Estos y otros movimientos políticos ocurrían en unos meses en que empezaban a notarse los efectos de la crisis mundial, si bien retrocedía el número de huelgas con respecto al año anterior. Mas, con todo, el sistema mantenía una solidez notable, y los desmoronamientos y cambios de chaqueta, aunque con peligro de extenderse, seguían siendo solo parciales. A finales de julio, la policía desarticulaba la UMD, eliminando un factor de descomposición interna potencialmente peligroso. Pero lo que caracterizó los meses de primavera y verano fue el recrudecimiento de la acción de la ETA, a la que se sumaría pronto el FRAP y luego un nuevo grupo maoísta, el PCE(r) (“r” de “reconstituido”). Entre finales de marzo y principios de agosto, la ETA asesinó a ocho personas, provocando, en abril, un nuevo estado de excepción en Vizcaya y Guipúzcoa. En verano se unió a los ataques el FRAP, que ya había asesinado a un policía dos años antes, matando ahora a tres más y atacando con cócteles molotof algún local militar y alguna comisaría. Debido a su resonancia mediática y a los movimientos y maniobras políticas en curso, los atentados creaban cierta sensación social de desorden y descontrol.
El gobierno reaccionó con una Ley Antiterrorista que establecía consejos de guerra y penas de muerte en caso de atentados mortales. La oposición trató de entorpecer dicha ley: Junta y Plataforma afirmaron que la misma se dirigía en realidad “contra las masas populares, los ciudadanos, las fuerzas organizadas de la democracia y movimientos de las nacionalidades”. Nada más falso, por cierto: las “masas populares”, en general, aceptaban bien las medidas contra los pistoleros, como se demostraría pronto, y la oposición seguía disfrutando de notable libertad práctica y favores mediáticos, si bien sentía inquietud por si los atentados causaban una involución política.
Hacia mediados de agosto la policía detenía a todos los grupos armados del FRAP, y la ETA, dividida en dos ramas, mili y poli-mili, sufría el mayor descalabro de su historia, con detenciones generalizadas y alguna muerte, incluyendo a varios de sus principales dirigentes y activistas. Ante la sensación general de triunfo del franquismo, y para contrarrestarla, entró en acción otro grupo terrorista, el PCE(r), mediante el ataque a una pareja de guardias civiles cerca del Canódromo madrileño, matando a uno e hiriendo a otro: primer atentado realizado desde el 68 contra dos policías, pues hasta entonces solo se habían dado tiroteos por la espalda contra un solo guardia aislado. Otro hecho no ocurrido desde la guerra fue la ocupación de un pequeño cuartel en Madrid por militantes de dicho partido disfrazados de militares.
Durante el mes de septiembre, el país vivió pendiente del juicio de los terroristas, con once peticiones de pena capital. Enseguida se desató en Europa occidental un vasto y violento movimiento de solidaridad con los procesados --con perfecto olvido de sus víctimas--, que dejaría pequeño el de 1970 por el Proceso de Burgos. El Colegio de doctores y licenciados de Cataluña y Baleares pidió la suspensión de los consejos de de guerra, y poco después otro policía era asesinado en Barcelona. La CGT francesa, sindicato comunista, declaró el boicot a los barcos españoles. Las turbas agredían las embajadas, consulados, oficinas de turismo y otras dependencias hispanas, y proliferaban las amenazas telefónicas, avisos de bombas, piquetes y manifestaciones. Tarancón y el papa Pablo VI se movilizaron para dificultar la defensa del gobierno. En el mismo Madrid se reunieron el 22 de septiembre intelectuales y artistas franceses como Régis Debray, simpatizante del Che Guevara, Ives Montand, el cineasta griego Costa Gavras, y otros, con idea de difundir un manifiesto firmado también por Jean Paul Sartre, André Malraux, Louis Aragon, etc.: descubiertos, fueron inmediatamente expulsados del país. Los organismos de la CEE, como el Parlamento europeo, ministros y gobiernos de diversos países, el secretario general de la ONU Kurt Waldheim, la Internacional socialista, y diversos partidos de izquierda, el nuncio Dadaglio y otras autoridades exteriores, presionaron fuertemente a Madrid en pro del indulto.
