****Un poco sensiblera la letra, pero no mala por lo demás: http://www.youtube.com/watch?v=hSmL305jtGg
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Nación cultural y nación política. Las ideologías tienden a definir la realidad histórica en función de sus propios conceptos. Así, si creyéramos a los marxistas, hasta el advenimiento del comunismo no habría existido un régimen propiamente libre, incluso propiamente “humano”, sin opresión ni esclavitud (también “esclavitud asalariada). Si creemos a ciertos doctrinarios, la nación propiamente dicha, la que ellos adjetivan “política”, no habría existido antes de la Revolución francesa. Así, aseveran que la “nación política”, y España como tal, no existen hasta la transferencia de soberanía del monarca a “la nación”, con la Constitución de 1812. Constitución por lo demás inefectiva: España habría dejado muy pronto de ser una nación “política” para volver a serlo con la I República, dejar de serlo de nuevo y volver a serlo con la II República, para nuevamente dejar de serlo y volver a serlo con la Constitución actual. Algunos llevan la cosa más allá –como el presidente del Congreso, el indigente intelectual Bono--, e identifican el concepto de libertad con el de nación “política”; por tanto, en España no habría habido libertad ni nación política más que una pequeña parte de estos dos últimos siglos. Para definir a España antes del siglo XIX y la mayor parte de ese siglo y del XX, habría que inventar nociones artificiosas, que embrollarían una cuestión básicamente sencilla: nación es la palabra con la que podemos identificar a toda comunidad cultural amplia dotada de un estado, y que la diferencia, por ejemplo, de un imperio. Todo estado tiene naturaleza política y, con unas u otras formas, representa a la comunidad cultural en la conciencia de sus pobladores. No existen, salvo durante períodos cortos, estados divorciados de los pueblos o naciones, a los que en cierto modo encuadran.
Podemos hablar de nación cultural y nación política, pero creo que es mejor hablar de comunidad cultural (u otra palabra) y nación en el sentido dicho arriba. Otra cosa es que los estados cambian con el tiempo, y lo mismo las sociedades. Así, el estado hispano-godo era bastante distinto del estado musulmán, del estado de los Reyes Católicos (estado “moderno”) y del estado en que la soberanía queda transferida del monarca a la nación, un tipo de estado que podría llamarse nacionalista. Transferida de modo ideológico, claro está. En la realidad, la nación nunca ejerce la soberanía. La ejercen oligarquías, las cuales son votadas por mayoría en los estados nacionalistas, y sin olvidar que la mayoría puede abstenerse de votar, como ocurre a veces en Usa. Lo cual quiere decir que la minoría queda sistemáticamente marginada de su teórica soberanía (aunque en una democracia liberal minorías y mayorías, con las oligarquías correspondientes, pueden alternarse). Desde este punto de vista, la nación política sería una ficción.
A lo largo de la historia ha habido estados nacionales y estados imperiales. Estos últimos han sido, por lo general, estados nacionales en su origen, que se expandieron sobre otras sociedades y destruyeron o asimilaron otras naciones. El núcleo nacional de los estados crea, por lo común, la clase política y la lengua dominante, y al mismo tiempo tiende a “nacionalizar” a su imagen y semejanza a las naciones y sociedades vencidas o asimiladas. No es cierto que “El Estado comienza cuando el hombre se afana por evadirse de la sociedad nativa dentro de la cual la sangre lo ha inscrito. Y quien dice la sangre dice también cualquier otro principio natural; por ejemplo, el idioma. Originariamente el Estado consiste en la mezcla de sangres y lenguas. Es superación de toda sociedad natural. Es mestizo y plurilingüe”. Esto lo dice Ortega pero, como tantas otras ocurrencias suyas, no tiene la menor relación con la realidad histórica. Piénsese, sin más en el estado romano, el inglés, el español o el francés y sus correspondientes imperios.
Cabe añadir que no existe ninguna sociedad totalmente homogénea desde el punto de vista cultural, y que en todas existen factores unitarios y disgregadores. A pesar de ello, puede reconocerse una sociedad en la historia por algunas constantes como el idioma, la religión, el derecho, ciertas costumbres y otros datos. Así podemos identificar la sociedad española desde Roma –y no antes--. Al mismo tiempo vemos que a ese tronco fundamental se han ido integrando a lo largo de los siglos otras culturas, como la vasca cuando salió de la protohistoria. En contra del tópico –bastante idiota—de que los españoles somos incapaces de convivir y siempre estamos a la greña unos con otros –algo que, en la medida en que es cierto, pasa en casi todos los demás países—, España es históricamente la nación más estable de Europa y con fronteras más antiguas. Su estado, entre mil avatares y diversas evoluciones, ha persistido desde Leovigildo, salvo un corte de pocos años tras la invasión islámica. Lo que quiere decir que casi siempre han predominado los elementos unitarios sobre los disgregadores, los centrípetos sobre los centrífugos. Y todo eso es comunidad cultural y política, es decir, nación.
