La izquierda en España es, en su gran mayoría, antidemocrática. Siempre lo fue el PCE, la ETA, ERC, y casi siempre el PSOE, que ha vuelto a tirar al monte. Los elementos moderados y decentes, como Rosa Díez, Gotzone Mora o Redondo, quedan marginados.
Más o menos al revés ocurre en la derecha: el sector abiertamente contrario a las libertades está constituido, hoy por hoy, por personas y grupos sueltos sin empuje, combatividad ni liderazgo, más murmuradores que otra cosa, aunque forman una opinión difusa relativamente extensa. El grueso de la derecha solo en alguna época ha sido antidemocrática, debido a la conmoción de la guerra civil; en general ha sido más bien a-democrática: dispuesta a aceptar a las libertades, aunque sin entusiasmo.
A diferencia del PSOE, el PP sigue siendo un partido democrático, pero sin energía ni verdadera convicción, de ahí su enorme flojera y su proclividad a doblegarse ante los desafueros cometidos por el PSOE, separatistas y terroristas, hasta colaborar con ellos, entre quejas irrisorias. Al entreguismo, en suma. Rajoy, Rato, Gallardón, Piqué, Arenas, etc., son los prototipos. Hace años propuso Mayor Oreja, en el momento justo, una verdadera regeneración y ofensiva democrática. Su partido le respondió marginándolo. Lo significativo.
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Volviendo al importante discurso del rey: los partidos y los medios se las han ingeniado para hacerlo pasar inadvertido. Lo significativo.