María Emilia Casas, preguntada sobre el concepto de nación:
"Son denominaciones que, aparte de su carga emotiva, arrastran un debate científico y político muy arduo a través de los años sobre lo que es Estado y lo que es nación. Creo que la formulación que hace la Constitución en su artículo 2 [el derecho a la autonomía de las "nacionalidades y regiones"] se puede mantener o sustituir por algo similar, dicho de otra manera. El problema es que términos como ’nación’ llevan demasiada carga emocional, sin atender al debate riguroso, del que se han ocupado con rigor los politólogos. Habría que descargar esos términos de su contenido emocional"
Esta señora, que pretende ignorar que nación, en términos prácticos, es la base de la soberanía, y trata de desviar la cuestión hacia el imperio de Bizancio, preside el Tribunal Constitucional.
Más datos de interés: doña Emilia votó en 1999 a favor del amparo a la Mesa Nacional (descárguenla de "contenido emocional") del grupo terrorista Herri Batasuna. Y en marzo de 2004 votó contra la impugnación del Plan Ibarreche, de inconstitucionalidad tan evidente como la del estatuto de los nacionalistas catalanes. Su marido, Jesús Leguina Villa, también ex magistrado del Constitucional, fue asesor del PNV y del PSOE.
Nombrada presidenta del Constitucional, en 2004, apenas llegado el PSOE al poder, por siete votos contra cinco, el secretario de estado de justicia, Luis López Guerra, declaró: "es una gran noticia y una suerte para todos". ¡Quiénes serán esos "todos"!
Como ven, las maniobras en curso contra la Constitución y la unidad de España no son improvisadas. ¿Entienden ustedes a los jefes sociatas cuando invitan a que el Tribunal Constitucional resuelva el problema?
Ningún Besteiro en el horizonte. Cierta resistencia, menos mal, en algunos (más bien algunas) socialistas vascos.
E indicios de claudicación en Rajoy
(Hoy, más que indicios).
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El nunca regenerado partido del GAL, de Filesa y de la expropiación de Rumasa, el partido de la memoria chequista, de la alianza con los separatistas, los terroristas y las dictaduras del Tercer Mundo, el debelador de la Constitución y la familia, el hostigador de las víctimas del terrorismo y celebrador de la oscurantista sentencia sobre el 11-M, el enterrador de Montesquieu y orquestador de campañas para silenciar la discrepancia, niega a la Iglesia el derecho a expresarse y a criticarlo... en nombre de la Constitución. Al PP de Rajoy el ataque totalitario del PSOE le parece simplemente "desmesurado", es decir, lo considera bien encaminado, aunque se pase un poco de la raya. En la concentración en defensa de la familia los jefes del PP estuvieron ausentes. Creo que solo apareció por allí Mayor Oreja, marginado por los Rajoy y compañía. Natural: la defensa de la familia no es su política. Ni la de la Constitución, como revelan sus estatutos de autonomía.
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El sentido y el mundo
La sociedad humana se nos aparece como dotada de sentido –en principio, ya veremos que no es del todo así–, pero el mundo exterior parece mucho más caótico e ininteligible. Ahora bien, una sociedad humana con sentido dentro de un mundo sin él no es admisible para la psique. En cierto modo el sentido se nos aparece como el bien, y la idea de un reducto insignificante de bien en medio de un mal de potencia inmensa y avasalladora resulta demoledora para nuestra ánima y nuestro ánimo. Tal idea aparece solo, creo, en la mitología nórdica, donde las fuerzas del mal acabarán imponiéndose sobre los dioses y los héroes, símbolos del sentido y del bien. En esa mitología solo queda el dudoso consuelo del valor en el combate predestinado a la derrota, al sinsentido vencedor. Curiosamente, el joven Bertrand Russell recogió una actitud similar en su célebre “oración”, que inspiró a tantos otros intelectuales británicos, según la cita Maeztu:
«Breve e impotente es la vida del hombre: el destino lento y seguro cae despiadada y tenebrosamente sobre él y su raza. Ciega al bien y al mal, implacablemente destructora, la materia todopoderosa rueda por su camino inexorable. Al hombre, condenado hoy a perder los seres que más ama, mañana a cruzar el portal de las sombras, no le queda sino acariciar, antes que el golpe caiga, los pensamientos elevados que ennoblecen su efímero día; desdeñando los cobardes terrores del esclavo del destino, adorar en el santuario que sus propias manos han construido; sin asustarse del imperio del azar, conservar el espíritu libre de la arbitraria tiranía que rige su vida externa; desafiando orgulloso las fuerzas irresistibles que toleran por algún tiempo su saber y su condenación, sostener por sí solo, Atlas cansado e inflexible, el mundo que sus propios ideales han moldeado, a despecho de la marcha pisoteadora del poder inconsciente.» Ya me referiré al comentario de Maeztu.
Por otra parte la idea de un mundo humano con sentido dentro y en contradicción con un mundo extrahumano inmensamente más poderoso pero sin sentido, no parece aceptable lógicamente: el sentido humano sería una antinaturaleza, pero entonces, ¿de dónde saldría? ¿Cuál sería su origen? Debe reconocerse que no puede existir tal contradicción sino que ambos mundos, el natural y el humano, han de guardar una relación o una analogía entre ellos. De hecho, el hombre piensa así de modo casi automático: la religiosidad primitiva atribuye a los fenómenos naturales externos intenciones análogas a las humanas y que permiten explicar el comportamiento natural, aunque este escape tan a menudo a sus deseos.