Hoy, en El economista
FUERA DE LA LEY
Pocas cosas retratan mejor la situación actual que la actitud de los partidos nacionalistas (en el fondo separatistas) catalanes ante la aguardada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto. Un estatuto abiertamente contrario a la Constitución, algo tan evidente que no hace falta formación jurídica para detectarlo, basta el más elemental sentido común. Además, el propio TC, carece de independencia, al componerse de jueces designados prácticamente por los partidos, y encabezados por una señora pro separatista, por lo que es muy difícil que dé un disgusto a los nacionalistas catalanes, vulgo catalufos (a distinguir de catalanes sin más, que en su mayoría se desentendieron del estatuto). Y aun así, los grupos catalanistas no presionan al tribunal, lo chantajean con descaro y se colocan por anticipado fuera de la ley: indican que no obedecerán un fallo que cambie algo del texto estatutario.
Hay un precedente en la república, que he tratado en Los orígenes de la guerra civil y que debiera ser bien conocido, si la historia ha de servir para algo. En 1934, Companys y los suyos adoptaron la misma posición de rebeldía frente al Tribunal de Garantías Constitucionales, y se dedicaron a crear las condiciones para una insurrección que por fin estallaría el 6 de octubre del mismo año. El poder era tan débil que durante meses permitió la escalada de provocaciones de Companys, apoyada por el PSOE y por Azaña, hasta que el resultado fue el choque sangriento.
Hoy la situación es muy distinta. El gobierno no es que no sepa imponerse, colabora: el estatuto catalán, que deja en "residual" la unidad de España, fue la prenda ofrecida a los asesinos de la ETA en los negocios llamados por irrisión "proceso de paz". Y el PP ha imitado ese estatuto en varias regiones. Entre todos están haciendo trizas la ley. Es decir, la democracia. Es decir, la unidad de España.
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**** Propongo a quien tenga tiempo, ganas y talento, un ensayo-informe con este tema: "De clase política a chusma política". La mezcla de ignorancia, irresponsabilidad, chulería, trola, choriceo y puterío que caracterizan al grueso de nuestros políticos, de izquierda o de derecha. No a todos, claro, pero sí a casi todos, unos por acción, otros por complicidad y otros por omisión.
**** Cuando uno oye calificar a Franco de mediocre militar, o de "buen táctico y mal estratega", incluso de "torpe", etc., a pesar de sus victorias parciales y globales, tiene la impresión de que esos críticos no solo exigen a Franco la victoria, sino la victoria según las reglas que ellos creen más adecuadas. ¿Cómo se habrían desarrollado los sucesos si Franco hubiera seguido las especulaciones de sus brillantes críticos? Solo podemos suponer razonablemente una cosa: que habría sido derrotado.
**** Excelente artículo de Pedro Schwartz sobre El león de Chappaquiddick, recientemente fallecido.
**** Las tropas nacionales se llamaban así porque defendían la nación española. No se llamaban nacionalistas porque consideraban que el nacionalismo era un fetiche. De las contrarias, unas eran abiertamente antiespañolas, como las separatistas; otras eran "internacionalistas proletarias", es decir, agentes de Stalin, que ponían los intereses de la URSS muy por encima de los españoles. Para el PSOE, la nación española no tenía importancia, y gritaban con facilidad "muera España". A los anarquistas, la idea de España tampoco les decía nada. En cuanto a los propiamente republicanos de izquierda, además de contar muy poco, querían, como expresaba Azaña, acabar con la tradición nacional española para crear otra nueva al gusto y nivel de su propia chifladura. Las izquierdas, acuciadas por las derrotas, procuraron engañar a la gente proclamándose más patriotas que nadie y tratando de levantar al "pueblo español" contra la "invasión alemana e italiana" que liquidaba "la independencia de España". En verdad, Stalin mandaba en el Frente Popular, mientras que Hitler y Mussolini nunca mandaron a Franco, que ya en 1938 declaró su neutralidad en caso de guerra en Europa occidental.
