Veo con cierta perplejidad inicial en la tertulia de César Vidal a tres actores de teatro hablando con entusiasmo de La Celestina, que representan en algún teatro. La que hace de Celestina, una señorita muy gruesa, considera su personaje, la "puta vieja", un dechado de virtudes: inteligentísima, ejemplar, maravillosa. Una precursora de la mujer actual, independiente y que se vale por sí misma, en aquella sociedad del siglo XV cuando, asegura, las mujeres solo podían casarse (ve el matrimonio como una condena, evidentemente) para… para…, en fin, para lo que fuera. La otra, que hace de Areúsa, la puta joven discípula de la vieja, también está muy contenta del personaje que ve como precursor del feminismo. El actor o director, algo amanerado, critica los aspectos "misóginos" de la obra… Inversión de los valores: la mujer honrada y decente es lo malo, la prostituta, alcahueta y estafadora, lo bueno. Pero no sé de qué me pasmo: se trata del punto de vista progre-feminista, cuyos dos modelos predominantes de mujer, difundidos hasta la náusea por el cine, el teatro, la televisión y la prensa, son precisamente la puta y la marimacho. No les falta algo de razón al considerar a la alcahueta y a su aprendiza como precursoras del feminismo. Estoy seguro de que ningún /a feminista habría objetado a los fervores de las actrices por Celestina y Areúsa. Es que les sale del alma en cuanto descuidan su dosis habitual de hipocresía.
****Dicen los controladores que les han obligado a trabajar a punta de pistola. Será que no había otra forma de impedir que siguieran perjudicando gravemente a millones de españoles y poniendo al país entero en una situación extrema, por defender sus intereses de casta. Solo por eso deberían aplicárseles las sanciones más serias y acabar con unos privilegios que les permiten chantajear a todo el país. Debieran exigírseles daños y perjuicios, también. Claro que el estado de alarma es una decisión sospechosamente excesiva.
En Época
LA IGLESIA Y LA TRANSICIÓN
Uno de los más clamorosos fallos de muchos estudios sobre la Transición consiste en el olvido en unos casos y minusvaloración en otros, del papel antifranquista de la Iglesia, es decir, de su sector dominante con respaldo del Vaticano. Como corrosivo del franquismo, ese sector ejerció extraordinaria influencia, mucho mayor que la de la oposición a Franco. Ocurrió así porque al ser la Iglesia uno de los pilares fundamentales del régimen, su defección infligía a este un daño que ni de lejos podían causarle los partidos antifranquistas todos juntos. Es más, el relativo auge de estos partidos en los años sesenta, en especial de los comunistas y la ETA, debió mucho a la protección eclesial. Esta se hacía en nombre de un "diálogo con el marxismo" que benefició enormemente a este y perjudicó de forma grave a la Iglesia. Un órgano señero de esa política fue la revista cristiana Cuadernos para el diálogo, cómo no, en la que llegó a leerse el deseo de que el GULAG se hubiera tragado definitivamente a Solzhenitsin. Había algo de extremadamente majadero y turbio en aquella línea, tan desmoralizante para millones de cristianos.
En 1969 comenzaron unas asambleas conjuntas de obispos y sacerdotes para definir nuevas posiciones, de hecho políticas, culminadas en 1971 con la escenificación de una ruptura con el régimen, al que descalificaban como contrario a los derechos humanos y a la justicia social. La sinceridad de esa declaración viene medida por el apoyo de ese mismo clero a partidos tan respetuosos con los derechos humanos y la justicia en general como el PCE o grupos terroristas. La cosa llegó al extremo de que una moción muy votada rechazaba la postura de la Iglesia durante la guerra: "Pedimos perdón porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos". Desprecio inimaginable a las víctimas: los miles de mártires que murieron perdonando, se equivocaron. Y el bando que había salvado a la Iglesia, directa y físicamente, del exterminio, era colocado al mismo nivel que los exterminadores. A nivel en realidad inferior, por cuanto lo acusaban de despreciar los derechos humanos. De hecho, estaban pidiendo perdón a quienes habían pretendido erradicar el cristianismo de la faz de España, pues ¿a quién si no?
He apuntado en La Transición de cristal las razones de estas conductas suicidas, que tanto han ayudado al que ahora llaman ultralaicismo. Una de esas razones fue el temor oportunista de que la Iglesia tendría que pagar "una factura muy cara" al caer el régimen, y el cálculo erróneo de que la oposición iba a jugar entonces un papel determinante, por lo que convenía congraciarse (y contagiarse) con ella. Pero el franquismo no cayó, sino que evolucionó y se transformó en democracia, y la oposición tuvo poco peso (el PSOE no había sido una oposición real). Los mayores peligros para las libertades, antes y ahora, procedían de un antifranquismo nunca democrático, como he mostrado. Y aquel sector dominante en la Iglesia tampoco favorecía la democracia.
