"Hombre equilibrado y sencillo, intelectual del arte de la guerra, nervioso pero con dominio de los nervios, con una memoria prodigiosa y una voluntad tenaz. Se dejaba influir muy poco y, como gallego, era entusiasta, emotivo y afectivo, pero se dominaba con gran disciplina interior (...) Ponderación, sensatez y aplomo".
(J. Vicens Vives, historiador, según el libro Historia de España para jóvenes, de J. A. Vaca de Osma. No he podido hablar con el autor, y la cita parece dudosa, pues se refiere a Franco en pasado, y Vicens murió antes que el dictador).
"Apunta en tu diario que hoy, 29 de agosto [de 1938] profetizo la derrota de Franco".
(Mussolini a su yerno, el conde Ciano).
"Le he visto pelear en Africa, y para mí, el general Franco (...) llega a la fórmula suprema del valor, es hombre sereno en la lucha".
(Indalecio Prieto, dirigente socialista)
"Franco estuvo evasivo, divagatorio y todavía cauteloso. Habló largamente; poco de la situación de España, de la suya y de la disposición del Ejército, y mucho de anécdotas y circunstancias del comandante y el teniente coronel tal, [...] José Antonio quedó muy decepcionado y apenas cerrada la puerta del piso tras la salida de Franco (habíamos tomado la precaución de que entraran y salieran por separado) se deshizo en sarcasmos (...). "Mi padre –comento José Antonio– con todos sus defectos, con su desorientación política era otra cosa. Tenía humanidad, decisión y nobleza. Pero estas gentes..."
(Ramón Serrano Súñer, jefe del Movimiento y ministro de Asuntos Exteriores de Franco en los primeros años 40. Se trata de una entrevista con José Antonio con vistas a un alzamiento contra el Frente Popular).
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Castilla en la Guerra de los cien años durante el siglo XIV
En la segunda mitad del siglo, Castilla se convirtió en teatro de la Guerra de los cien años. En los primeros decenios de esta, los ingleses derrotaron a la flota y al ejército francés, y sus cabalgadas arrasaron buena parte de Francia. Después de que el heredero de la corona inglesa, conocido por El Príncipe negro, capturase al rey francés, Juan II, los vencedores impusieron la paz de Bretigny, en 1360, por la que el rey inglés, Eduardo III, renunciaba al trono de Francia quedándose a cambio con un tercio de su territorio. La paz no fue respetada, y los franceses imitaron las cabalgadas inglesas sobre la Francia dominada por Inglaterra. Las cuales arruinaban aún más el país, pero forzaron a los ingleses a retroceder en pésimas condiciones.
Entonces el escenario bélico se extendió a España. Al morir de peste Alfonso XI de Castilla-León en 1350, mientras sitiaba Gibraltar, se desató una pugna entre el heredero legal, Pedro I, y su hermanastro Enrique de Trastámara, hijo bastardo de su padre. Para asegurarse el trono, Pedro hizo matar a diversos miembros de familias rivales, entre ellos la madre de Enrique, Leonor de Guzmán. Por estas y otras muchas represiones sería apodado El Cruel. A su vez, el rey francés Juan II necesitaba aliados contra Inglaterra, y a tal fin pactó el matrimonio de su sobrina Blanca de Borbón (de catorce años) con Pedro de Castilla (de diecinueve), a cuyo efecto prometió una dote cuantiosa, que no podía satisfacer. En 1353 se efectuó la boda, pero a los tres días Pedro, que tenía una amante llamada María de Padilla, repudió a su esposa, quizá por el engaño en la dote, y ordenó encarcelarla (moriría en 1361, con 22 años, probablemente envenenada).
De ahí vino la ruptura con Francia y la rebelión de varias ciudades. Su hermanastro Enrique ya se había sublevado sin éxito en Asturias y volvió a hacerlo, pero perdió de nuevo, huyó a Francia y se puso al servicio de Pedro IV el Ceremonioso de Aragón en la guerra contra Pedro de Castilla. Vencido en Nájera, en 1360, volvió a Francia y acordó ayudar de nuevo a los aragoneses a cambio de apoyo para derrocar a Pedro. En 1366, a la cabeza de tropas castellanas, aragonesas y mercenarios franceses acaudillados por Bertrand du Guesclin o Duguesclin, derrotó a Pedro el Cruel, que se refugió en la Francia sometida a los ingleses, aliados suyos. En 1366, Enrique se proclamó rey, aunque tuvo que conceder grandes premios a sus aliados, y de ahí su apodo El de las Mercedes. Pedro reunió un fuerte ejército en gran parte inglés, incluyendo escuadrones de los temibles arqueros, dirigido por Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro, y venció a Enrique en una segunda batalla de Nájera, en 1367. Pero no pagó debidamente al inglés, que se retiró y entró en graves apuros económicos. Enrique reunió de nuevo un ejército en Francia y lo confió a Duguesclin, mientras Pedro reclutaba a castellanos y portugueses, aliados también de Inglaterra. La batalla de Montiel concluyó con la caída de Pedro. Duguesclín lo llevó con engaños a presencia de Enrique y los dos hermanastros intentaron matar uno al otro. Cuando Pedro parecía ganar, Duguesclín ("No quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor"), auxilió a Enrique, que pudo apuñalar hasta la muerte a su enemigo.
