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Presente y pasado

Ha muerto Moh Ul-Sih

Tras una muy larga aunque por fortuna no muy penosa enfermedad, ha fallecido en un hospital de Ulán Bator el joven escritor vigués de lejana ascendencia china Moh Ul-Sih, a quien tantos éxitos augurábamos sus amigos. Moh se dio a conocer –relativamente– con la novela El erótico crimen del Ateneo de Madrid, cuyos beneficios económicos y propiedad intelectual me regaló, en gesto realmente amistoso, en una época en que yo pasaba graves apuros económicos, algo que él nunca tuvo la suerte o la desgracia de experimentar, pues era de posición acomodada. Era amigo, asimismo, del gran Antonio López Campillo. Me ha legado un cofre con, entre otras cosas, varios manuscritos suyos, algunos con nuevas andanzas del detective Francesc Bofarull i Bofarull, al parecer inspiradas en hechos reales de un curioso personaje que hoy es profesor, según tengo entendido, de la universidad Pompeu Fabra. También incluye un relato de las aventuras de su bisabuelo o tatarabuelo del mismo nombre, un chino procedente de Yenán, que se había instalado en Hong Kong y pirateado un poco y navegado en barcos de bandera española por Filipinas y el Lejano Oriente antes de recalar definitivamente en Vigo y montar un modesto negocio de zapatería, ha muchos años desaparecido, en la calle Real. Moh sentía verdadera fascinación por su abuelo, cuyo recuerdo siempre había pensado rescatar para conocimiento de las generaciones venideras.

Moh Ul-Sih llevaba enfermo siete años, con alternativas. Últimamente se encontraba tan bien que se creyó plenamente curado, y me comentó: "Por si vuelve a darme un arrechucho, aprovecharé para viajar hasta Yenán y Hong Kong, a fin de seguir en lo posible las huellas de mi antepasado". Por desgracia, la Parca se adelantó a sus proyectos, y en la capital de Mongolia segó una vida que tan fructífera se prometía para la literatura. Me autoriza, en sus instrucciones últimas, a publicar sus obras y percibir los beneficios, si los hubiere, aunque, por fortuna, mi situación económica ha mejorado algo desde aquella época. Espero poder cumplir esas instrucciones en la medida en que me lo permita mi agobiada agenda.

Moh tenía 36 años, a punto de cumplir los 37. Descanse en paz el amigo ejemplar.

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Zapo el amoroso

Zapo se ha declarado feminista, es decir, enemigo de las mujeres (no nos engañemos: igual que los comunistas han sido los peores enemigos de los obreros); y ha acusado a los conservadores de no tener amor. En lo que tiene toda la razón. Él ama a De Juana, y los conservadores no tanto; él ama a la ETA, y los conservadores no tanto; él ama a los separatistas, y los conservadores no tanto; él ama el matrimonio de homosexuales, y los conservadores no tanto; él ama a su patria, la libertad (de De Juana y los etarras), y los conservadores no tanto; él ama a los dictadores tipo Castro, Mohamed VI, Sadam y compañía, y los conservadores no tanto... El hombre exuda amor por cada poro, y los conservadores no tanto, ya se ve.

El término Zapo es una abreviatura de Zapatero. Suena algo mal, aunque no tanto como el término "Asnar" y otros con que obsequiaba la máquina de propaganda zapoísta a Aznar. No puede sonar bien un político que ataca por sistema la Constitución y ama a quienes ama.

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El periódico fascistoide El País pretende que las instituciones se devalúan por la resistencia de la sociedad, incluso por alguna del PP, a la infame alianza del gobierno con los separatistas y los asesinos. Periódico fascistoide, repito, tomando el fascismo como un estilo más que como una doctrina, según recomendaba Mussolini.

Y Rajoy, quizá bajo la sabia guía de los arriolas, no acaba de encontrar el tono. Sigue mirando al futuro: "La manifestación más importante de la historia de la democracia". Ya veremos. También se presenta como el próximo presidente. Ya veremos, de nuevo. A los ciudadanos no les interesan las pretensiones ni las profecías del señor Rajoy y del PP. Les interesa que hagan una oposición firme y adecuada, que ofrezca confianza como alternativa de gobierno, lo cual no está nada claro. Ciertamente, con las fechorías y los errores del niñato y su pandilla, Rajoy debería tener tras sí a la gran mayoría de la población. Pero no la tiene. Porque él tampoco inspira suficiente confianza.

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