Esas actitudes no eran solo españolas. Tarancón, promotor de ellas en España, dirá en sus Memorias, sobre un simposio de obispos en Suiza: "El fenómeno contestatario que se había iniciado en España no era más que un eco de la corriente contestataria que de manera impetuosa irrumpia sobre Europa (…) Se defendía la tesis de que los sacerdotes debían comprometerse con el cambio de la estructuras políticas y sociales en nombre del Evangelio y aun por procedimientos violentos. Se hablaba ya abiertamente de teología de la violencia y de teología de la revolución". Según Carrillo, el comunismo llegaría a España con la cruz en una mano y la hoz y el martillo en la otra… La factura pagada por la Iglesia ha sido, en efecto, muy alta. Pero no en el sentido (mal) calculado en los años 60.
****Es difícil llegar a ninguna conclusión cuando no se distingue entre entre el balance general y los datos o situaciones particulares, entre las reglas y las excepciones, o se deriva la discusión hacia aspectos secundarios o que simplemente no vienen a cuento. Un maestro en estas tácticas era el bueno de Mescaler en sus tiempos. Algunos son capaces de terminar un análisis sobre las razones por las que alguien gana en un conflicto con un "Claro, porque era más inteligente, o más esforzado. ¡Así, cualquiera!". Es falta de entrenamiento en el debate, que se manifiesta por todas partes, desde las tertulias televisivas a los blogs, donde reluce la falta de costumbre para pensar con lógica.
Ahora resulta que Franco no era un militar brillante porque no sacó buenas notas en la Academia (la idea es simplemente cómica) y no se midió con Napoleón. Y los oponentes de Napoleón, ¿eran genios? ¿Y lo era él mismo, que perdió varias campañas, las más decisivas, mientras que Franco, aunque a una escala más reducida, no perdió ninguna? ¿Y eran genios los oponentes de Alejandro Magno? Montgomery no era ningún genio, ¿era por tanto Rommel un mediocre?
Pero el caso de Franco fue singular: partió en condiciones de absoluta inferioridad material, estratégica, financiera, industrial y casi en todos los terrenos. Al mismo tiempo que dirigió la guerra tuvo que reconstruir un ejército y un estado, algo que muy pocos generales han tenido que hacer. Sus adversarios no eran ningunos lerdos, empezando por Rojo o Miaja, y menos cuando la URSS los proveyó de consejeros y técnicos que demostrarían su valía en la SGM, de armamento de primera clase y de una disciplina férrea, aunque para ello tuvieran que imponerse por el terror a sus socios anarquistas, socialistas y republicanos, e implantar un código militar muchísimo más duro que el de los nacionales. No fueron en absoluto un enemigo fácil. Si en algo han destacado los comunistas ha sido en el terreno militar: vencieron en Rusia, en Yugoslavia, en China, en Vietnam, en varios países más, costó muchísimo vencerlos en Grecia… Teniendo en cuenta el balance, y se acepte o se rechace su ideología, Franco resulta la mezcla de militar y político más brillante que ha dado España en tres siglos. Claro que algunos replican que era bajito y hablaba con voz débil. Un modo de "razonar" muy habitual en España, por cierto.
En cuanto a la guerra mundial, los datos de conjunto son definitivos y clarísimos: los alemanes dedicaron al frente ruso el grueso de su esfuerzo bélico, y los rusos combatieron durante la mitad de la guerra en condiciones bastante igualadas, a veces inferiores, como en Moscú (aquí tuvo gran importancia el frío, para el que no estaban preparados los alemanes; eso fue una torpeza suya, que los otros supieron aprovechar), y en ningún caso con la superioridad material que lograron los anglosajones. Al parecer, ni con esa superioridad abrumadora se atrevían estos a marchar decididamente contra los alemanes, por temor a sufrir muchas bajas, se dice; pero las operaciones lentas tienden a causar muchas más bajas. En fin, vamos a dejarlo.
La cuestión clave es que los rusos lucharon con absoluta voluntad de ganar, con guerra total desde el principio y movilización de las mujeres y hasta de los niños en la industria y en los servicios, a veces también en el frente. Combinaron, a veces con gran eficacia, la lucha regular con la guerrillera, lograron hazañas como retirar gran parte de la industria de la zona occidental hacia los Urales. Ya en los primeros meses, cuando los alemanes lograban enormes embolsamientos, chocaban también con resistencias enconadas que les causaban un número de bajas al que no estaban acostumbrados en el teatro occidental, hasta llevarlos al borde de la catástrofe ante Moscú. Por comparación, los ingleses fueron reiteradamente derrotados por un Rommel en inferioridad material, o casi cien mil británicos se rindieron con escasa resistencia en Singapur ante menos de 20.000 japoneses, a pesar de las órdenes de Churchill a luchar sin tener en cuenta las bajas militares ni las de la población civil.
Hablando en conjunto, Alemania fue derrotada en Rusia y por los rusos de manera fundamental, y la ayuda useño-inglesa fue secundaria, aunque de ningún modo desdeñable. A partir de este balance general pueden examinarse los detalles, excepciones y aspectos particulares que se quiera. Lo que es absurdo es pretender que dicha ayuda fue el elemento decisivo. Mucho más decisivo fue para los anglosajones el hecho de que Rusia absorbiese la mayor parte de los esfuerzos y recursos alemanes.
En la guerra, como en muchas otras empresas humanas, entran en juego los medios, la voluntad y el talento. Contra lo que creen quienes no piensan mucho, los medios no son lo fundamental, sino lo menos importante. Los medios no dan voluntad ni talento, mientras que la voluntad y el talento consiguen los medios.