Ayer puse, o mejor dicho, quise poner, un breve comentario a la segunda respuesta de Federico a mis opiniones, que misteriosamente no salió en el blog. Decía que estaba claro, como yo pensaba al principio, que en realidad ambos coincidíamos más de lo que a primera vista parecía, aunque discrepásemos en matices de cierta importancia. Vamos a verlo ahora más por extenso.
Como señala Federico, hay gran cantidad de víctimas que durante siglos, incluso en la España de hoy, "han visto destrozadas y rotas sus vidas por su condición homosexual". Y expone el caso reciente de un panadero en un pueblo a quien la confesión de su homosexualidad le costó ataques, burlas y agresiones hasta verse obligado a emigrar de allí. Todos conocemos hechos semejantes, por lo común no tan extremos, pero también indignantes. Lo que yo le decía a José María Marco es que no son los homosexuales los únicos que han sufrido y sufren daños parecidos, incluso mucho peores en ocasiones, y los sufrimientos pasados no componen una especie de deuda histórica que justifique exigencias abusivas en el presente. Ahora mismo hay algún lobby negro empeñado en obtener reparación por los siglos de esclavitud (y este sí que es un agravio y sufrimiento muchísimo peor que cuantos hayan afectado a los homosexuales). Supongo que, aparte de "compensaciones" económicas, pronto exigirán una cuota de negros en las empresas o gobiernos, la enseñanza de las culturas africanas en las escuelas, o incluso la enseñanza según los cánones de las tribus negras, etc. Eso es mear fuera de la pota, y podría replicárseles que si ahora son libres se debe a la iniciativa de los europeos, más específicamente de los ingleses (después de haber sido durante siglos los mayores esclavistas), y a partir de concepciones generales de origen cristiano. A quienes podrían pedir reparaciones es más bien a los islámicos que han resistido con uñas y dientes a la abolición de la esclavitud y siguen practicándola en algunos lugares. O a los descendientes de los jefes negros que esclavizaban a otros de su raza o los vendían a los negreros. Análogamente, el homosexualismo explota sufrimientos pasados o presentes, reales, exagerados o inventados (véase el caso Turing) y como si solo los homosexuales sufrieran; y a partir de ahí lucubran una concepción general, adecuada a sus gustos, de la sexualidad y hasta de la vida, y pretenden convertirla en norma social.
Una pequeña digresión: me ha llamado la atención un dicho de Juan Pablo II, citado por Federico, calificando de pecado mirar con lujuria a la propia esposa. No sé qué se entenderá por lujuria, pero si se entiende un fuerte deseo carnal, entonces considerarlo pecado comprometería seriamente a la misma procreación: salvo excepciones, esas cosas no pueden hacerse por sentimiento del deber. Normalmente los hombres miran "con lujuria", así entendida, no solo a la esposa, sino a muchas otras mujeres que se presentan a su vista. Asunto diferente es pasar de ahí al adulterio, la violación o algo así. Igual que la visión de montones de billetes suscita en mucha gente una intensa codicia, aunque casi nadie intente robarlos, unos por convicción moral, otros por una cobardía, digamos, sana. En cuanto a la castidad, nunca he entendido del todo el concepto. Leí hace poco un interesante libro de Alessandra Borghese que la planteaba como un reto de excelencia, sin que implique total contención, salvo en el clero. Será así, y quizá pueda exponerse como un ideal, pero creo que no como norma para el ciudadano común. En cuanto a la castidad total del clero, supongo que sublima, por emplear el término, la líbido en un grado superior al accesible al vulgo; pero tomada como norma a imitar por el común, tendría los mismos efectos que una homosexualidad generalizada.
La evidencia más evidente nos muestra que existen varones y mujeres por algo, que sus órganos son complementarios, y que lo son también sus características psíquicas, a menudo tan diferentes, y aun si esas diferencias provocan a menudo choques más que armonía, sobre todo cuando la elección de pareja es desacertada; pues el ser humano, y sobre todo en este terreno, es muy personal o individuado, no funciona como una colmena o una manada. Por otra parte, una cosa es observar que la gran mayoría de los actos sexuales se realiza sin intención ni práctica reproductiva, y otra considerar la reproducción y la familia como aspectos secundarios y sin importancia en la sexualidad. Una cosa es constatar que existen muchas formas de sexualidad y otra pretender que todas valen lo mismo, lo cual implicaría considerar la heterosexualidad normal, es decir, ligada al matrimonio y a la reproducción (hay otras formas de heterosexualidad) como la forma menos libre, más gravosa e inconveniente. Pero la sociedad precisa, ante todo, de esos "inconvenientes", si no quiere disolverse. Tampoco debe plantearse el asunto desde el punto de vista individual: sin duda hay homosexuales más equilibrados y felices que la mayoría de los heterosexuales, pero eso no significa nada para la cuestión. Además, entre los heterosexuales hay diversidad de tendencias, que distan de "valer lo mismo".
