El comentario de este blog el día 10 terminaba: "En otro orden de cosas, explica Fernández-Coppel, el conquistador de Sevilla "siempre pensó que con la presencia de los generales Cabanellas, Mola y él mismo, Franco no se podría mantener como caudillo al finalizar la guerra. Con lo que no contaba es con que Mola moriría en accidente en 1937; Cabanellas moriría en 1938 y a él se le enviaría al destierro". Cuestión muy interesante que requiere más comentario".
¿Cuál habría sido la alternativa de Queipo a Franco? Al revés que éste, Queipo carecía de visión política con alguna perspectiva. Era capaz de declararse monárquico y al mismo tiempo conspirar para un golpe militar republicano contra Alfonso XIII, la única monarquía existente en 1930; y ninguna lección sacaba de las experiencias transcurridas desde aquella fecha. Para él, la terminación de la guerra debía dar lugar a una vuelta, quizá, al régimen de la Restauración o acaso a algo parecido a una república o monarquía democrática. Con qué mimbres fuera a construirse ese cesto era algo que seguramente no tenía claro él mismo, en realidad no parece haber pensado siquiera en ello.
Cuando Queipo preparaba un golpe republicano, en 1930, Franco se oponía a él argumentando que lo mejor sería la democratización del país, pero de forma ordenada, sin golpes que solo podrían traer una tiranía. Sin embargo no es posible construir una democracia sin demócratas, y las izquierdas no lo eran sino, la mayoría (PSOE y CNT), violentamente contrarios a las libertades "burguesas" y proclives a la guerra civil. Azaña se hacía la ilusión infantil de dirigir a aquellos "gruesos batallones populares", y por lo demás él mismo demostró su carácter antidemocrático con sus aportaciones a la constitución o cuando, al perder las elecciones de 1933, intentó por dos veces el golpe de estado; o cuando anunció, tras las elecciones del Frente Popular, que el poder ya no saldría de manos de la izquierda, y para conseguirlo hizo trizas la legalidad que él mismo había contribuido a crear. No había en la izquierda ningún demócrata, si exceptuamos a Besteiro y su grupo, pronto reducido a la nada, y algún otro no menos aislado.
En cuanto a la derecha, la mayoría de ella era liberal por tradición pero, por falta de contenido intelectual, perdido a partir del "desastre" del 98, tenía un miedo cerval a la democracia, cuya bandera dejaba enarbolar a la izquierda, identificándola con los delirios mesiánicos de esta.
Alcalá-Zamora, Miguel Maura y algunos intelectuales, habían intentado poner en pie un régimen normal de libertades, pero prácticamente desde la inauguración de la república se vieron desbordados por la marea izquierdista y mostraron total incapacidad para oponerse a ella, después de haber contribuido a desatarla. Y esa incapacidad los convirtió, especialmente a Alcalá-Zamora, en auxiliares perfectos de la revolución.
Queipo no había sacado ninguna lección, repito, de la experiencia, mientras que Franco había sacado las suyas. Lo veremos más ampliamente.
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****Policías y guardias civiles acusan a Rubalcaba de "dudosa catadura democrática"
¿Dudosa? Tan dudosa como la de la ETA
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Ayer, en El economista
LA IMPOSIBLE CRISIS
Fernández Barbadillo, en su blog de Periodista Digital, repasaba el viernes pasado algunas de las ¿sandeces?, ¿mentiras?, emitidas por Zapatero en torno a la crisis que algunos, pocos, vaticinaban. 15-I-07: "Estamos seguros de que vamos a superar a Alemania y a Italia en renta per cápita de aquí a dos o tres años". "Vamos a seguir creciendo en el sector de la construcción". 3-7-07: "En la próxima legislatura se alcanzará el pleno empleo de forma definitiva y no a cualquier precio" (debate sobre el estado de la nación). Portada de El país el 22-8-07: "Zapatero garantiza que España está a salvo de la crisis financiera". 1-7-07: "No hay ninguna repercusión directa en el mercado inmobiliario y en el sistema financiero español (...) Los tipo de interés y el Euribor deben haber tocado techo". 11-9-07: "En esta Champions League de las economías mundiales, España es la que más partidos gana, la que más goles marca y la menos goleada". 1-10.07: "No hay atisbo de recesión económica. La economía española tiene muy buenos fundamentos".