Durante la guerra civil, Enrique había perseguido sañudamente a los judíos y mudéjares, que apoyaban a Pedro, pero después les mostró mayor tolerancia. También entró, junto a Francia, en lucha sobre todo naval con Inglaterra. La flota castellana, compuesta por naves de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y otras, y mandada por Ambrosio Bocanegra, genovés instalado en Andalucía, hundió en 1371 una escuadra portuguesa en la boca del Guadalquivir, y al año siguiente atacó a la marina inglesa en La Rochela, destruyó todos sus barcos y apresó a su almirante, el conde de Pembroke, a 8.000 soldados y a 400 caballeros, 70 de los cuales fueron enviados a Castilla. Las consecuencias fueron decisivas: el mar de la zona había quedado en manos inglesas después de haber aplastado años antes a la flota francesa, pero ahora quedó libre el canal de la Mancha, Inglaterra debió abandonar a Portugal, que pasó a apoyar a Castilla; facilitó los avances franceses por tierra, auxiliados por castellanos; y dejó a Castilla como principal fuerza naval atlántica. Muerto Bocanegra en 1374, le sucedió Fernán Sánchez de Tovar, que, junto con algunas naves del almirante francés Vienne, desembarcó en varias ciudades del sur de Inglaterra y la isla de Wight, reproduciendo por vía marítima las célebres cabalgadas, y capturó o hundió numerosos barcos, forzando a los ingleses a aceptar una tregua en 1375. Vueltas las hostilidades en 1377, Tovar atacó y saqueó numerosas poblaciones de la isla, en 1379 infligió nuevas derrotas a la armada inglesa, y en 1380 subió por el Támesis hasta las inmediaciones de Londres, incendiando Gravesend y otros objetivos. Algunas ciudades costeras pagaban tributo a los invasores para mantener su seguridad. Al año siguiente, vuelto Portugal a la alianza inglesa, Tovar desbarató una escuadra portuguesa frente a Huelva y después bloqueó Lisboa: el corte de dinero y suministros para las tropas inglesas allí desplegadas, hizo que estas saqueasen a los portugueses. Portugal volvió a la paz con Castilla, y Tovar transportó a los ingleses a su país. En 1385 el almirante murió de peste mientras asediaba nuevamente Lisboa.
Los triunfos militares de la marina castellana tuvieron un decisivo efecto económico, al asegurar el libre tránsito entre España, Flandes, Francia y también Inglaterra, adonde iban la lana, vinos, hierro, aceite de oliva, jabón, frutas, mercurio, etc. de Castilla. Los marineros y mercaderes castellanos obtuvieron ventajas fiscales en los puertos franceses y en Brujas, y este tráfico se convirtió en eje esencial, durante siglos, para la economía castellana, que, en contraste con la de Aragón, salió de aquellos conflictos con fuerte impulso, e hizo de Burgos un centro comercial de primer orden.
La implicación hispana en la Guerra de los cien años tuvo otra derivación. En 1383 murió Fernando I de Portugal, y su hija Beatriz, cortejada por príncipes franceses e ingleses, prefirió a Juan I de Castilla, hijo del ya fallecido Enrique el de las Mercedes. Juan reclamó el trono portugués, pero parte de la nobleza lusa eligió a otro Juan, el maestre de la orden de Avís, ocupó Lisboa y otras ciudades y dio origen a una guerra civil. El castellano sitió Lisboa, y el de Avís buscó la ayuda inglesa. La peste hizo estragos entre los sitiadores, forzándoles a levantar el asedio, y el de Avís pudo someter a las ciudades partidarias del Juan castellano. A principios de 1385 llegó un pequeño contingente de veteranos ingleses, sobre todo arqueros; en abril Juan de Avís fue proclamado rey y doblegó el norte de Portugal, poco afecto a él.. Entonces Juan de Castilla mandó un poderoso ejército de unos 30.000 hombres, incluyendo un nutrido escuadrón de la prestigiosa caballería pesada francesa.. La desproporción contra los de Avís (30.000 a 6.000) parecía asegurar el éxito, pero ocurrió lo contrario: ambos chocaron en Aljubarrota.La caballería pesada fue frenada por los hoyos cavados en tierra, una táctica inglesa, y los arqueros ingleses, atacando desde los flancos, masacraron a los caballeros y a las tropas castellanas de modo similar a como habían hecho con las francesas en Crécy y Poitiers. El desastre aseguró la victoria definitiva del de Avís, que inauguró una nueva dinastía y firmó una alianza entre Inglaterra y Portugal, vigente hasta hoy.
El conflicto castellano-portugués se complicó todavía por el intento de Juan de Gante, duque de Lancaster, de hacerse con el trono de Castilla, pues se había casado con Constanza, hija mayor de Pedro el Cruel. Para ello había emprendido tratos con Portugal, Navarra y Aragón para cercar a Enrique II. En 1381 había intentado una invasión desde Portugal, pero fracasó. Cuatro añlos más tarde, la batalla de Aljubarrota había suscitado en Castilla cierto movimiento en su favor, por lo que en 1386 desembarcó en La Coruña y sus tropas inglesas, unidas a las portuguesas, invadieron León. Pero fracasó nuevamente, por lo que negoció el matrimonio de su hija con el heredero de la corona castellana y renunció a sus pretensiones sobre Castilla a cambio de una indemnización que no le sacó de apuros financieros.