(Diálogos pastoriles. Anterior, el 4 de mayo)
FABRICIO.- Del derecho, los nacionalismos y los conflictos hablaremos, Mauricio, pero te explicaré una vez más, hombre duro de mollera, lo que venimos discutiendo hace un rato. Supón que Porriño produce bienes al año, por valor, digamos, de cien, –lerus millones de lerus o lo que quieras–. De esos cien, a una parte la llamáis consumo, pero bien puede considerarse inversión en las personas: comida, vestidos, cosas del hogar, medicinas, lujos, chorraditas varias. Digamos que ahí van 50. Y la otra mitad de la producción son los bienes que llamáis de inversión, pero que son igualmente consumo en cosas no directamente personales, como máquinas, materias primas, combustibles, etc. Tanto unos bienes como otros deben ser consumidos, al menos deben ser consumidos en su mayor parte para no provocar la ruina de nosotros, los pastores, de los taberneros o los fabricantes de esas máquinas, suministradores de energía, etc.
PATRICIO.- Pero hombre, eres peor que la zambomba de Salicio, ¿No puedes dejar de dar la vara con eso?
MAURICIO.- No, no, déjalo que siga, después de todo él va a solucionar la crisis económica que tanto nos preocupa... Zapo tiene que conocerle. Y ese que llaman el Ilustre Futurista, también.
FABRICIO.- ¡Venga chicos, ánimo! Según dicen, el sacrificio que supone el ahorro se transforma en inversión, vía los bancos. Pero ya dije que era falso, y no solo por lo que dije, es decir, porque lo que ahorran unos deben desahorrarlo otros, sino porque los bancos prestan muchísimo más que el ahorro que reciben, "apalancan", creo que le llaman, o algo así. Por lo tanto, la llamada inversión –que es también consumo– no puede venir y no viene del ahorro. El ahorro viene a ser como un lejano seguro para conseguir la confianza del público en los bancos, digamos que el cimiento de la casa, pero no la casa. La cosa no funcionaría si los que fabrican bienes de inversión, de capital o como se llamen, no vendieran sus productos, por lo cual estamos en lo de siempre: el ahorro no es lo que se suele pensar, ni la inversión ni el consumo. Analizar sobre esos conceptos lleva a embrollos sucesivos, tal es mi modesta impresión, que, si yerro, no me habéis rebatido. Además: se dice que la llamada inversión aumenta la productividad, pero no es cierto, me parece a mí. El aumento de la productividad viene de cosas poco tangibles, como que a un inventor se le ocurra una máquina nueva o más eficaz, de que alguien organice mejor a los obreros para obtener más rendimiento con menos, o consiga gastar menos electricidad, etc.
PICIO.- Quieres decir que una proporción entre tales cosas ha de haber, y que si la proporción se rompe, el follón se arma. Muy bien en la taberna lo veo yo. Si en luz ahorro por comprar más comida para el cliente, no funciona el frigorífico y se pierde la comida, se cabrea el cliente y... Bueno, algo así, supongo.
FELICIO.- Diría yo, si me permitís una delicada intervención, que es más bien como el Robinsón ese. Si dedica todo su tiempo a tirar piedras a los pájaros, porque suponemos que tiene buena puntería, cazará muchos, pero más de los que puede comer, los cuales se estropearán. Y si dedica todo su tiempo a hacer arcos y trampas, se morirá de hambre...
PATRICIO.- ¡Salicio, desdichado, ponte a tocar la zambomba! Y deja algo para los demás, que comes a dos carrillos y a dos manos, y aún no me extrañaría de que emplearas los pies cuando no te miramos.
PICIO.- Déjale, déjale colega de versos, versátil, que mucho gusto da su buen apetito contemplar.
SALICIO.- No he traído la zambomba, amigo Patricio, porque Mauricio amenazome violentamente si lo hacía, pero ni el beber ni el comer me impiden seguir atentamente tan deleitosa conversación, que hasta hace que me olvide por unos momentos de mis cuitas: tenemos entre nosotros dos verdaderos filósofos, Mauricio y Fabricio, dos poetas, tú y Picio, un músico, es decir, yo mismo, y varias personas de delicados y altos sentimientos. De no ser por las penas de amor que Eros, despiadado, me envía, sentiríame en el mejor de los mundos posibles, que diría... quien lo haya dicho.
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**** Rubalcaba defiende ahora a Garzón por su instrucción en el caso Gürtel
Como defendía a la ETA, al GAL, a Filesa y todo lo que se le pusiera por delante. "El Estado de derecho funciona", ha rematado. Cierto, bajo los sociatas funciona... así. El imperio del Choriceo, la Trola y el Puterío.
**** De la Vega utiliza la Abogacía del Estado para amedrentar a dos periodistas
Lo mismo. Por cierto, ¿han visto la foto de la Vice y la Bardem? ¡Qué reveladora!
