Alguna gente que no entiende bien lo que lee –el famoso analfabetismo funcional– se ha escandalizado por mi comparación entre Zapo y Hitler, señalando diversas diferencias entre ambos. Por supuesto, existen diferencias, y la comparación no puede extenderse a todos los aspectos, pues entonces no habría comparación, sino identidad. Así, Zapo no dispone de una organización como los SA (pero ha utilizado abundantemente, para llegar al poder, a chusmas que se manifestaban violentamente, asaltaban locales del PP y extendían por todo el país las tácticas de la kale borroka, ¿por qué se olvidan estas cosas?; al parecer tiene bula para hacerlas). Ni ha montado campos de concentración (pero está destruyendo la independencia judicial, reforzando las prácticas antidemocráticas en Cataluña y el País Vasco donde la libertad de expresión ya apenas existe, maniobrando constantemente para silenciar a los pocos medios y personas críticas que permanecen, y persiguiendo a los discrepantes: ¿qué son las querellas contra Alcaraz, los intentos de meterme en la cárcel, las intrigas para dividir y acallar a las víctimas del terrorismo, etc.?).
Zapo tampoco tiene la obsesión hitleriana contra los judíos (pero impulsa políticas de alianza con terrorismos y dictaduras que darían lugar a un segundo Holocausto si lograran imponerse). También hay diferencia entre el extremo nacionalismo alemán de Hitler y la aversión a España de Zapo y los suyos, y su tendencia a disgregar la nación española en un conglomerado de nacioncillas al gusto de mafias políticas locales.
Asimismo la violencia en Alemania era mucho mayor por entonces, aunque menor que la desatada en España por el Frente Popular, con el que se identifica Zapo (pero aquí estamos asistiendo a la perversión moral y política de la legalización de los cientos de asesinatos de la ETA, del premio a los asesinos, en suma de la utilización del terrorismo, desde el poder, como ariete para demoler el estado de derecho). Y así podríamos encontrar bastantes más diferencias un tanto relativas.
Además, en España sigue habiendo democracia, lo recuerdan muchos, como si las libertades debieran algo a Zapo. No solo no le deben nada, sino que, justamente, están en serio riesgo debido a él y su Infame Alianza, a la conversión del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo en su opuesto.
Así, pues, ¿en qué se parecen ambos personajes? Justamente en esto: en que habiendo llegado legalmente al poder operan de manera golpista desde él, demoliendo la Constitución con maniobras de apariencia legal. Su circunstancia también se parece mucho: el “bajo perfil” de la oposición permitió a Hitler ir hasta el final en la destrucción de la democracia alemana, como ahora está facilitando la demolición de la Constitución y la unidad de España. En eso son parecidísimos.
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César Alonso de los Ríos supo verlo
El donjulianismo de la Izquierda
Como otras clarificaciones importantes, ha pasado inadvertido el artículo de César Alonso de los Ríos en ABC, "Don Julián, hoy", donde denuncia el tic antiespañol de buena parte de la izquierda. Juan Goytisolo, en su reivindicación del conde famoso fue, en efecto, el más claro formulador de ese talante, en realidad viejo: "la negación del suelo patrio, de las tradiciones, de la moral convencional, incluida la heterosexualidad... Quizá esta última nota fue la menos celebrada: se tomó como un dato puramente personal aun cuando la consigna de Goytisolo era bien clara: la revolución total, la traición total, el entreguismo total pasaba por la reconversión sexual".
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“Básicamente –dice Denébola– los padres quieren a sus hijos”. Básicamente sí, pero no todos. Y cada vez menos. La crisis de la institución familiar no solo se revela en los asesinatos entre cónyuges, en su gran mayoría de mujeres, sino también en los malos tratos, abusos sexuales y asesinatos de niños, también en auge. ¿Y manifiestan mucho amor a sus hijos las madres que, pudiendo evitarlo, se pasan el día fuera de casa, los entregan a guarderías y cuidadoras y dejan su educación en manos de la telebasura, y apenas los ven, si es que los ven, ya cansada, un corto rato antes de acostarlos (“tiempo de calidad”, le llaman los estafadores)? Cabe dudarlo. Estas vidas "familiares” son cada vez más frecuentes, uno de los subproductos del feminismo.