9-1-08: "Crear alarmismo injustificado es lo menos patriótico que conozco". 14-1-08: "En 2013 igual hemos superado en renta per cápita a Francia". 29-6-08: "Como todo, (la crisis) es opinable, y depende de lo que entendamos por crisis (...) El gobierno es el que más ha acertado en sus previsiones". 4-7-08: "A trabajar... y también conviene que consumáis". 24-9-08: "Nuestro objetivo es superar a Francia en tres o cuatro años (...) Tenemos los sindicatos más comprometidos con las reformas de todos los países europeos (...) Mi gobierno es uno de los pocos del mundo con más mujeres que hombres, y les puedo asegurar que funciona mucho mejor"; 8-10-08 (sobre su plan de rescate): "Yo, si hubiera sido el líder de la oposición, habría dicho sí sin condiciones, sin peros".
Frases espigadas entre tantas otras. En estas manos (anticonstitucionales también) está el país.
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En Época:
UN CONGRESO SERIO SOBRE LA GUERRA CIVIL
La editorial Actas presentó la semana pasada, en la universidad CEU de Madrid, los estudios del congreso celebrado en noviembre de 2006 en dicha universidad sobre la república y la guerra civil. Aquel congreso se adelantó, en réplica anticipada, a otro oficial montado con todos los medios, con dinero público, por el gobierno, a fin de dar respaldo intelectual a su ley de memoria histórica (más bien de memoria chekista, como he explicado muchas veces). La acertada iniciativa de Alfonso Bullón y Luis Togores, coordinadores del congreso alternativo del CEU, echó por tierra en gran medida el congreso oficialista, que también salió mal porque muchas tesis y comunicaciones allí expuestas desairaban las pretensiones del gobierno. Un pequeño desastre, pues, para los políticos resucitadores de los viejos rencores so pretexto de...¡cerrar heridas!
Comenta Bullón de Mendoza el prólogo a estas actas del Congreso del CEU: "Cuando invité a participar al profesor Malefakis y le informé del nombre de los demás ponentes, exclamó alborozado: "¡Por fin un congreso abierto, en el que estaremos desde un Pío Moa hasta un Edward Malefakis". Y desde luego, la nómina de ponentes es extraordinaria, desde Stanley Payne a Gil Pecharromán, Ricardo de la Cierva, Michael Alpert, Jesús Salas, A. D. Martín Rubio, Luis de Llera, J. M. Cuenca Toribio y muchos más que harían de este artículo una relación de nombres, máxime si atendemos a la gran cantidad de comunicaciones, que ocupan un segundo volumen de 1.300 páginas y muchas veces no son menos interesantes que las ponencias.
En la presentación, Javier Esparza aludió a una esencial diferencia de actitud entre los historiadores de derecha y los de izquierda, desde los años 60. Los primeros buscaban una reconciliación, exponían los hechos sin ensañamiento y casi siempre en el espíritu de cerrar las heridas. Los de izquierdas, por el contrario, tienen un marcado sesgo revanchista, basado en una necesidad de justicia histórica: la guerra había surgido de una sublevación contra un régimen legal y democrático, sublevación apoyada por las potencias fascistas, y no podían ponerse en el mismo plano, con falsa reconciliación, a los dos bandos. Añado que la derecha solía hablar de "guerra fratricida", idea poco aceptada por la izquierda, para la que había sido una guerra de los ricos contra los pobres, como siguen contando intelectuales como Juan Luis Cebrián o Felipe González.
Pero esta es la cuestión esencial. La derecha ha tendido a un sentimentalismo débil porque, habiendo renunciado por entonces a la idea de democracia, dejaba esta bandera en manos de la izquierda, aceptaba a los otros como republicanos y por tanto demócratas, y centraba sus críticas en la imposibilidad de la convivencia en la república, buscando un cristiano reacercamiento, que pareció lograrse al principio de la transición.
En cuanto a mis estudios, he seguido una línea distinta. La clave de la guerra no radica en los sentimientos y las propagandas, sino justamente en la democracia. La reivindicación de esta por las izquierdas que terminaron unidas en el Frente Popular, ha resultado un absoluto fraude histórico. Fueron ellas y los separatistas quienes desbordaron, asaltaron y terminaron arruinando la legalidad republicana, una legalidad con muchos déficits, pero en principio democrática y reformable. Y al arruinarla, destruyeron las posibilidades de convivencia y ocasionaron la guerra civil, la cual, por cierto, deseaban abiertamente, como demuestran sus textos.
Se trata, creo, de un enfoque nuevo, que permite extraer lecciones prácticas y valederas para hoy, cuando un gobierno "rojo", que se identifica con el Frente Popular, reivindica a los chekistas y colabora con la ETA, está creando una involución política, socavando todo lo adelantado desde la Transición en cuanto a convivencia en libertad.