Una peculiaridad de su cultura fue la abundancia de sacrificios humanos, acompañados de canibalismo. Se ofrendaban hombres, mujeres y niños a diversos dioses, pero especialmente al del sol y la guerra, Huitzilopochtli. El sol, con su misterioso paso diario por el cielo, del que depende la luz y la vida, ejerció una fuerte impresión sobre la psique humana. Para los aztecas, el fin del mundo podría acaecer cada 52 años y, para evitarlo y merecer la vida, el sol debía ser alimentado con sangre de corazones humanos: un sacerdote abría el pecho a la víctima con un cuchillo de obsidiana, le extraía el corazón y lo ofrendaba al sol. A menudo la víctima era desollada y el sacerdote se cubría con su piel. Cortada la cabeza, el cuerpo era echado abajo de la pirámide y comido. Alimentar al sol exigía capturar víctimas, a cuyo efecto se instituyó la guerra ritual o “florida”. El número de sacrificados tenía que ser muy alto, aunque no son creíbles cifras ofrecidas por los propios aztecas, como los 84.000 sacrificados en cuatro días por un solo sacerdote en la reconsagración de la Gran Pirámide de la capital, en 1482. La cifra, imposible, debe dividirse por diez, incluso por cien y más. La exageración en las cifras es una constante en los documentos históricos, aun en nuestros días: baste pensar en el célebre millón de muertos de la guerra civil española, menos de un tercio en la realidad; o en las cifras sobre muertos en Guernica, multiplicados por diez, veinte y más, en Badajoz, etc.
Aunque pocos pueblos llevaron los sacrificios humanos y el canibalismo al extremo de los aztecas, esas prácticas estaban muy extendidas por América, también entre los incas. Pese a la mentalidad posterior, su práctica ha sido probablemente universal. Quizá se explica por la situación del hombre en un mundo que, como dice el psicólogo Paul Diel, le acoge y le aterra simultáneamente. Siempre han inquietado e intrigado al ser humano fenómenos como la alternancia del día y la noche, la presencia del sol y las estrellas, la cambiante naturaleza, que tanto ofrece sus dádivas como golpea con pestes, catástrofes y la muerte final. Un modo primario, pero lógico, de explicarlos y calmar la angustia asociada a ellos consiste en personificar las fuerzas naturales, interpretándolas de modo parejo a las fuerzas que el ser humano percibe en su interior y que dan sentido a sus acciones: deseos, voluntad, amor, ira, odio… Puesto que el hombre forma parte de la naturaleza, esta debe portarse de modo análogo a él, debe haber una correlación entre la conducta humana en torno al bien y el mal, y la de las fuerzas naturales, infinitamente más poderosas y duraderas. Divinizadas estas, los mitos dan cuenta de cómo premian o castigan a los mortales según estos se porten. ¿Por qué no iba el sol a pararse o quemar la tierra si se irritaba o se cansaba? Para ganar el favor divino se ofrendaba lo más valioso: la propia vida humana, víctimas propiciatorias que salvaran al conjunto del pueblo y permitieran la continuidad de la vida y la cultura. Las viejas civilizaciones euromediterráneas habían refinado su religiosidad y comprensión del mundo, y abandonado esas prácticas muchos siglos atrás, y en la religión judaica habían sido anatema y un signo de diferenciación con los politeísmos del entorno; pero aún no había ocurrido así en América.
El concepto de que la naturaleza debe comportarse de modo análogo al hombre ha evolucionado al contrario: no solo la naturaleza obra sin ningún sentido ni finalidad, sino que a la propia vida humana le pasa lo mismo, siendo la apariencia de lo contrario una mera ilusión.
**** Muy interesante la controversia entre Pedro Schwartz y Garel Jones y otros políticos conservadores ingleses en torno a la defenestración de Margaret Thatcher, en ABC, el 8 de mayo y siguientes. En todas partes cuecen habas, o cuecen con agua, no sé cuál es la expresión correcta.
**** Este sábado firmaré en la Feria del Libro "Franco para antifranquistas", "Viaje por la Vía de la Plata" y "Los orígenes de la guerra civil".
http://www.youtube.com/watch?v=whRSfM0ZiVg
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La chusma política
**** Dice la Pajín: Zapatero y Obama, "un acontecimiento histórico planetario". Cósmico, más bien. Y la Pajín una intelectual estelar. Estúpidos y vendedores de humo, pero iluminados, y esto los hace más peligrosos.
**** Pepiño Blanco, colaborador vocacional de los terroristas como todo su gobierno (¡tienen tanta ideología en común!) no puede refrenar su impulso de darles datos. Para él, como para los sociatas, Aznar es el asesino, por haber acosado a la ETA y haber ayudado moralmente al derrocamiento de Sadam.
**** Fabra se pregunta si es necesario que Rajoy se "acueste" con él. Pues él sabrá. Pero en todo caso debieran hacerlo ante las cámaras, como recomendaba Matías Crevillente. Para desinhibir y destabuizar al personal, que sigue algo atrasadillo en estas cosas. Esperemos que el pequeño paso de la Soraya no se quede ahí. Sería una decepción. Una vez abierto el camino, no deben quedarse a medias.
**** Anasagasti, sobre el Rey: "Ni es demócrata, ni inteligente"
Pues entonces le pasa lo que a Anasagasti. Y a tantos otros ilustres miembros de la "clase política".
**** Cebrián: "El papel del periodista es establecer un sistema de valores"
Él ya lo ha hecho, a saber: la trola, el choriceo y el puterío. El sindicato del crimen.