** Como los anglosajones se muestran torpes y apocados en la difusión de su idioma, aquí les han salido una multitud de políticos serviles y oficiosos compitiendo entre sí para ayudarles, con el dinero público y la imposición pública: el inglés, ¡ahí está la solución a nuestros problemas de enseñanza!
El Futurista empezó, y, naturalmente, Zapo no quiere quedarse atrás. Pero he aquí que Esperanza Aguirre estaba hecha ya toda una adelantada, y su portavoz o lo que sea, Lucía Fígar, asegura que en Madrid ya rige un plan mucho más ambicioso que el de Zapo, el cual es solo una "versión light" que supondría "un paso atrás": Ella prefiere la versión heavy: "Tenemos ya muchos jóvenes con un nivel prácticamente bilingüe acreditado por el Trinity College" (¡El Trinity!, ¿se dan cuenta?), hazaña debida "a la gestión de Esperanza Aguirre y no de Zapatero", aclara Fígar.
Competencia por desplazar al español y la cultura española. Pues de eso, precisamente de eso, se trata.
Patriotas de hojalata, llamó Zapo a esta gente. Y mira por donde, por una vez acertó.
** La prohibición por el ministerio de Defensa de cualquier alusión patriótica en la conmemoración del año 1808 es más que una anécdota. Corresponde plenamente al espíritu del Frente Popular, en el cual el grito de ¡Viva España!, llegó a considerarse subversivo.
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LA IMPORTANCIA DEL ESPÍRITU
La situación de España recuerda a la de los hijos de un padre emprendedor que les ha dejado una gran herencia, pero ellos han salido ineptos, arrogantes y de cortas luces, no saben desarrollar el legado, lo malgastan y de paso escupen sobre la memoria de su progenitor. Me comentaba un corresponsal la diferencia entre una multinacional como Ikea y las grandes empresas españolas. Ikea rebosa de patriotismo sueco en los nombres, colores y estilos, los exhibe con orgullo; las empresas españolas procuran borrar cualquier signo de su origen nacional, hasta cambian sus nombres y los de sus productos por otros de sonido anglosajón. Y sin embargo el empeño sueco, con toda su simpatía, tiene algo de patético: su idioma se habla en un solo país poco poblado, sin esperanzas de una proyección exterior real, por lo que su cultura quedará cada vez más satelizada a la anglosajona. De España, en cambio, se dice que dispone del segundo idioma más hablado de occidente, una riqueza absolutamente infrautilizada, cuando no menospreciada por los mismos hispanos.
En el extremo contrario de Suecia encontramos a Usa, una sociedad con un sentimiento patriótico y conciencia cultural no menos intenso que el sueco pero que, en cambio, ha logrado desarrollar una inmensa cultura influyente sobre el resto del mundo. En cuanto a España, no es que falten patriotas, hoy abundan, pero han trasladado sus sentimientos de pertenencia… a Usa: oficiosos y entusiastas nacionalistas useños, aspiran a eliminar el español en el ámbito científico y contribuyen al proceso de desplazamiento del español en la cultura superior. No se explican con tanta crudeza, claro está, emplean el truco de dar por hechos sus deseos: el triunfo del inglés en todos los ámbitos es irremediable, por lo cual ¡hay que espabilar y adaptarse, chico! He ahí la argucia, salvadas otras distancias, de los afrancesados con respecto a Napoleón, o de los colaboracionistas de la pasada guerra mundial.
Entre la legión de entusiastas y oficiosos prouseños, el colaborador de LD Rubén Osuna se siente obligado a ilustrarnos con una información hoy trivial por archisabida sobre la expansión del inglés en medios científicos (y no científicos). Por supuesto, tal fenómeno obedece en gran parte a la calidad de las universidades useñas (y a otros factores de potencia económica, política y militar para él irrelevantes). La cuestión, que él no ve o se niega a ver, radica en que esa abrumadora expansión plantea un reto decisivo para nuestra cultura e idioma, un problema de supervivencia a largo plazo, quizá no tan largo. Este reto clave de nuestro tiempo no entra en las preocupaciones de Osuna, ni siquiera parece capaz de percibirlo, debido a una extendida inconsciencia o despego hacia la propia cultura, como ocurre con Rajoy, Esperanza Aguirre y tantísimos más. Con tal espíritu la ciencia y en general la cultura española carecen de futuro, condenadas de antemano a la posición de satélites muy subalternos de Anglosajonia.
Al revés que nuestros oficiosos, los useños tienen un muy agudo sentimiento de sí mismos, de su cultura e intereses, y de ese espíritu derivan precisamente sus logros y su influencia actuales. Los centros de enseñanza superior en Usa no han nacido de la casualidad o de un espíritu ni remotamente parecido al de nuestros nacionalistas prouseños, sino de un empeño consciente, tesonero, audaz y costoso por elevar su nivel y conseguir la primacía. Ese espíritu debiéramos imitar, pero los prouseños de aquí, tan abundantes, ni siquiera lo entienden. ¡Como que ante el problema se salen con quejas sobre obstáculos burocráticos para presentar documentación o tesis en inglés en el CSIC! Su espíritu no va más allá.