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****Dice la feminista egipcia El Saadawui que la mujer no puede liberarse bajo ninguna religión. Como el proletariado, según los marxistas. O el ser humano en general, según los anarquistas. Son gente de profundos pensamientos en los que la experiencia histórica no hace mella.
****¿Y quién se acuerda del hombre trabajador?
****“El feminismo es claramente una ideología de orientación homosexualista, como he explicado en el ensayo “La sociedad homosexual”. Y las lesbianistas quieren, lógicamente, determinar lo que deben y no deben pensar y hacer las mujeres normales. Es más, se proclaman tranquilamente representantes y defensoras de la mujer. Al modo como lo hacían los comunistas en relación con el proletariado. Entre los feministas hay diversas corrientes, como las había entre los comunistas o los fascistas. Pero su idea clave es que la familia y la maternidad, a menudo la religión, etc. constituyen trabas a la “realización” femenina. Claro está, a veces replican con argumentos de más sentido común, como que la mujer es persona y con los mismos derechos que el varón. Pero eso no es propiamente feminismo, es una mezcla de cristianismo y de liberalismo.
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****"Señora, vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad de la Nación…, La carta de Mendizábal a la reina demuestra bien a las claras su simplismo, oportunismo y escaso respeto a la propiedad. Propiedad expoliada por un gobierno que se presentaba como “la Nación”. La desamortización pudo haberse hecho con legalidad, pagando a los propietarios, o por robo apoyado en la fuerza, que fue como realmente se hizo. No fue una expropiación, sino un expolio, una especie de Rumasa en gran escala. Un resultado fue la expulsión de masas de campesinos o el endurecimiento de sus condiciones de vida. Esos campesinos alimentaron el lumpen proletariado de las ciudades y los mendigos de los campos, así como el bandolerismo. Ello aparte, supuso para el patrimonio artístico e histórico español un daño gigantesco, probablemente mayor que la invasión napoleónica o los saqueos y destrucciones cometidos por la izquierda en el Guerra Civil.
Cita de Tomás y Valiente: “Personalmente, creo que la desamortización eclesiástica era necesaria por razones económicas y sociales, y, por lo tanto, justa". Menuda receta de jurista. Una cosa es que fuera necesaria y otra que el modo como se hizo fuera justo. Con formas de argumentar tan simplistas y brutales puede justificarse perfectamente la Gran Hambruna o el Holodomor. Creo que las consecuencias humanas e históricas de las desamortizaciones no han sido estudiadas a fondo todavía. He sugerido que el símbolo de la Desamortización de Mendizábal podría ser el intento de destruir el monasterio de La Rábida, donde se gestó el descubrimiento de América. Símbolo de barbarie.
**** Hay hechos evidentes: Holodomor y Gran Hambruna son genocidios, ya he explicado por qué. Ello no significa que algunos lo nieguen, tanto desde el punto de vista stalinista como anglómano. Para los stalinistas se trató de una lucha de clases en la que los elementos “parasitarios” llevaron las de perder. Para los poderes ingleses se trataba de un “excedente” de población en Irlanda, el cual constituía “un problema” que “la naturaleza”, incluso “la providencia” les ayudaba a resolver. Para estas personas no significa nada (o significa un hecho positivo, progresista) que a los irlandeses les hubieran robado las mejores tierras y los hubieran reducido previamente a la miseria. Tampoco les parece demasiado importante que muriera de hambre y de las enfermedades derivadas una parte muy grande de la población y que otra parte tuviera que huir de la muerte en condiciones de absoluta miseria y explotación. Pueden contestar con sandeces como que el Titanic se construyó en los astilleros de Belfast o que hubo “medidas paliativas” –aunque evidentemente paliaron muy poco, se ve que aquí el pragmatismo y el empirismo no funcionaron--, o sugieren que “peor fue el IRA y el nacionalismo irlandés”, y que, por tanto, la aversión de los irlandeses hacia sus dominadores no tiene razón de ser. En hipocresía, debe reconocerse, superan a los stalinistas, que por lo menos decían las cosas más claramente: las víctimas del Holodomor eran enemigos de clase, un peligro para la construcción del socialismo, y había que eliminarlas. No se les ocurre decir lo que sugieren los anglómanos, que las víctimas tendrían que ver el “lado bueno” de la dominación inglesa y estar agradecidas, o por lo menos no quejarse.
