PATRICIO--Dejemos, oh amigos, esas discusiones sobre hombres y mujeres, que a nada conducen y vayamos a lo que realmente importa ahora mismo, por gris y pesado que el tema sea. Me refiero a la crisis económica, sobre la que tanto hablan y se contradicen unos y otros. Nuestro gran Fabricio sostiene que el análisis en torno al ahorro es completamente falso porque, según él, si ahorras dejas de consumir una cantidad de producción y arruinas a alguna gente. Pero no hemos llegado a conclusión alguna. Amplíanos tu teoría económica, Fabricio, por la que quizá un día te den el premio Nobel, algo que no me extrañaría, pues se lo han dado a economistas con ideas muy distintas, por no decir contrarias entre sí…
FABRICIO--Veamos, buen hombre, planteémoslo así: el ser humano precisa consumir como cualquier animal, pero a diferencia de estos, no depende directamente del medio, sino indirectamente: debe producir sus objetos de consumo, por lo general. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, y todo eso. Hay, por tanto, producción y consumo, aunque a este también podemos llamarle inversión, si nos da la gana, como ya expliqué. Cuando la producción y el consumo se igualan aproximadamente, no hay problema. Pero, ¿y si se produce demasiado, por ejemplo?
SALICIO --¿Cómo puede producirse demasiado, excelso jorobeta? ¡Imposible! El hombre es insaciable y seguirá consumiendo lo que le echen. Incluso si se tira a la basura la mitad de la producción, ¿qué lo impide?, y ¿qué mal hay en ello?
SIMPLICIO --Lo impiden los precios. Nadie produce algo no remunerable, porque se arruina.
FABRICIO--Vamos a ver, la producción exige un esfuerzo, y ese esfuerzo ha de ser remunerado, porque si no, nadie lo haría. ¿Y con qué es remunerado? Con producción. La producción incluye la remuneración en sí misma. A efectos del análisis, simplifiquemos al máximo, para hacerlo más fácil: reduzcamos toda la producción a un solo producto, la mantequilla, por ejemplo. Esto viene a ser una metáfora, claro, pero dejémoslo en mantequilla Y ahora reduzcamos a toda la sociedad a una sola persona. Esa persona tiene una vaca, con la que resumimos todos los instrumentos de producción, y así produce su propia mantequilla y se la come, la consume. La sociedad funciona así: produce unos bienes y los consume. Imaginemos ahora que un año la vaca da más leche de la necesaria: a la persona le basta con tirarla y quedarse con la que precisa. Por ahí, es decir, por la sobreproducción, no puede venir ninguna crisis. En cambio supongamos que un año hay sequía, poco pasto, y la vaca da poca leche o enferma; o bien que la persona, por vagancia o por torpeza, deja que se estropee la mitad de la leche y tiene que contentarse con menos mantequilla de la precisa: he aquí la crisis. La crisis viene siempre por insuficiencia de producción, causada por la razón que sea. Dicho de otro modo: las crisis no vienen por el lado de la oferta, sino de la demanda no saciada. O por la oferta insuficiente, si lo preferís, todo viene a ser lo mismo.
MAURICIO--Pero tú olvidas muchas cosas. Olvidas el dinero, el comercio, los precios… No se puede reducir toda la sociedad a una persona, por mucho que quieras abstraer, ni tampoco toda la producción a una mercancía.
FABRICIO --¡Ah, qué duro es tener que explicar las cosas a los zoquetes…! Vamos a verlo de otro modo: todos sabemos cómo terminó aquel célebre debate entre Hayek y Keynes sobre la depresión, muchos años ha: como el rosario de la aurora. Os voy a explicar por qué se equivocaba Hayek. Este sostenía que en los ciclos económicos, los períodos de crisis se deben a la imperfección de los mecanismos monetarios. El tipo de interés representaría los bienes de consumo esperados en un futuro próximo a cambio de aquellos a los que se renuncia ahora, es decir, a cambio del ahorro. Ese tipo de interés regula el mecanismo que coordina el ahorro y la inversión. Pero los empresarios no pueden tener una idea precisa sobre lo que la sociedad quiere, en otras palabras, sobre el equilibrio adecuado entre ahorro y consumo, y cuando las cosas van bien, los mercados financieros tienden a dejarse llevar por la euforia y bajar demasiado los tipos de interés, con lo cual se multiplica la inversión más allá de lo que realmente puede o quiere ahorrar la sociedad en un plazo determinado. De lo que termina resultando una cantidad de inversiones ruinosas y sin salida.
SALICIO --No acabo de entenderlo, camarada. Pero dices que Hayek estaba equivocado, ¿entonces acertaba Keynes?
FABRICIO--No estaba menos equivocado, Precisamente porque también se embrollaba en ahorros, inversiones y consumos. Pero dejadme antes seguir con Hayek
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****Avalancha de críticas a Pérez-Reverte por llamar "perfecto mierda" a Moratinos Yo creo que lo criticable habría sido que llamara “gran ministro de Exteriores” o estadista o cosa así al fulano. Llaman machista a Pérez Reverte. Pues no sé si es mejor machista o feminista.
****La decadencia intelectual, y en general cultural, española, después de tantos años de basura y servilismo, se manifiesta también en la dificultad para centrar ciertas discusiones: a) El inglés es perfectamente innecesario y antieconómico para la gran mayoría de la gente en España (hecho evidente). Respuesta anglómana: “El inglés es muy útil y enriquece a todo el mundo”. b) El inglés está desplazando al español en la cultura superior y en muchos otros campos (otro hecho evidente) Respuesta anglómana de quienes se despreocupan por completo del asunto: “La globalización exige aprender idiomas, sobre todo inglés, y la Unión europea también”. c) Los anglosajones hacen bien en tratar de expandir su idioma y nosotros mal en estropear el nuestro. Respuesta anglómana: “Usted tiene fobia al inglés, pretende que nadie lo aprenda”. Y así sucesivamente. La anglomanía es una muestra de incapacidad intelectual, como el botellón, la telebasura, los separatismos y muchos otros fenómenos de esa enjundia. Yo no sé si es inevitable o no, pero alguien tiene que oponerse (ahora mismo creo que soy el único en toda España) Como salvando las distancias, en el asunto del homosexualismo.
****Jiménez se estrena con una "apasionada" defensa del diálogo con los Castro. La cabra tira al monte, nunca mejor dicho. “Diálogo” con los totalitarios Castro, con los asesinos etarras, con Mohamed VI aspirante a conquistar Ceuta y Melilla... Las afinidades electivas.