Sin embargo, el gobierno recordaba que los indultos de diciembre de 1970 no habían hecho menguar en absoluto la agresividad terrorista ni el apoyo a esta por parte del resto de la oposición, de sectores del clero y de diversos gobiernos eurooccidentales. Un indulto generalizado solo se tomaría fuera y dentro de España por signo de flaqueza, no de perdón y concordia. Franco, finalmente indultó seis de las penas de muerte y dio el enterado a las otras cinco, tres del FRAP y dos de la ETA. La ejecuciones se cumplieron el 27 de septiembre, y entonces se desató una furiosa oleada de agitación, con recrudecimiento de boicots sindicales, ataque a oficinas de la compañía aérea Iberia, y a centros oficiales hispanos. El mismo día 27, la embajada española en Lisboa era saqueada y quemada por las turbas, bajo la benevolente inacción de la policía y las autoridades; y la de Viena sufría serio vandalismo. En Bruselas, Londres, Roma, París y otros lugares hubo manifestaciones violentas, y la de Suecia y la de Holanda fueron encabezadas por los respectivos jefes de gobierno. El primer ministro sueco, Olof Palme, paseó una hucha simbólica pidiendo dinero para la oposición a Franco. El presidente de Méjico, Echeverría, exigió la suspensión de los derechos de España como miembro de la ONU y la ruptura de relaciones con ella. Diecisiete países, democráticos y totalitarios en compañía, retiraron sus embajadores. Parecía una vuelta al año 45, cuando España fue sometida al aislamiento internacional.
Arias retiró a su vez varios embajadores españoles y, en nombre del gobierno y del Caudillo, advirtió: “No deseamos estar solos, pero tampoco nos intimida la posibilidad del aislamiento”. Sin embargo no creía en ella, pues, como señalaba el ex ministro Alfredo Sánchez Bella, “Un país que compra anualmente productos por un valor superior a 15.000 millones de dólares no puede ser aislado”
Las reacciones eurooccidentales y la del papa no dejan de resultar chocantes, no solo porque nunca les habían indignado en grado remotamente parecido las ejecuciones de terroristas o simples disidentes en otros países, con muchas menos garantías que en España, sino porque el terrorismo se estaba convirtiendo en una plaga en Europa, especialmente en Alemania (RAF), Italia (Brigadas Rojas) y Francia, con atentados y sabotajes, secuestro de aviones, etc. Bastaba recordar la brutal matanza, solo tres años antes, de deportistas israelíes que asistían a la Olimpíada de Munich. Y no era menos destacable su silencio, de fondo despectivo, hacia las víctimas de la ETA y del FRAP, aunque a veces incluyeran leves alusiones a las mismas. Además, el pasado de muchos enemigos del franquismo guardaba puntos oscuros. El más acerbo acusador, el mejicano Echeverría, había sido, como ministro del Interior, el más directo responsable de la matanza de cientos de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, en 1968, así como, siendo ya presidente, de otra matanza llamada el Halconazo, con no menos de 30 víctimas mortales. Kurt Waldheim sería acusado años después por su pasado en las SA nazis y por crímenes de guerra. Olof Palme moriría diez años después, precisamente en un atentado terrorista que la policía sueca nunca supo aclarar…
La especial animadversión que despertaba el franquismo en Europa occidental no se debía a su carácter dictatorial, pues dictaduras mucho más férreas en el este europeo eran miradas hasta con cierta simpatía, en particular a la yugoslava de Tito (ocurría también en la propia España, sobre todo con el castrismo). Ni podía deberse al recuerdo de la guerra mundial, pues el franquismo libró a Gran Bretaña de la catástrofe que habría supuesto para ella el cierre del estrecho de Gibraltar por los alemanes, y luego había facilitado, con su neutralidad, el desembarco anglouseño en el Magreb. Las potencias anglosajonas y la Europa occidental habían contraído entonces una deuda impagable con Franco. Por otra parte, España fue uno de los países que salvaron a mayor número de judíos. El odio se justificaba en la ayuda recibida por el franquismo de Alemania e Italia durante la guerra civil y su solidaridad posterior (con pocas consecuencias prácticas) hacia ambos fascismos. También había en la condena a Franco, probablemente, un oculto resentimiento por el hecho de que los nazis hubieran hallado mucha más colaboración que resistencia en los países ocupados de Europa occidental, y porque estos no debían a sí mismos, sino a la intervención useña, la democracia ni el comienzo de su prosperidad de posguerra (plan Marshall). Por fin, algunos quizá creyeron que un fuerte empujón en aquella crisis derrumbaría al franquismo. Usa obró con mucha mayor ecuanimidad.
