El PP conserva algunas comunidades y pierde dos (al menos pierde la mayoría absoluta en ellas), en particular la estratégica de Navarra; y sufre fuertes retrocesos en los municipios de Galicia y Vascongadas. Es decir, ha experimentado una grave derrota, pese a haber superado en votos al PSOE, en proporción apenas significativa.
Creo que este es el resultado del centrismo, tal como lo entiende este partido. Por centrismo entendemos comunmente moderación, y en ese sentido ninguna democracia puede funcionar si sus principales partidos no son moderados. Pero el PP considera centrismo la colaboración con quienes destrozan la ley y la unidad de España (colabora en los hechos, véanse los estatutos, mientras protesta, o finge protestar, en las palabras).
La excepción: las Vascongadas. Allí el PP tiene otro temple, pero ha retrocedido también. Por dos razones, en mi opinión: porque no basta defender posiciones democráticas y unitarias, sino que hay que saber defenderlas con habilidad, y eso no ha ocurrido: su mensaje parece más defensivo y negativo que positivo; y porque allí el PP tiene en contra el arrastre del “efecto ganador”: la alianza de terroristas, separatistas y socialistas en el “proceso de paz” –que no ha sido debidamente desenmascarado–, da la impresión de imponerse, y a mucha gente el PP le parece condenado a la derrota, cree que votarle resulta prácticamente inútil. En las Vascongadas la combinación de demagogia y violencia, en claro retroceso en la última época de Aznar, ha vuelto a imponerse triunfalmente, más que nunca antes. Gracias a Zapo y su patio.
El PP de Rajoy no ha encabezado nada parecido a un movimiento por la recuperación de la Constitución, del imperio de la ley, de la unidad de España. Se ha beneficiado de las iniciativas y reacciones espontáneas de la sociedad (AVT, Foro de Ermua, COPE etc.) sin dar nada a cambio, o dando más bien “centrismo”. Es un partido rentista, y no hay el menor indicio de que vaya a renunciar a esa línea. Las conclusiones, extráigalas cada cual.