Un teniente coronel del ejército se ha declarado separatista en Cataluña. Es de suponer que este traidor habrá sido expulsado automáticamente del ejército. Mejor dicho, es de suponer que no lo haya sido, teniendo en cuenta que es de su cuerda la ministreja de la cosa, la rubianesca Chacó, a quien “se la suda (más bien se lo suda) la unidad de la puta España”. El militar botarate alega que el “centralismo español” ha perjudicado a Cataluña, y seguramente nadie le habrá replicado.
Ocurre con los nacionalismos regionales un curioso fenómeno: desde su origen no han cesado de disparatar en torno a la historia y la realidad política, no han cesado de insultar, de provocar, de atacar las libertades. Estas actitudes han provocado a menudo indignación, pero casi nunca una respuesta adecuada en el mismo plano, por lo que han terminado por convencer a mucha gente. Lo reconocía, muy suavemente, La voz de Guipúzcoa en 1923, en vísperas de que los separatismos, junto con el terrorismo anarquista y la ineptitud de los politicastros produjeran la ruina de la Restauración: “¿Qué otra cosa sino sonreír puede hacerse ante quienes se proclaman víctimas de la tiranía de un Estado que les consiente vejar el nombre de la patria y subvertir sus más fundamentales instituciones? A nuestra risa se mezcla un poco de dolor, porque pensamos en los payeses y en los caseros, en los hombres del agro y del taller a quienes se capta con apóstrofes, con sentimentalismos, con imprecaciones, con todo menos con argumentos. Y en ese aspecto nos parece reprobable la pasividad gubernamental ante los energúmenos que dan mueras a España” Parece de ahora mismo. Pero no es solo cuestión de pasividad gubernamental, sino social, y ante todo de los intelectuales, pues eran ellos quienes debieran haber orientado a la opinión pública dando respuesta a tales peligrosas botaratadas. Pero la intelectualidad de entonces, con un “regeneracionismo” no menos botaratesco que los separatismos, se volvió contra las libertades, dejó sin cobertura intelectual a la Restauración, régimen que, con todos sus defectos, “reanudó la historia de España” después de dos tercios de siglo de convulso estancamiento, y lo empujó hacia un derrumbe que sería causa de otros derrumbes, hasta la guerra civil.
Hoy, uno de los mayores peligros para España consiste en su profunda decadencia intelectual, el "páramo" que no existió en el franquismo y sí ahora.
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****Un cartel en un juzgado de Badajoz reza así: “Menudo hijo de la grandísima puta (por Zapo) …él, la Pajín, el Pepiño y toda esa panda de chupócteros (sic) desgraciados…". Lenguaje un poco burdo, sin duda, y algo impreciso. Podría decir: traidores al país, colaboradores del terrorismo, corruptos, falsificadores de la historia, propulsores de la crisis económica… Sería menos emocional, pero más concreto.
****Un caso de conspiranoia:
En la Feria del Libro se me acerca una mujer mayor, mira los ejemplares de Nueva historia de España en el mostrador, y me dice, con expresión algo pirada:
--Ahí cerca tienen las memorias del general Rojo, ¿las ha leído? Son mucho mejores que sus libros.
---Hay opiniones para todo
--Usted estuvo en un grupo que secuestró a Oriol… ¿Cómo se llamaba?
--No me acuerdo
--Entonces decía todo el mundo que era la policía la que estaba detrás…
--Donde la policía estaba infiltrada era en el PSOE, el PCE y todos aquellos.
--No, no, yo me acuerdo muy bien, era un grupo manejado por la ultraderecha.
--¿Le interesa a usted el asunto? Aquí tiene el libro De un tiempo y de un país, que se lo explica.
--No, no, yo no compro esas cosas…
--Pues si quiere saber de qué habla, mejor que lo lea… Pero si lo que le interesa es hablar por hablar, ya sabe, siga así.
--No, no, yo sé lo que digo
--Y tanto…
Recuerdo aquellos tiempos: la cantidad de periodistas y no periodistas que salieron expertos en terrorismo, en clandestinidad, en acciones armadas y en mil cosas más. De tan entendidos, demostraban que las acciones del GRAPO solo podían ser obra de poderes ocultos más o menos relacionados con la ultraderecha, la policía, los servicios secretos franquistas, acaso la CIA o incluso el KGB… No tenían ni idea de lo que hablaban, pero lo mejor de todo es que rechazaban absolutamente informarse. Lo del “extraño GRAPO” fue como una consigna que duró muchos años, pese a ser el grupo de la época más ampliamente explicado. Mucho más, desde luego, que el PSOE, el PCE y tantos otros, sobre cuya financiación y relaciones persisten tantos puntos poco aclarados. Cuando escribí De un tiempo y de un país pensé que tendría una amplia acogida, dadas las especulaciones creadas artificiosamente en torno a él. Me equivoqué por completo: lo que interesaba a la mayoría de los opinantes no era clarificar el asunto, sino precisamente mantenerlo entre brumas: daba más juego “informativo”.
****Me comenta un amigo que cometo un error al hablar de que la legitimidad de Juan Carlos viene del franquismo pues, según él viene de la Constitución. Craso error, a mi juicio. No fue la Constitución quien hizo al rey, sino más bien el rey quien hizo la Constitución, es decir, impulsó el proceso que llevó a ella. Y era rey por voluntad de Franco, no por legitimidad dinástica. La Constitución, en todo caso, le refrendó, refrendando al mismo tiempo la legitimidad del nombramiento y del franquismo: “de la ley a la ley”. De ahí la deslegitimación de Juan Carlos por la ley de memoria histórica... si no fuera esa ley y sus autores quienes carecen de toda legitimidad. El problema radica en que el rey ha firmado esa ley totalitaria.
****José Antonio Durán y Lérida salva a Zapo, aunque no es mejor lo de Rajoy y su PPOE. Este pudo haber dicho: “Las medidas que propone el gobierno son parte de la solución a la crisis, pero quien no es parte de la solución, sino el problema mayor, es el gobierno mismo, que ha profundizado la crisis al máximo y vuelto su remedio mucho más doloroso para la mayoría de los españoles, convirtiéndonos de paso en protectorado del Eje París-Berlín. La primera y fundamental medida para afrontar la crisis consiste en la dimisión de ese nefasto gobierno”. Pero en lugar de explicar algo así, Rajoy ha imitado la demagogia zapotesca, demostrando una vez más que no es alternativa, sino solo una mala caricatura del Mequetrefe Siniestro. Tal como están las cosas, Rajoy podría ganar las elecciones, ya que el propio PSOE le ofrece la victoria en bandeja y la mayoría de la población está un tanto embrutecida después de tantos años de ser atiborrada con trola, choriceo y puterío.