Lo he explicado otras veces y vuelvo a hacerlo ahora, en esta fecha señalada: Franco no derrotó a la democracia, sino a un sangriento proceso revolucionario, mantuvo a España fuera de la guerra mundial, venció al maquis (intento de reanudar la guerra civil y provocar la intervención --agresión-- extranjera), diluyó los odios que acabaron con la república, presidió la época de mayor desarrollo económico de España en siglos y dejó un país reconciliado, próspero, con buena salud social (http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/la-salud-social-60365/) y preparado para una democracia constructiva y no convulsa. Si examinamos los peores enemigos de la democracia y de la nación española en estos años (terrorismo, corrupción, colaboración con banda armada, falsificación de la historia, separatismo, etc.), podemos decir con seguridad que todos ellos tienen marca de origen: el antifranquismo.
Decir estas cosas evidentísimas choca a mucha gente porque, desde que Suárez abandonó la lucha por las ideas, rebajando la política a chalaneo, las izquierdas y los separatistas han tenido el monopolio de de ellas, han podido difundir sin tasa sus interpretaciones fraudulentas de la historia y en general de la vida. Pero alguien tiene que plantar cara a ese proceso que convierte en farsa no solo la política, sino la vida social. El franquismo nos dejó un legado espléndido y sería suicida consentir que sea tirado por la borda.
Aún choca más a mucha gente que sea yo quien hable así, e insisten en mi pasado en la extrema izquierda terrorista. Cierto, al revés que tantos otros, no he falsificado mi biografía y la he contado en el libro De un tiempo y de un país, para quien tenga interés en ello. Alguien me lo echó en cara hace poco y le repliqué: “Para ustedes, para el gobierno, yo soy un héroe, porque luché contra el franquismo mientras la mayoría de los antifranquistas de mi edad prosperaron tranquilamente bajo aquel régimen, incluso en el aparato franquista que pintan como horrible. Y los antifranquistas jóvenes simplemente no tienen ni idea de lo que dicen, engañados por los embustes de los viejos indecentes. Para ustedes, repito, soy un héroe. Y para mí, ustedes son unos aprovechados con muy poca vergüenza, por decirlo con suavidad".
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El caso de la doctora Burrianes.
Lo que importa de Carmen Chacó no es su caso particular: tiene derecho a identificarse con quienes insultan a España, a proclamar un catalanismo de pandereta, a pasarse fraudulentamente por doctora y hasta a creer que el país está “preparado” para tenerla a ella por presidenta, en lugar de ser ella quien debiera estar preparada. Lo característico y revelador de la miseria moral en que vivimos es que un personaje así, encarnación de la más cutre y cínica picaresca tradicional, que en cualquier país medianamente serio estaría excluida para siempre de la política de algún nivel, haya sido premiada, en cambio, con un ministerio, y precisamente aquel en que más podía humillar a España y al Ejército: el de Defensa. Es el odio a España, el odio a la decencia, el odio a la democracia, que degradan al máximo. En ello, como en sus obscenos arrumacos y risas con Freddy Faisán después de haber llevado al país a la ruina, la Doctora Burrianes concentra toda la abyección que ha traído el Zapo a este país. Pero no sé si tendrá razón en el fondo: ¿está preparado el país para tener a alguien como ella de presidente, o de personaje poderoso de la política? Mucho me temo que sí, y que no será fácil “desprepararlo”.
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Una buena y una mala noticia.
La buena noticia es que, si se cumplen los pronósticos, la banda que ha aruinado a España se irá del poder. No es buena del todo, porque no resulta probable que se hunda todo lo que merecen sus fechorías, y porque sus responsables se irán con la satisfacción del deber cumplido, bien adornado de pensiones y prebendas. Pero menos da una piedra.
La mala noticia es que le van a sustituir los tipos de “la economía lo es todo” y “la nena angloparlante". Si su curriculum de oposición indica algo, no reconducirán por buen camino a un país cuya cultura desprecian e ignoran casi tanto como los socialistas. El PP no es demócrata, porque para serlo se precisa algo más que la economía. Y no es patriota, o en todo caso será patriota inglés, empeñado en convertir a España en un enorme Gibraltar. Ojalá me equivoque y resulte en el poder distinto que en la oposición. Por lo menos algo distinto.