El régimen resistió estoicamente las presiones y agresiones, que sin duda supusieron un fortísimo estímulo para los terroristas. En contraste con las movilizaciones del exterior, en el interior de España hubo escasas protestas, y los antifranquistas, en general, optaron por la discreción, temerosos de que el gobierno, triunfante una vez más, se revolviera contra ellos; aunque no pareció ser esa la intención de Arias. ETA y FRAP parecían vencidos, y el alboroto exterior iría calmándose. Pero a los cuatro días el gobierno encajó un golpe especialmente duro: el 1 de octubre, en una acción terrorista sin precedentes, el PCE (r) asesinó simultáneamente a cuatro policías en diversos puntos de Madrid, sin reivindicar la acción, como no lo había hecho con la del Canódromo, para evitar la detección policial. El golpe coincidió con una magna demostración popular de apoyo a Franco en la plaza de Oriente, lugar de otras manifestaciones similares, con entre cien y doscientos mil asistentes. Franco habló con voz apagada, acusando de la agitación europea a una “conspiración masónica-izquierdista en contubernio con la subversión comunista-terrorista (…) que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”. El golpe del PCE(r) serviría, más tarde, para dar nombre a la sección de dicho partido llamada GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre). Unos días después, una bomba de la ETA al paso de un jeep de la Guardia Civil, en Guipúzcoa, causaría tres muertes más.
Fue la última victoria, aunque solo parcial, del viejo Caudillo, que poco después sufría los primeros amagos de infarto y entraba en una larga agonía. El rey marroquí Hasán II decidió aprovechar tan favorable coyuntura para apoderarse del Sáhara.
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****Sobre “Nueva historia de España”: http://www.youtube.com/watch?v=CKNJUatdVg0
****La “justicia” argentina es más coherente que Garzón. ¿No fue genocida el franquismo? Pues entonces hay que empezar por procesar a quienes queden vivos de él: a Juan Carlos, a Suárez, a los gobiernos de la transición… y, por cierto, a Juan Luis Cebrián, al juez Jiménez Villarejo y a una multitud más. Por cómplices, como mínimo, del régimen genocida.
****Lo más humillante de las fechorías y ataques a la democracia y a España perpetradas desde el 11-m, es la ínfima talla intelectual y personal de sus autores: simples mequetrefes y mequetrefas. Y ahí están ellos y ellas mandando, mangoneando, mintiendo y mangando a mansalva. Creo que nunca desde la I República había caído el país tan bajo. Hasta los jefes de la II República, entre quienes tanto abundaban los botarates, eran lumbreras comparados con estos.
****Dice la nefasta Ana Botella, pionera en el intento de silenciar a Federico y a César, que en España todavía no hay igualdad entre el hombre y la mujer. Naturalmente, eso depende: hay igualdad ante la ley desde hace muchos años, que de eso es de lo que se trata; aunque en muchos aspectos se está destruyendo esa igualdad para perjudicar al varón --cada vez más boyuno-- por parte del lesbianismo-feminismo. En lo demás, ni hay ni habrá nunca igualdad. Afortunadamente.
****Con la misma estupidez se critica a la Iglesia por no ser democrática. La democracia solo vale para la política, y en España la democracia apenas existe, ni siquiera en política (para empezar, los partidos no son democráticos), o está en retroceso. No hay ni puede haber democracia en el ejército, ni en la administración técnica del estado, ni en las empresas, ni en la enseñanza ni en casi ninguna cosa más. Precisamente la igualdad ante la ley, una de las bases de la democracia, está en plena involución.
****Zapatero falsifica datos y Rajoy le descubre: "Miente a los españoles" Es que Zapo apenas sabe hacer otra cosa que mentir. Lo mismo que Rajoy, todo sea dicho. He aquí al gobierno y he aquí a la oposición.
****Blog: “Creo que es una vergüenza que hoy siga usándose, 35 años después de su muerte, el nombre de Franco en la batalla política, y no sólo por gentes de izquierda. Ser hoy franquista o antifranquista viene a ser cono ser partidario o detractor de Doña Juana, llamada la Beltraneja, persona muy importante en su tiempo, pero cuya memoria no arrastra hoy pasiones, siendo solamente materia de historiadores”.
Pues no: http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/la-asignatura-pendiente-de-la-democracia-5407/