Y cómo sabe lo de las torturas? Los comunistas y terroristas acusaban a los policías franquistas, sin distinción, de "torturadores", y no había por entonces tales cientos de "vascos" de ese tipo. Ver, de Una historia chocante, este pasaje.
Obsérvese: el PNV anduvo mezclado en el asesinato, y el presunto torturador iba a su casa en autobús todos los días y a la misma hora.
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Volviendo con el Irgún: aunque cometió actos terroristas fue, a mi juicio, una organización militar como la Haganá, aunque más persistente y efectiva, no totalitaria y que atacó objetivos militares fundamentalmente, incluyendo el asalto a la cárcel de Acre, a depósitos de armas ingleses, etc. Nada que ver con los chechenos ni con la ETA, o Al Fatah, cuyos actos responden a ideologías totalitarias y se basan en la masacre de civiles desarmados o el ataque a individuos aislados.
La guerra es una situación en la que cada parte lucha por su subsistencia, y de ahí la tendencia a ir a los extremos. Los ejércitos normales, también los democráticos, cometen a veces actos terroristas incluso en gran escala, pues no otra cosa fueron los bombardeos masivos sobre la población civil alemana o japonesa. Pero estos actos, sin duda criminales, deben considerarse en el contexto de la lucha contra el totalitarismo nazi y no son definitorios de la democracia, como quieren presentar el asunto... los totalitarios.
Una de las manías idiotas de estos tiempos es la de que "la violencia está siempre mal". Sobre esa base no habrían llegado a existir regímenes democráticos ni estos podrían defenderse de los totalitarios, como quieren los pacifistas, buenos auxiliares de los totalitarios.
El moralismo barato y gratuito con que, en general, suelen juzgarse estas cosas en España, unido al escaso hábito de discutir racionalmente, hace que muchos se erijan en jueces morales del mundo y de la historia, sin percibir su ridícula vanidad y esterilidad intelectual.