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FABRICIO.- ¡Ah, es cierto, buen Sulpicio! La crisis empieza a golpearnos rudamente, mas ¿qué podemos hacer frente a ella si no entendemos qué es, de dónde viene y adónde va? Dejemos, al menos por ahora, las cuestiones algo metafísicas que nos plantea Salicio sobre dioses y dineros y divaguemos sobre estos misterios.
SULPICIO.- Yo propongo que volvamos al dinero, pues parece estar en la base de todo el problema. Si hemos de considerar una mercancía al dinero, admitamos, con Aparicio, que se trata de una mercancía muy especial. El usurero no te vende dinero, te lo da a cambio de nada palpable, solo de la garantía de que se lo devolverás con creces, respondiendo con tus propiedades y hasta con tu persona. Hay una base de confianza. Cuando el Cid consigue un préstamo de los judíos dando en prenda la arena, solo los engaña a medias: los judíos esperaban que el Cid les devolviera el préstamo --como se supone que hizo cuando le sonrió la fortuna--, y entre tanto la prenda real era su prestigio. En los negocios siempre hay un margen de incertidumbre, puesto que se hacen pensando en el futuro. Pero en definitiva es lo mismo. Quiero decir, si me lo permitís, que el dinero es más que un simple instrumento de apreciación de las mercancías. Tiene su propia lógica, su propio dinamismo, que en parte se parece al de las mercancías corrientes y en parte no. Las mercancías se aprecian en dinero, pero el dinero ¿en qué se aprecia?
SALICIO.- En su capacidad para adquirir mercancías, supongo.
SULPICIO.- Pero la capacidad es algo impalpable, intangible. Depende de la confianza. Y la confianza depende de dos cosas: de la autoridad del gobierno o el estado que crea el dinero, y de la experiencia. De modo que un estado puede hacer las cosas mal, y entonces la confianza desaparece y el dinero pierde su propio precio, su capacidad de compra. Admitamos que el estado puede hacer las cosas bien, y entonces hay prosperidad, o hacerlas mal, y entonces viene la crisis.
APARICIO.- Y digo yo, ¿no estará el problema en el estado? ¿No sería más razonable que el dinero, como cualquier otra mercancía, se fabricase privadamente, es decir, que cada quisque emitiese su propio dinero y la gente lo aceptase o no?
SALICIO.- No sé por qué, me parece que eso sería como dejar que cada cual fuese por la carretera por la mano que le pareciese, aparcase en ella donde le diera la gana, etc.
SULPICIO.- En cualquier caso sospecho, si me lo permitís, que sería un galimatías, porque te encontrarías con que un dinero que tú aceptas podría no ser aceptado por otra persona con la que comercias, o que te lo acepta, pero a un cambio distinto de aquel por el que lo has obtenido. Además, tendríamos que quienes ofrecieran un dinero más fiable se irían adueñando del mercado del dinero, y al final quedarían unas pocas monedas… Ocurriría en cada país lo que ocurre en el plano internacional con las monedas, que suben y bajan, son más o menos aceptables, etc. Sería un tremendo galimatías, a mi modesto entender.
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****Procesan a la edil de IU que prohibió un homenaje a Agustín de Foxá por franquista. Está muy bien: que no se vayan de rositas estos liberticidas. Pero lo del Valle de los Caídos es cien veces más grave y de momento ahí están esos sujetos “tan ricamente”, que diría el indigente intelectual Bono.
**** Parece que al pintoresco –por decir algo—presidente de Cantabria, Revilla, le molestó que le recordaran su pasado falangista. Se lo tomó tan a pecho que lo consideró “una puñalada trapera", “Fue el peor día de mi vida”, y afirmó: "No volveré a La Noria”. ¡Qué tipo tan gracioso! En el colmo del cachondeo, el presentador se ha disculpado por haber dicho o permitido decir aquella verdad, y el Revilla ha dicho que vuelve a La Noria. Y ha hecho muy bien, rectificar es de sabios. ¡Como que ese programa-basura de la televisión-basura Tele-cinco es precisamente el lugar adecuado para esos politicastros!
****El carnaval de Río, apoteosis de la chabacanería barroca. ¿O del barroquismo chabacano?
****La razón profunda de que la Burrianes y otros progres deseen intervenir militarmente en Libia es que Gadafi llevaba bastante años sin molestar a Europa y los países occidentales. Cuando amparaba el terrorismo les parecía muy bien, o al menos lo disculpaban. Los genocidios de Sadam fueron mucho peores, pero no les parecían tan mal, porque Sadam había evolucionado hacia posiciones antioccidentales.