Rajoy ha descubierto, con el natural asombro, que ¡el mundo cambia, y la sociedad española también! Hombre generoso, quiere hacernos partícipes de su hallazgo intelectual, y debemos reconocer que nos ha convencido por completo. Sobre el sentido del cambio y de los que propone para adaptarnos ya no resulta tan preciso, aunque se le entiende; y lo que se le entiende ya no resulta tan convincente.
-------
Esperan Rajoy y sus amigos ganar elecciones incidiendo por un lado sobre la crisis económica y por otro compitiendo en la carrera por complacer a los separatistas. Pero Zapo, afortunado sujeto, les lleva ventaja: la crisis económica empieza a notarse al comienzo de su mandato y en cuatro años podría irse superando, con lo cual estaría en mejor posición que nunca ante las siguientes elecciones. Además siempre aventajará (es de esperar) a los Rajoy y demás señoritos en capacidad de claudicación ante los secesionistas. ¡Y estos tíos van de estrategas políticos por la vida! Claro que en el proceso aprenderán inglés y relegarán el español a la esfera doméstica. Quizá no aspiren a otra cosa, en el fondo: la nena angloparlante en el corazón y en el cerebro.
-------
De hecho la política de los Rajoy, Costa, Elorriaga, Gallardón, etc., puede ser mucho más letal para España que la de Zapo: no solo quieren aventajar a este en simpatías hacia los separatistas (y al fondo los terroristas), también intentan reducir nuestra cultura a un apéndice de la anglosajona.
-------
Comenta Edurne Uriarte que la derrota del PP ha sido muy lucida y no justifica su crisis actual. Pero no se trata de la derrota electoral, sino de una línea rajoyana pro golpista (aceptando el golpe de régimen de Zapo) y pro separatista, ya visible antes pero que la derrota ha dejado plenamente a la luz.
-------
Asegura Esperanza Aguirre que el PP no puede dedicarse a caer simpático a quienes le han marginado. Mal enfoque. En política hay que hacer esas cosas a menudo. El problema no está en la marginación del PP, sino en la marginación, llamémosla así, de España y la democracia. Por eso, solo por eso, no debiera el PP esforzarse por caer simpático a los marginadores.
También dice Esperanza que "no hay que hacer cambios radicales que nadie entendería".
¿Nadie entendería los cambios de Rajoy y su gente? ¿Por eso no habría que aceptarlos? No se preocupe al respecto doña Esparanza: los del golpe de partido tienen ahora a su disposición a PRISA o La Vanguardia para manipular y hacerse entender a su manera. El problema está en el carácter de esos cambios, que ella no osa exponer ni clarificar.
--------
"Con frecuencia se presenta la II Guerra mundial resuelta por la economía, en cierto modo como una competencia por la producción de material de guerra. Desde esa óptica, la derrota del Eje estaría sentenciada desde el principio, y finalmente por la bomba atómica, habiendo sido la capacidad económica useña el elemento clave. Por supuesto, la producción de medios de lucha es indispensable, pero su abundancia en manos de soldados poco motivados o de mandos mediocres hace solo más voluminosas las derrotas. Sin entrar en las causas, el hecho es que el soldado y el mando alemanes mostraron una superioridad permanente, visible en sus numerosas victorias obtenidas con medios inferiores, mientras que sus enemigos –con la excepción de la batalla de Inglaterra, en equilibrio de fuerzas– precisaron casi siempre una abrumadora superioridad numérica para ganar (...)
Las democracias gozaron de una ventaja material completa durante la campaña de Polonia y considerable durante la campaña de Francia; lo mismo los italianos en las primeras campañas de África, o la URSS al comenzar Barbarroja, etc. En todos los casos, sobre todo en el soviético, la victoria dependió, más que del material disponible, de la organización militar y la calidad de los mandos. En un momento dado, probablemente después de la batalla de Kursk, la superioridad material aliada se volvió incontrastable, pero no tanto por sí misma como a causa de la destreza adquirida por sus generales. Abunda en la misma dirección el dato de que Alemania lograra sostenerse tanto tiempo pese a su penuria de tropas, combustible y materias primas (y lograse, en año tan avanzado como 1944, sus cifras más altas de producción de material bélico, en medio de bombardeos y derrotas).
La Wehrmacht pudo haber ganado la guerra en su primera fase (de septiembre de 1939 a finales de 1941). La paz con Inglaterra estuvo en el filo de la navaja en 1940, y luego estuvo a su alcance ocupar el noroeste de África, el Oriente Medio –con su petróleo, y obteniendo de paso una posición decisiva frente a la URSS, al sur del Cáucaso– y posiblemente las islas portuguesas del Atlántico. Con ello, Usa se habría sentido poco estimulada a intervenir, y le habría sido muy difícil hacer algo práctico en cualquier caso, mientras que Inglaterra se habría encontrado realmente aislada. En ese período Hitler cometió tres errores graves: la atención insuficiente al arma submarina cuando sus efectos pudieron ser más decisivos; la misma insuficiencia en relación con la lucha en el norte de África; y la renuncia a apoderarse de Gibraltar. Haberse vuelto contra la URSS sin dejar concluida la lucha en el oeste no fue, en principio, la equivocación que demostraría ser: de haber vencido a los soviéticos antes del invierno, habría podido volverse luego para resolver de una vez el problema británico.
El error capital de Hitler consistió, pues, en subestimar el patriotismo y espíritu de lucha rusos o, si se prefiere, la capacidad del sistema soviético para movilizar con la máxima intensidad todos sus recursos sociales. Los anglosajones buscaron, con acierto, una absoluta supremacía aérea y naval, así como en material terrestre, pero fue Rusia quien selló el destino del nacionalsocialismo al consumir el grueso de sus fuerzas. Reino Unido y Usa, que tantas dificultades tuvieron ante ejércitos germanos muy inferiores materialmente, no habrían tenido ninguna oportunidad en Europa o África si el Reich hubiera podido emplear allí las fuerzas absorbidas por el frente oriental. Tendrían que haber esperado a la bomba atómica, que los alemanes habían dado por inviable demasiado pronto; pero entre tanto habrían cambiado muchas cosas (...) De ahí puede deducirse que todo dependió de la lucha en la URSS (...) Sería la resistencia rusa la que salvase a los aliados occidentales. Lo hizo con cuantiosa ayuda de estos, pero la ayuda recíproca tuvo indiscutiblemente mayor trascendencia. Por lo demás, la colaboración entre los Aliados benefició a todos ellos, lo que no cabe decir de la colaboración de Mussolini con Hitler".
(Años de hierro)