Una noche, al llegar al comedor del hotel de Nóvgorod, atendido por unos camareros hoscos y casi amenazantes (la verdad es que llegamos siempre más tarde de lo previsto y les prolongábamos la jornada), nos encontramos con un montón de señoras maduras que se contoneaban en un amplio corro al ritmo de canciones rusas de los años 70-80. “¿Quiénes son?” -- pregunté a Pável, que nos guiaba— “Son inspectoras de hacienda, que han tenido una conferencia y ahora la celebran con baile y cena”. “¿No hay inspectores de hacienda?” “Pocos, la mayoría son mujeres”. Especulé para mí si serían más feroces que los hombres. Las canciones no estaban mal, excepto algunas imitaciones rusas del rock useño. Una de ellas (olviden la horterada del acompañamiento): http://www.youtube.com/watch?v=zx9rOBRAKnQ&feature=related
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Un folleto ruso sobre San Petersburgo la compara con Londres y con París. Por lo que se refiere a Londres, la comparación está fuera de lugar. Londres es una ciudad más bien vulgar e inarmónica, mientras que París es la capital europea más lograda en el aspecto monumental y urbanístico, y con diferencia. Petersburgo puede compararse hasta cierto punto con París, pero tampoco tiene mucho sentido el contraste, porque su espíritu es muy diferente. Representa la voluntad de Pedro el Grande de occidentalizar a Rusia a lo grande y por decreto, y en esa misma concepción hay algo de barbarie. La ciudad fue construida sin reparar en el sacrificio de vidas, y se dice que está edificada sobre los huesos de decenas de miles de siervos. Lo mismo cabe observar de su gran cantidad (con los alrededores) de palacios increíblemente suntuosos. Hasta las casas de las grandes perspectivas tienen algo de monumental, mientras que al acceder a los patios interiores, que a menudo se prolongan varias manzanas y sirven de aparcamientos, se percibe lobreguez y descuido. Detrás de nuestro hotel, muy céntrico, estaban las instalaciones herrumbrosas de una fábrica abandonada, que contrastaban con las cúpulas doradas de una iglesia a no mucha distancia. A través de mis lecturas adolescentes de Dostoievski, por ejemplo, me imaginaba mejor los patios que las “perspectivas”.
Con todo, el resultado es una de las ciudades más bellas y sugestivas del mundo. Cabe pensar en el coste que puede llegar a tener la belleza “Pero a quienes vienen detrás, ¿qué les importa el coste? Disfrutan del resultado y eso es todo. Y con la revolución, miles y miles de personas murieron de hambre y de frío, probablemente más que en la construcción de la ciudad: también los comunistas aspiraban a la belleza, a su manera, la belleza de la emancipación humana”. La historia de San Petersburgo es quizá la más trágica de Europa, y en el asedio de la II Guerra Mundial alcanzó su ápice. Por otra parte, allí se encendió en 1917 la chispa que había de iluminar o incendiar –según el punto de vista-- medio mundo, y condicionar la historia mundial del siglo XX. Sin olvidar su tremenda carga literaria.
La urbe está diseñada como una impresionante exhibición de voluntad de poder, en la cual se percibe fácilmente una doble alma: se trataba del poder ruso, que adoptaba sin embargo la lengua francesa como común entre las clases altas, las cuales dejaban el ruso para tratar con los criados y siervos. Algo paradójico. También cabe decir que a Inglaterra la construyeron realmente los normandos, que hablaban francés como la lengua del poder, y hubo un rey de origen alemán, en tiempos modernos, que no se molestó en aprender inglés, pero se trata de algo distinto. Los normandos eran invasores, las clases altas rusas pertenecían desde el principio al país y aquel rey tenía el poder bastante limitado.
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****Amigo Moa, he leído una carta el ABC de un sujeto claramente de pocas luces. Argüía que él siempre había estado a favor de “los derechos de las mujeres” contra la “ancestral opresión masculina”, pero que si las feministas intentaban llevar las cosas demasiado lejos por resarcirse de la antigua opresión, que no contasen con él, que por ahí no las seguiría”. ¿Se puede ser más oficioso y tonto? El hombre parecía creer que los, como usted dice, feministas experimentarían una terrible pérdida si él no los acompañaba. Y me dije: “¿en qué consistiría aquella ancestral opresión masculina?, ¿en los millones de hombres que a través de las generaciones se han deslomado para mantener a sus familias? Alejandro C. S.
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****Blog, Katacrok: "Intelectual, moral, espiritual y artísticamente, España ha representado muy poco desde hace siglos." Eso es una exageración, una injusticia y en definitiva un error, y está en contradicción con lo que usted, don Pío, ha dicho con acierto en varias ocasiones sobre el auge cultural de la España de la Resturación y contra la méntira del "páramo cultural" del franquismo.
Creo que no hay tal contradicción. Hubo un auge cultural en la Restauración y en el franquismo, pero solo comparado con la muy larga decadencia anterior. Comparado con lo que al mismo tiempo se hacía en Francia, Inglaterra, Alemania, incluso Italia en los siglos XVIII, XIX y XX, el peso español es ligero, a menudo insignificante. Así en ciencia, en pensamiento, en técnica; incluso en arte o en literatura la contribución hispana es de segundo orden. No creo que se trate realmente de una infravaloración de la cultura española, aunque puede haber algo de ello. Actualmente el retroceso es bien visible. Y la retórica autocomplaciente es un mal remedio contra la realidad penosa.
Cosa distinta es que quienes se dedican a denigrar sistemáticamente la cultura española y a admirar de manera beata y acrítica la anglosajona (hoy tremendamente absorbente) ayuden en alguna medida a superar el bache: más bien lo ahondan. A estas cosas me he referido, directa o indirectamente, en Nueva historia de España y en La Transición de cristal