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En Época:
DERECHISTAS CONTRA FRANCO
(Franco para antifranquistas no se dirige solo a las izquierdas)
Convencionalmente se considera a Franco político de derecha y hasta de extrema derecha, aunque gran parte de su programa y realizaciones tienen carácter más bien izquierdista. Como ustedes recordarán, la izquierda, que hasta hace años se declaraba con orgullo marxista o por lo menos adepta al "método de Marx", criticaba duramente a la "democracia burguesa" afirmando que concedía libertades meramente formales mientras en la vida real las masas pasaban calamidades y estrecheces. Desde ese punto de vista debieran ensalzar a Franco como uno de los suyos, pues el dictador se preocupó apenas de las libertades formales y en cambio consiguió que los españoles "de a pie" vivieran mejor que nunca antes, mucho mejor, por supuesto, que en la república burguesa. Es más, superó de tal modo las divisiones políticas anteriores a la guerra civil, que hoy, la mayoría de los políticos de derecha y de izquierda provienen de familias franquistas. Las izquierdas, después de la guerra, quedaron tan desacreditadas que la oposición izquierdista a Franco, en vida de él, la hicieron principalmente los que, en un sentido amplio, cabe llamar "hijos del régimen"; y lo mismo sucede con los militantes retrospectivos que derrochan ahora una furia antifranquista que nunca se les vio en tiempos de Franco. Sirvan de ejemplos clásicos la señora Vicepresi y su "represaliado padre", o el señor Cebrián de PRISA, entre tantos otros.
Pero hay también una derecha que desciende en línea recta de la dictadura y se esfuerza ahora en mostrarse no menos intransigente con el régimen anterior. A menudo son jóvenes de tales familias, ignorantes de la historia reciente, pero que tratan a Franco de "anodino" (¡quiénes fueron a hablar!), lo rechazan enfáticamente "porque fue un dictador", o admiten que tal vez su régimen tuvo cierta justificación al principio, pero debiera haber abierto paso a la democracia mucho antes, y que de no haberlo hecho provienen muchos males de ahora. Hasta se jactan, con orgullo indocumentado, de no tener ni un franquista en sus familias.
Se diría, pues, que estamos ante gentes cuya pureza y sensibilidad democrática garantizan que jamás, mientras ellos vivan, volverá a España una dictadura. Por ello uno se queda perplejo cuando los ve aceptando con naturalidad el socavamiento de la separación de poderes, es más, contribuyendo a él; cuando los ve atacar la libertad de expresión mediante intrigas para desbancar a comunicadores muy populares pero que a ellos les disgustan; cuando organizan estatutos de autonomía que nadie exige salvo ellos y la oligarquía izquierdista, para crear cacicatos regionales donde las libertades sí se vuelven "formales" y sin contenido, aparte de inventarse "realidades nacionales" al nivel de los caciques y reducir a marginal la unidad de España; cuando se defienden de acusaciones de corrupción afirmando que les espían, sin dar pruebas (dijo uno de ellos que "la economía lo es todo", lo cual puede entenderse de varios modos); cuando aceptan la versión sobre el 11-m, según la cual un buen día les dio por cometer una matanza a unos cuantos chiflados, sin conspiración previa ni relación con la significativa fecha, ni con la guerra contra Sadam Husein...Y un largo etcétera de actitudes por el estilo.
Con toda evidencia, estos derechistas tienen de demócratas mucho menos de lo que presumen. Si lo fueran, recordarían cómo la democracia no ha venido de ellos ni de los no menos antifranquistas de izquierda, sino, ¡precisamente!, del régimen de Franco. Recordarían que en las cárceles de la dictadura no había demócratas, a menos que consideren tales a los comunistas, etarras y otros terroristas. Y entenderían que con políticas como las suyas están socavando el sistema de libertades y colaborando con la izquierda en el actual proceso de involución política que está arrasando el mejor legado de la transición.