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Me lo manda Jesús Laínz:
Si quieres que en el Consejo de Europa no se apruebe el proyecto por el cual se impulsa la despenalización del aborto en todos los países de la Unión Europea, facilitando el acceso al mismo, visita:
Debemos conseguir que en todas partes se respeten el derecho a la vida de los niños por nacer.
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Hoy, en "El economista"
EL ANTIFRANQUISMO COMO PRETEXTO
Una aproximación serena y ecuánime al franquismo exige reconocer dos cosas: que terminó fracasando como la alternativa que pretendía ser a la democracia liberal (además de al comunismo); y que, no obstante, reunió méritos considerables: derrotó a la revolución, mantuvo a España fuera de la guerra mundial, evitó una segunda guerra civil, disolvió los odios que habían destruido la república y dejó un país próspero. Todo lo cual permitió una transición razonable evitando las tentaciones rupturistas, que tan nefastas se habían demostrado en la salida de otra dictadura, la de Primo de Rivera. Los méritos mencionados superan los de cualquier otro régimen anterior en los últimos dos siglos, pese a tratarse de una dictadura (autoritaria, no totalitaria).
En vida de Franco la oposición a su régimen fue escasa, y toda ella, al menos la activa, tuvo carácter totalitario y más o menos terrorista: el PCE dejó de matar solo cuando fracasó su maquis, y cabe recordar la simpatía casi generalizada de la oposición hacia la ETA cuando esta comenzó sus asesinatos, ya en 1968. Pero hoy, muerto Franco y desaparecida su “democracia orgánica”, los antifranquistas se han multiplicado misteriosa y absurdamente, y ha cobrado tintes de auténtico fanatismo su odio al finado Caudillo, a quien intentan vencer retrospectivamente.
Ese antifranquismo alucinado ha servido de cobertura para mentir sin freno, falsificando el pasado de sus promotores y la historia general, hasta llegar a una ley reivindicativa de los chekistas y de la ETA. Y cualquier intento de restablecer la verdad es tildado de “franquista”, como si alguien creyese factible una vuelta al régimen anterior. Esto me parece una enfermedad moral con graves efectos políticos. A Franco ya no lo van a derrotar, hagan lo que hagan. En cambio amenazan peligrosamente la convivencia en libertad alcanzada con la transición.
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Por aligerar:
“Los españoles son los que han triunfado sobre los alemanes y les han puesto el yugo en la guerra de Alemania, cosa no oída, ni vista ni realizada desde el gran Julio César u otros grandes emperadores romanos.
Ellos son los que, siguiendo la divisa de su gran emperador Carlos, de avanzar más allá, han cruzado el mar y caído sobre África y tomado su principal ciudad y fortaleza, Túnez y La Goleta.
Ellos son los que han pasado a Berbería y tomado el reino de Orán, las ciudades de África y de Trípoli, Vélez y su peñón, y que más hubieran logrado sin el bárbaro elemento del mar y del cielo, no más suave ni piadoso el uno que el otro, que les detuvo con su emperador, privándoles de la ocasión de tomar el reino de Argel (…)
Son ellos quienes, con unos puñados de tropas instaladas en las ciudadelas, roques y castillos, mantienen bajo la rienda a imponen la ley a los potentados de Italia y a los estados del Flandes y en diversos lugares de la Cristiandad, incluso en Berbería, Morea y otros países infieles y hasta en Transilvania con el valiente Castaldo, y en Hungría y Bohemia.
Son ellos los que hacían sentirse invencible al emperador Carlos cuando, en lo más apurado de sus negocios y batallas, se veía en medio de no más de cuatro o cinco mil españoles, sobre cuyo valor arriesgaba su persona y su imperio y todos sus bienes (…)
Ellos fueron quienes valieron a Don Juan de Austria para ganar la grande y señalada batalla de Lepanto, y siguen siendo los que, con el gran capitán príncipe de Parma, han hecho temblar a toda Francia, teniéndola en alarma largo tiempo (…)
Y lo más notable de todas estas hazañas es que no las han llevado a cabo grandes masas de hombres, sino tropas reducidas; porque nunca se han hallado diez mil españoles juntos en una ocasión, que la mayor no pasaban de ocho o nueve mil, de los cuales nunca quedaron tendidos los cadáveres de más de tres mil, por grande que fuese la carnicería en algunos combates desastrosos o batallas infortunadas (…)”
(De Pierre de Bourdeille, señor de Brantôme,
Bravuconadas de los españoles, ed. Áltera).