En uno de sus importantes artículos, titulado "De la historia de España al latín y el griego", Rodríguez Adrados denunciaba recientemente: "Es una pena que en un país llamado España, un país de origen cultural griego y latino, se descienda, tras infinitas luchas desde los años sesenta, a un vacío tan grande. Mientras se añaden nuevas materias, tecnología, optativas, lo de la Ciudadanía..." Y se ofrece una historia de España pintoresca, por decir algo. Adrados terminaba pidiendo una historia en serio, y también latín y griego en serio.
Me permitiré una pequeña discrepancia en cuanto a los idiomas. Sin duda el español común es latín transformado, pero el conocimiento del latín "en serio" resulta enteramente inútil para la gran mayoría. Se trata de un saber especializado, propio de la universidad y en las facultades correspondientes; pero opino que para el bachillerato bastan unos conocimientos sumarios del idioma, y claros de las locuciones latinas de uso literario o científico, a menudo tan mal empleadas. Lo mismo cabe decir del griego, no tan importante –por desgracia—en nuestra cultura. Ya lo expuse hace tiempo en el blog, y, por lo demás, la experiencia habla: quienes estudiamos bastantes años de latín y dos de griego salimos casi todos sin saber casi nada de ambos idiomas, y la mayoría, además, aburridos de la cultura clásica.
Sí importa, a mi juicio, un amplio trato con la cultura y la historia griega y latina, y despertar el interés por ellas. Esto no puede conseguirse, para el bachillerato, mediante declinaciones y compendios tediosos, sino por medio del conocimiento y comentario de numerosos trozos de la literatura y el pensamiento clásicos. Un bagaje clásico es fundamental, entre otras cosas, para percibir y rechazar el alud de basura "cultural" que amenaza asfixiarnos.
------
Una de las mayores fechorías de Zapo el Rojete ha sido la legalización y premio al asesinato como método de hacer política. Eso entra en una larga y desdichada tradición de la izquierda española, que conviene mucho conocer y corregir. En ningún país europeo, ni siquiera en Rusia, ha desempeñado el terrorismo un papel tan decisivo como en España. Muchos dirigentes de la derecha, entre ellos varios de los mejores y más prometedores, han sido asesinados por el terrorismo de izquierda, desde Cánovas a Gregorio Ordóñez, pasando por Canalejas, Dato, Calvo Sotelo o Carrero Blanco. El terrorismo anarquista fue un factor clave en la quiebra del régimen liberal de la Restauración, contribuyó poderosamente a envenenar y destruir el inicial proyecto republicano de una democracia liberal, con sangrientos atentados indiscriminados, anarquistas y socialistas, o el duelo entre estos y la Falange, a iniciativa de los primeros. Y si algo ha enturbiado la actual etapa democrática ha sido el terrorismo, en especial el nacionalista vasco.
En todos los casos el elemento más pernicioso no han sido los atentados mismos, que nunca habrían llegado demasiado lejos, sino el clima de simpatía de que los han rodeado siempre las izquierdas no directamente terroristas; su justificación y apoyo solapado, su boicot a las medidas eficaces contra los asesinos. Ha sido una constante.
Sorprendentemente no existe ninguna monografía que estudie este asunto en verdad clave para entender la historia de España en el siglo XX. Vuelvo a proponer la tarea a algún historiador joven, serio y ambicioso. Falta este libro: La incidencia del terrorismo en el siglo XX español. Terrorismo y la connivencia con el terrorismo. Si se hace bien, resultaría esclarecedor.
--------
Diálogos filosóficos (cortesía de don Joaquín Lai Jiménez)
Mitrofán.- He estado pensando, Bigo, lo de los caballos, la ecología y demás, y digo yo que, puestos a eso, ¿no sería mejor tomar ejemplo de los leones?
Bigopardo.- ¿Leones, Mitro?
Mitrofán.- Pues sí, los leones. Lo leí no sé dónde hace algún tiempo, y me convenció. Vamos a ver, la gente creía, a lo largo de los siglos, que a las mujeres les encantaba encargarse de la casa y todas esas cosas, ¿entiendes? Pero ha resultado ser falso. Lo que les gusta a las mujeres es trabajar, y cuanto más, mejor, como los tíos y más que los tíos. Lo dice todo el mundo, así que tiene que ser cierto. En cambio, a los tíos, Mitro, seamos sinceros, eso de trabajar nunca nos ha ido. Ya ves, el mito ese del trabajo como una maldición por el pecado original solo pudo habérsele ocurrido a algún tío. A una tía, ni se le hubiera pasado por la mollera. Lo que a nosotros nos interesa es no dar ni golpe y tener un harén, o cosa así, reconócelo, coño, sé sincero. Y eso es lo que hacen los leones. Las leonas hacen todo el trabajo y se ocupan de las crías y demás historias, los leones llegan, comen, se tiran a las leonas, dan vueltas por ahí, duermen a pierna suelta, y ya ves, todos tan contentos. ¿No es eso lo más natural? Por lo tanto, ¡dejemos que las tías se ocupen de la cosa del trabajo, la cosa económica y todo eso, y nosotros dediquémonos a seguir nuestras inclinaciones! ¿No te parece que así seríamos todos más felices? Nadie es feliz si no se le deja seguir su inclinación, ¿no estás de acuerdo?
Bigoparto. ¡Maldita sea, Mitro, hablas como un puto reaccionario! ¿Para eso me vuelvo yo loco, para explicarte las cosas más elementales y que no te enteres de nada? Vuelvo a lo de antes: ¿Son las mujeres seres humanos, sí o no? ¿Somos los seres humanos iguales por el hecho de ser humanos, sí o no? ¿Qué coño tienen que ver los leones en este cuento?
Mitofán. Bueno, Bigo, como tú hablabas de que si los caballos y las yeguas y la ecología y tal y tal... Los leones no son menos ecológicos que los caballos, vamos, digo yo...
Bigopardo: ¡Mitro, zoquete, tonto del culo, facha de los cojones! ¿Es que hay que explicarte hasta lo más elemental, como a los niños? Yo ponía los caballos como un ejemplo. Como una metáfora, ¿entiendes? ¿Tú sabes lo que es una metáfora? ¿Lo sabes? ¿Es que nosotros somos caballos? ¿Has visto tú algún hombre que sea como un caballo? ¿O siquiera como un burro? ¡Pues entonces...! Lo único que decía es que debemos obrar socialmente COMO los caballos, no que seamos IGUAL que ellos. Tomar ejemplo de ellos. Leones, leones... ¡Qué idiotez, que falta de sentido y de todo! ¡Los caballos son mucho más humanos que los leones, pero de lejos! Te juro, Mitro, que no te creía tan reaccionario. Contigo todo es trabajo perdido.
Mitrofán.- Oye Mitro, no me faltes, ¿eh? Eso de facha y reaccionario es que no te lo consiento, ¿de acuerdo? Además, ¿qué tienes contra los leones? ¿Es que los leones no tienen derecho a existir?