En Época
Recuerdo una reunión de personas relacionadas con la política, algo antes o después de las elecciones del 11-m (marcadas, quiero decir, por aquella matanza aún no aclarada), en la que Redondo Terreros opinó que la dinámica de manifestaciones violentas y expresiones guerracivilistas emprendida por el PSOE zapateril (los sucesivos “chapapotes”), perjudicaba a su partido, porque la mayoría de los votantes socialistas era moderada y le disgustaban aquellos excesos. La demagogia socialista reforzó pronto con el “diálogo” con los asesinos etarras, que resultó en la mayor colaboración que dicha banda armada haya obtenido en toda su historia, con haber disfrutado de unas colaboraciones escandalosas, dentro y fuera de España. Así, un gobierno delincuente confirmaba y premiaba el asesinato como un modo de hacer política, y desmentía el aserto de que los presos etarras no eran políticos: los convertía en políticos y además privilegiados, puesto que negociaba políticamente con ellos asuntos del máximo nivel. Esta actividad delictiva de Rodríguez y su camarilla debiera haberlos desahuciado ante la opinión pública e incluso mandado a la cárcel.
Pero la experiencia ha demostrado lo contrario de lo que pensaba Redondo: las fechorías, insolencias y provocaciones del gobierno le han resultado en extremo rentables. Podríamos concluir de ahí que la sociedad española se está radicalizando de nuevo, tras haber salido del franquismo con un espíritu tan moderado y reconciliado, para sorpresa de tantos desinformados. Aquella moderación y olvido muy mayoritario de los viejos rencores que habían arruinado la república, permitió una transición sin muchos traumas, pese a la mediocridad de los políticos y a los golpes del terrorismo. Hoy, aquel ambiente ha sido sustituido por un antifranquismo de pacotilla, pero no por ello menos amenazante: acabamos de verlo y seguimos viéndolo en la garzonada, por ejemplo. Se dirá que la radicalización solo ocurre entre minorías, pero son siempre minorías las que toman la iniciativa y terminan arrastrando a los demás. Nada más lejos de la realidad que entender hoy a la mayoría de la sociedad española como moderada políticamente a partir de una información seria: no es lo mismo moderación que aturdimiento, indiferencia o chabacanería. La sociedad está hoy mayoritariamente estragada por una información y argumentarios englobables en el término “basura”. Ha ido acostumbrándose a creer que lo único importante es tener bien lleno el buche y “divertirse” en el espíritu de un hedonismo pedestre; solo que cuando la crisis empieza a fastidiar tanta diversión, la mayoría puede ser arrastrada con más facilidad a radicalismos menos superados de lo esperado, o a una progresiva descomposición política y moral.
Una razón fundamental de esas tendencias consiste en la destrucción de la historia. La izquierda y los separatismos, que después de Franco aspiraban a la ruptura, tuvieron que resignarse a una reforma cuyo concepto fundador era la legitimidad del franquismo –de él vino realmente la democracia--, y no la del Frente Popular. Pero a continuación la derecha renunció a sus orígenes y dejó a la izquierda llevar a cabo una labor de zapa contra aquella legitimidad, labor culminada en la Ley (destructora) de la memoria histórica, que, al falsear el pasado y pretender deslegitimar al franquismo, deslegitima implícitamente la democracia y la monarquía.
Manuel Machado escribió durante la guerra civil un soneto advirtiendo contra quienes pretenden anular la historia y crear de pronto un mundo nuevo, como los revolucionarios de entonces. Hoy, curiosamente, es la derecha quien no quiere saber del pasado, mientras la izquierda, más modestamente, se remite a él, falsificándolo. Las dos posturas provocan inestabilidad política, cultural e ideológica. Y hacen rentables las demagogias violentas.
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****Es obvio que un avión no puede empotrarse en un edificio “de acero”. Todos hemos visto cómo los aviones lo hacían con las torres gemelas, y decenas de miles o cientos de miles de neoyorkinos lo vieron también en vivo. Pero como sabemos que ello “es imposible”, tiene que haber sido un montaje televisivo, ilusión óptica o algo así, preparado por Oscuras Fuerzas Políticas con vaya usted a saber qué objetivos (aunque muy presumiblemente estratégicos y petrolíferos y para matar a millones de personas inocentes en Irak y Afganistán --todos sabemos que estas masacres les encantan a las Fuerzas Oscuras)
Es obvio que aun si se diese el milagro increíble de que los aviones se empotrasen en las torres en lugar de estamparse en ellas como el “sentido común” ordena, las torres no pueden caer como lo hacen, por lo tanto tienen que haber sido destruidas mediante voladuras controladas, presumiblemente por el hermano de Bush. No se notan ruido ni resplandor de explosiones porque se utilizaron explosivos de última generación, silenciosos y antidestellos, inventados ex profeso para este atentado.
Es obvio que en el caso del tercer edificio derrumbado los verdaderos autores del atentado se olvidaron (un fallo lo tiene cualquiera) de preparar otro avión, dejando al descubierto todo el pastel.
Es obvio que no existen musulmanes capaces de aprender a pilotar aviones lo indispensable para estrellarlos contra un edificio, como también es sabido que los atentados suicidas son una leyenda inventada por la CIA o por los sionistas para justificar sus oscuros designios. Por lo tanto los aviones, en caso de existir y no tratarse de espejismos manipulados, no pudieron ser pilotados por suicidas islámicos.
Es obvio que no existe Al Qaida ni el terrorismo islámico, ni hay la menor amenaza por parte del islam sobre occidente. Por lo tanto los atentados del 11-s no pueden proceder de ellos, sino del gobierno useño y de las Oscuras Fuerzas que Gobiernan el Mundo y que buscan, entre otras cosas, enfrentarnos con los pacíficos islamistas.
Es obvio que, con tales imposibilidades, simplemente no pueden existir restos de los supuestos aviones, ni puede saberse nada de los supuestos pasajeros, ni pueden quedar restos relevantes en las ruinas de las torres gemelas. Nada, en fin, que demuestre lo que todos hemos creído ver debido a una manipulación óptica inducida por extrañas fuerzas, identificables probablemente con el imperialismo yanki, la masonería o el sionismo, si es que las tres no son una y la misma cosa bajo disfraces diferentes, para despistar. Es obvio también que la prensa, en su mayoría, está implicada en el complot, y por eso no informa a la población de las pruebas del siniestro montaje. ¡Si hasta es posible que el propio derrumbe de las torres sea otro montaje televisivo-periodístico para justificar invasiones, matanzas y cosas por el estilo! Pueden haber hecho invisibles las torres gemelas y sin embargo seguir ellas ahí. ¡Con la técnica que tiene esa gente, solo los muy ingenuos podrían asombrarse de tal cosa!
Con esto se acaba, por mi parte, la discusión del asunto.
****Otro modelo de conspiranoia: decir que la prensa franquista apoyaba a la ETA es solo una manifestación muy cultivada de majadería. Quienes la apoyaban eran los órganos de prensa antifranquistas, que proliferaron en los últimos años de aquel régimen. Pero sosteniendo lo primero puede darse crédito a la gansada de que la ETA es "en realidad" una creación de los "servicios secretos" o cosa así, y pasar por "enterado" frente a los que solo ven "lo que nos quieren hacer ver". "Enterados" así abundan mucho, y la majadería es mucho más incansable que la maldad.
****http://blogs.periodistadigital.com/bokabulario.php/2010/05/27/cuando-gregorio-maranon-defendio-el-alza