Comentaba Tocqueville el fruto de la burda imitación mejicana del federalismo useño: al copiar las formas del norte no pudieron importar su espíritu, y el resultado ha sido una estéril oscilación entre la anarquía y el despotismo militar. Pasando del terreno político al intelectual, viene a ocurrir lo mismo: la esterilidad. Eso sí, en inglés.
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Consecuencias de una decisión histórica
Reunidos en Yalta los tres Grandes, el destino del franquismo pareció resuelto: ¿cómo podría resistir un país empobrecido no ya a la fuerza militar y política que estaba aplastando la tremenda potencia del Eje, sino a la mera insinuación del empleo de esa fuerza? Dentro del propio régimen franquista cundía la incertidumbre. La alternativa juanista parecía posible, aun si pocos creían en su viabilidad a plazo medio: tenía todas las probabilidades de convertirse en un breve y convulso intermedio antes de volver a la situación previa a la guerra civil, la cual se habría librado en vano.
No obstante, Franco se negó a liquidar o jubilar al régimen, y comentó a su hermano Nicolás: "Si las cosas van mal, terminaré como Mussolini, porque resistiré hasta derramar la última gota de mi sangre. Yo no me fugaré como Alfonso XIII". Una resuelta intervención de los Aliados habría destruido al régimen, por cierto, pero el coste habría sido alto para unos países, en particular Inglaterra, ya cansados de tanta "sangre, sudor y lágrimas"; además se crearía en España una situación de guerra civil peligrosa en extremo para los intentos de democratizar a Europa occidental. De Gaulle lo expondría muy bien: en un momento afirmó: "Nosotros y los rusos nos encargaremos de que dure pocos meses el anacronismo de Franco"; y poco después: "La guerra civil en España puede ser la guerra civil en Francia". El ambiente en Potsdam no era el mismo que en Yalta. Así, todos ellos tuvieron que aceptar un régimen al que, por otra parte, tenían mucho que agradecer.
La decisión de Franco de resistir –acompañada de una diestra diplomacia– tuvo los más decisivos efectos históricos a corto y a largo plazo. No había alternativa democrática a su régimen, lo señalé en otra ocasión y creo haberlo probado en Años de hierro, y Franco aseguró la estabilidad del país y con ella, en buena medida, el éxito de la democratización de Francia e Italia. Y tuvo aún otra consecuencia clave: al revés que casi todos los países de Europa Occidental, España debe su actual democracia a sí misma, no a la intervención useña. Por eso nuestra democracia viene del franquismo y no del Frente Popular, contra lo que predican los colaboradores del terrorismo que hoy la amenazan.
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Hoy, en "El economista":
LA REPÚBLICA Y EL FRENTE POPULAR
Pío Moa
Hay fraudes generadores de políticas y cataratas de libros, y que sin embargo se dejan resumir en una frase, hasta en una palabra. Por ejemplo el palabro Euskadi inventado por un orate para sintetizar sus ensueños ultrarracistas, semilla de tanta barbarie. O Memoria histórica, ideada por los apologistas de las chekas para recuperar los odios guerracivilistas. O el término "republicanos" para definir al Frente Popular, término de éxito increíble, pues lo siguen usando con esa significación tirios y troyanos.
Rara vez se ha falseado más la realidad con una sola palabra. La república nació como intento de democracia liberal o "burguesa", pero enseguida se vio desbordada por las izquierdas (quema de conventos, bibliotecas y centros de enseñanza, insurrecciones anarquistas, etc.). El golpe más grave, casi mortal, fue la insurrección de octubre de 1934, planeada textualmente como guerra civil para liquidar aquella república burguesa. Una vez fracasado, Prieto, organizador de la insurrección, y Azaña, colaborador de ella y antes golpista tras perder las elecciones del 33, idearon la coalición electoral que derivaría en Frente Popular.
La coalición incluyó a comunistas y socialistas radicales, y aunque de las anómalas elecciones del 36 salió un gobierno republicano de izquierdas, el mismo descansaba sobre un movimiento revolucionario que imponía la ley desde la calle, mientras el propio gobierno rompía las bases de la democracia echadas en 1931. El Frente Popular fue así el auténtico destructor de la II República. Sin embargo, cuando las derechas se alzaron contra el proceso revolucionario, dichos destructores se proclamaron con desenvoltura "republicanos", para ganar legitimidad y apoyo de las democracias. Fracasaron a medias, pero la confusión continúa, a menudo intencionada: triunfo de la propaganda sobre la historia, con efectos muy actuales.