El PSOE inició su carrera de estragos a la actual democracia con el tremendo golpe a la justicia y a la mera dignidad del Tribunal Constitucional que fue el asunto Rumasa. No hay que achacarles hipocresía en ello, pues Guerra ya proclamó la intención de su partido de “enterrar a Montesquieu”, es decir, de acabar con la independencia de los jueces. Y a ello ha aplicado una labor tenaz y corrosiva, sin que el PP, por cierto, opusiera la claridad de ideas ni la resistencia necesarias. Desde hace meses asistimos las turbias maniobras del gobierno por controlar el Tribunal Constitucional con vistas a legalizar el estatuto catalán, cuya anticonstitucionalidad es tan evidente, tan clamorosa, como la expropiación de Rumasa, pero mucho más grave (curiosamente, el PP ha decidido seguir un camino semejante, solo unos pocos pasos detrás).
En sus manejos, el PSOE se ha valido de grupos como “Jueces para la democracia” cuyo mero título ya es un insulto a la profesión judicial, usurpando la palabra "democracia" con la desvergonzada demagogia que se ha hecho habitual. Insulto más claro si tenemos en cuenta que el grupo proviene de sectores más o menos stalinistas, nada mejor que nazis. O de terminales de ocasión, como los abogados pro terroristas que han denunciado a Alcaraz por el doble delito –para ellos lo es– de expresar críticas a un gobierno a su vez pro terrorista y de decir la verdad en ellas. Se trata de un paso más en el mismo camino que recorrió el Frente Popular, con el cual no por casualidad se identifican, como se identifican, ¡y por ley!, con los verdugos de las checas.
La denuncia contra Alcaraz resume perfectamente la situación: el “diálogo” con los asesinos significa, para empezar, el silenciamiento y la persecución de sus víctimas más directas; y, tras ellas, de toda la sociedad.
Lo grave del caso es que unos jueces de entrada injustos y contrarios a las libertades, hayan admitido la denuncia totalitaria: indicio de cuánto ha avanzado la corrupción de la justicia por el PSOE. Esto debe causar la mayor preocupación entre los ciudadanos conscientes, y, desde luego, la reacción.
Ayer cientos de miles de ciudadanos se expresaron contra el terrorismo, el gobierno pro terrorista, y en defensa de Alcaraz; y a pesar de la ambigüedad del PP. ¿Qué falta? Falta organización, y falta que cada cual haga cuanto esté a su alcance para expresarse, para alertar y ganar a la opinión pública. La libertad se defiende ejerciéndola, expresándose frente a la matonería de sus enemigos. En esto falta mucho todavía.
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Definición implícita:
"¿Por qué todos los chorizos y amigos de los asesinos están tratando de silenciar a Jiménez Losantos?".
En internet.