Yo planteo la cuestión desde la doble faceta homosexualista de pretender que "todo es igual", idea que me parece disparatada pero que no me molestaría demasiado – ¡allá ellos!–, si, además, no pretendieran imponerla a la sociedad desde el poder. Y constato que el problema homosexualista no viene ante todo de los homosexuales, ni siquiera los militantes. Los principales agentes de dicha imposición, los dirigentes de partidos y grupos de presión o responsables de la enseñanza en las autonomías o en el gobierno, son heterosexuales. Estos obran según ideas cuya tendencia es siempre, casualmente, la corrosión de la civilización occidental y del cristianismo. Para ello no dudan en olvidar sus propias lucubraciones y aliarse con "las civilizaciones", como llaman a las dictaduras, que con mayor virulencia niegan las ideas que ellos defienden o fingen defender aquí. En lo cual hay una lógica profunda. El problema, en últimas, es el homosexualismo del PSOE en el poder y de la seudooposición del PP, su pretensión de ahogar la discrepancia multándola o condenando al discrepante a una especie de muerte civil... ¡por homófobo! Esto es lo que envenena la sociedad. Y no puede continuar, si no queremos asfixiarnos en un ambiente totalitario de hecho.
Otro aspecto importante, y para evitar la discusión por palabras. No es cierto que quien tiene el poder decida el significado de las palabras, esto es una frase ingeniosa del autor de Alicia, y expresa, en todo caso, un deseo de los poderosos; pero nunca termina de funcionar porque, de otro modo llegaríamos a la situación de la torre de Babel en la interpretación de Paul Diel: las palabras significan cualquier cosa, y al final la posibilidad de entenderse desaparece. Distinto es que cada cual puede emplear las palabras en el sentido que prefiera... si explica con claridad ese sentido. De otro modo todo serán equívocos y malentendidos Así, yo no quiero decir que la homosexualidad sea una "anormalidad" sin más, ya que el término significa muy poco moralmente y, contra una opinión muy extendida, son los juicios de valor, de bueno o malo, propios de la condición humana, lo que realmente cuenta. Hay muchas "anormalidades mejores que las normalidades. La telebasura se ha vuelto mucho más "normal" que una televisión de calidad. Los científicos o artistas son minorías muy pequeñas y en ese sentido anormales, pero de una anormalidad en general positiva. En cambio, insisto en que la homosexualidad es negativa, una desgracia. En cuanto a las desgracias, insisto también, no hacen a una persona desgraciada. Si fuera así, todos lo seríamos. De hecho, todos lo somos en mayor o menor grado: la felicidad plena suele ser pasajera y escapársenos como el agua entre los dedos. La vida humana es así, como decía del fútbol uno de los pocos anuncios graciosos de la televisión.
Dice Federico que las madres de Alejandro Magno, Trajano (o de Turing, para el caso), etc., podían estar orgullosas de sus hijos. Cierto, pero por sus logros profesionales, me inclino a creer, y no por su condición sexual (suponiendo que se les pudiera considerar homosexuales al modo actual). Según he oído, Zerolo se quejaba hace poco de que a las "bodas" homosexuales no solían asistir los padres de los "novios". Ello no significa que rechazaran a sus hijos, imagino, pero seguramente les parecía difícil ver la cosa "con naturalidad", a pesar de las intensas presiones sociales y políticas. Quizá prefirieran que los hijos siguieran como pareja de hecho, sin más complicaciones ni imitaciones, inevitablemente paródicas, de las bodas heterosexuales.
Ocurre que hablar de "desgracia" provoca un enorme rechazo y encrespa los ánimos porque la tendencia actual consiste en apartar de la vista el sufrimiento o la mera contrariedad, huir del esfuerzo por superarlos, suponiendo el derecho a un estado de felicidad y la existencia de él, solo perturbado por algunos aguafiestas y "reaccionarios" (otra típica palabra policía), a quienes convendría silenciar. Esta tendencia, fomentada por el estado socialdemocratizante y por la publicidad, pueriliza a la gente, como indicaba Doris Lessing, a quien citaba en mi ensayo sobre el feminismo; promueve un despotismo aparentemente benévolo bajo el cual el individuo pierde el criterio y terminaría despojado de los principales atributos de la humanidad, según preveía Tocqueville. Porque la cuestión estriba, siempre, en cómo afrontamos la desgracia. Al menos tal es mi opinión, que espero haber razonado lo suficiente.
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****Otra versión de la inmortal Na sópkaj Manchshuri ("En las colinas de Manchuria")
http://www.youtube.com/watch?v=DYHE7vCJcKw&feature=related
****El caso Contador: sin duda es absurdo y lamentable que unos descerebrados hablen de una "regla no escrita" según la cual un ciclista no pueda aprovechar un percance de su contrincante o contrincantes, algo que ocurre siempre en todas las competiciones. No va a pararse una carrera porque a uno se le pinche una rueda, ni un partido de fútbol porque el portero esté descolocado en el momento en que tiran a puerta, o una competición automovilística porque un coche sufra un derrape. Esta absoluta ridiculez se ha esgrimido, incluso por prensa aparentemente muy seria, para rebajar la victoria de Contador y tratar de paralizarlo psíquicamente ante las nuevas etapas. ¿Habría parado el luxemburgués si hubiera ocurrido al revés, viéndose además en peligro de ser rebasado por muchos otros ciclistas? Ahora bien, lo más lamentable es que Contador, en lugar de dejar las cosas claras, haya pedido perdón, prácticamente, por haber vencido. Esperemos que no afecte a su decisión de ganar en adelante, por una "caballerosidad" totalmente falsa, que quieren explotar los verdaderos aprovechados.
****Estos cretinos/as mequetrefes/as gobiernan o mangonean España. Asombroso, pero real. Por cierto que la Pajín tiene otras habilidades: me dicen que fue quien montó el follón del chapapote.
http://www.youtube.com/watch?v=MyzJLVW3dPc
http://www.youtube.com/watch?v=L6MPfRyrKq8