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Aunque algunas personas de gusto delicado y exquisito, como nuestro buen mescalero, opinan lo que opinan sobre mi Viaje por la Vía de la Plata, hay otras opiniones, sin duda mucho menos refinadas pero que como estamos en un país libre, según dicen, pueden también exponerse:
**** "Estimado Sr. Moa, con algún recelo he leído su Viaje por la Vía de la Plata, por el prejuicio de que quien escribe bien de una cosa no puede hacerlo de otra, un prejuicio que en la mayor parte de los casos acierta, todo hay que decirlo. Pero en esta ocasión la lectura de su libro me ha dejado asombrado, y si no lastima su modestia le diré que no me parece inferior a otro clásico que siempre sirve de referencia, el Viaje a la Alcarria de su paisano Cela. Creo que no le es inferior en casi nada, pero en cambio le supera en introspección psicológica y supongo que también en veracidad, porque Cela no hizo el viaje en solitario, o eso me han dicho personas bien enteradas, sino acompañado, mientras que usted parece que lo hizo solo. Algunos pasajes de su libro me parece que no son reales, es solo una impresión, pero el conjunto da una impresión de veracidad y penetración singulares (...). A.M-V."
La verdad es que no lastima demasiado mi modestia, cada cual puede opinar como prefiera. Sobre el viaje de Cela, acompañado o en solitario, no me pronuncio. Quizá haya en el blog gente más enterada al respecto. Añado otro comentario que ya expuse días atrás:
"El pasado enero me regalaron un libro editado por Uds., con cuya lectura he disfrutado de una manera especial por tratarse de un libro de viajes fácil de leer, muy ameno, muy bien escrito que contribuye desde mi punto de vista a un mejor conocimiento de nuestro país, nuestra cultura y nuestra sociedad por lo que pienso que podría ser un buen libro de lectura recomendada para nuestros jóvenes de últimos cursos de E.S.O. o de Primer curso de Bachillerato. Me estoy refiriendo a "Viaje por la Vía de la Plata" de Pío Moa.
Tengo que confesar que fue una sorpresa pues yo creía que este señor sólo escribía libros de historia contemporánea y un libro de viajes no me parecía que pudiera salirle como el que me encontré.
Paso a exponerle unas cuantas razones por las que supongo que podría ser leído con gusto por muchos jóvenes (y no pocos adultos).
1º Ofrece la gran originalidad de no seguir un relato continuo ni en el tiempo ni en el espacio que le da un toque de realismo y le imprime una característica personal del autor: viaja cuando puede, como puede y a veces se sale de la ruta para conocer lugares próximos que de alguna manera están relacionados con ella y donde se han producido sucesos extraordinarios en la historia de España (Ej.: Provincia de Huelva, civilización Tartesios, descubrimiento de América...).
2º Continua reflexión sobre la vida en general y sobre cada lugar como pudo haber sido allí la sociedad hace miles de años.
3º Un gran sentido poético subyace en muchas estampas sin necesidad de describirlas, expresándolas únicamente como impresiones o reflexiones del caminante. (Con lo que no se hace nada pesado).
4º La descripción al hilo del viaje de la Sociedad española de los años 80 y el contraste de generaciones en ese tiempo en la España rural.
5º Un fino sentido del humor que se plasma no sólo en sus pensamientos sino también en las conversaciones que sostiene con las personas con las que coincide en el camino (memorable la conversación con el viajante de maquinaria agrícola en Mérida o el episodio de los mosquitos en una fonda).
6º Nos describe paisajes y monumentos de una manera sobria, clara y concisa sin menguar en nada su belleza original.
7º Él mismo se presenta como una persona de gran resistencia física, autoexigente, muy austero, algo aprensivo, amante de la soledad pero capaz de conectar con cualquiera de las personas con las que coincide en su viaje.
8º Admirable uso del español, magnifica redacción y léxico desenvuelto: de una pincelada te describe la tragedia de la inmigración, el vendedor de alfombras en el ardiente verano de Extremadura al grito de "Barato, barato". Y la utilización de las formas dialectales cuando hablan los personajes andaluces o extremeños da gran viveza al relato.
9º Algunas etapas del camino suponen auténticas aventuras por el hecho de caminar en solitario, a veces perder el rumbo o vencer obstáculos orográficos como el pasaje de La ruta del Cares con el peligro de despeñamiento cerniéndose sobre él...
10º La propuesta de senderismo o viajes a pie considero una baza importante para la formación de los jóvenes al mismo tiempo que puede proporcionarles una diversión sana incluso mejor si se realiza en grupo.
Por todas estas razones me atrevo a recomendarles la difusión de este libro en Centros de estudio y otros ámbitos que Uds. consideren adecuados.
Isabel Hernández Sánchez, profesora de matemáticas".