(art. de 2003)
Los suizos siempre han tenido fama de aficionados a las armas, hasta el punto de que solían alistarse en otros ejércitos como mercenarios; a veces en ejércitos enemigos entre sí, y, según cuentan, en las treguas se reunían suizos de uno y otro bando a beber y comentar los incidentes de los combates. Todavía observamos ese carácter en la seriedad con que se toman la preparación militar. Pero, como país, es el que ha disfrutado de más larga paz en Europa, permaneciendo neutral en todos los conflictos que han devastado el continente en los últimos dos siglos.
Esa neutralidad ha tenido algunos costes, y en la última guerra mundial el comportamiento suizo en relación con, por ejemplo, los judíos, distó de ser modélico —mucho mejor fue el de Franco, por poner un caso—. Pero el balance de conjunto es inmensamente positivo, y no sólo para la propia Suiza, país elegido como sede de la Sociedad de Naciones, donde nació la Cruz Roja, y donde numerosos estados contendientes han firmado o negociado el fin de sus querellas. Suiza es, además, una de las más antiguas y prestigiosas democracias del mundo. Es una considerable potencia industrial y también científica —superior a España, por cierto— y artística; la célebre opinión reflejada en "El tercer hombre" simplemente no pasa de tontería. Y es quizá el país más sólidamente rico de Europa.
Suiza ha seguido, en general, el camino de apoyarse en sus propias fuerzas y en su propia experiencia, evitando mimetismos y sin aislarse, no obstante, del exterior. Pese a las fuertes presiones para que se sume a la corriente, ha declinado entrar en la Unión Europea. Obviamente, no muestra el menor complejo por ello, ni a ningún político se le ocurre presentarla como ajena a Europa. Al contrario, los suizos tienen la impresión de ser en muchas cosas más bien un modelo para el resto del continente. Que un país tan pequeño muestre tal confianza en sí mismo es un hecho destacable, pero mucho más el que esa confianza se haya demostrado tan justificada.
Nuestro caso es casi justamente el contrario. Parece que estuviéramos siempre dispuestos a olvidar o menospreciar nuestra propia experiencia, a no darnos a nosotros mismos un margen de confianza, a buscar fuera, con espíritu milagrero, algún bálsamo de Fierabrás a nuestras heridas. Cuando oigo referencias al "orgullo español", por parte de franceses o ingleses, me quedo perplejo. No sé si habrá ahora mismo en Europa un pueblo más servil y falto de confianza en sí mismo. Autodesconfianza tan justificada como la confianza suiza, pues, en círculo vicioso, engendra sus propios males.
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**** Feijóo cede la política lingüística a un defensor de la imposición del gallego
¿Cuándo se convencerá la gente de que el PP es "asín", y que solo finge una política española y democrática para retener los votos de muchos electores ansiosos de creer tal cosa? No es cuestión de complejos, como pudo serlo en otro tiempo. Es una evolución política consistente y que solo los muy ingenuos pueden dejar de ver: el PP se compone de diversas corrientes unidas por el común afán de disfrutar de poder; y con la misma ideología final —solo un poco aguada— que Zapo y su gobierno ilegal e ilegítimo. El actual PP no es ninguna solución, agrava el problema.
**** Las víctimas del 11-M califican de "vergüenza" que Zapatero "frivolice" la matanza
¿Vergüenza? Mucho peor. Zapo nunca ha estado con las víctimas, sino con los terroristas. Ha sido el mayor colaborador que los asesinos han tenido en España. Secundado por los futuristas. Pero a la gente le gusta creer fantasías.
**** AVT se querella contra Carlos Dávila
Época ha dicho que la directiva actual de la AVT se ha puesto en manos del gobierno pro terrorista. Podría haber sido una opinión equivocada, y Dávila tendría pleno derecho a expresarla. Pero en el fondo no es equivocada en absoluto. Quizá esté más en manos de los futuristas rajoyanos que del gobierno, pero en la práctica es exactamente lo mismo. Con su querella, los jefes de la AVT demuestran que, además de haber renunciado al papel que la AVT ha cumplido muchos años, están en contra de las libertades democráticas y tratan de utilizar la justicia contra ellas, como ocurre cada vez más a menudo bajo este gobierno y su seudo opocisión. Es de esperar que las víctimas expulsen a esa directiva. Hace tres años escribí una nota, que ahora mismo no tendría validez:
¿QUIÉNES SON LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO?
La Asociación Víctimas del Terrorismo se constituyó en 1981 para socorrer a los afectados más directos por esta barbarie, ante el abandono y marginación a que las relegaban tanto el estado [debí haber dicho "los políticos"] como muchos sectores de la sociedad española. Hoy suena increíble que una sociedad y un estado que se proclaman democráticos hayan podido despreciar a las víctimas directas del terror totalitario, y otorgar simétricamente un plus de crédito y prestigio a bandas de asesinos cuyo propósito declarado, nada oculto, consiste en destruir la democracia y la unidad de España. Sin embargo así ha sido. Durante muchos años la Asociación de Víctimas ha sufrido un talante oficial de sospecha, mirada desde determinados poderes públicos con abierto desagrado, y hasta privada de ayudas concedidas en cambio a asociaciones pintorescas, por no decir más.
El trabajo tenaz de la Asociación ha logrado ir cambiando tal estado de cosas. Ha impulsado medidas políticas, sociales y judiciales que han permitido mejorar la situación de las víctimas inmediatas, y con ello la calidad democrática de nuestra sociedad. Denunciando los crímenes ha conseguido diluir la demagogia que presentaba y aún presenta a los terroristas como luchadores por algún fin noble, mostrando su verdadera naturaleza de barbarie fanática y delincuente. Ha contribuido a probar, al compás de una larga experiencia, que las llamadas "soluciones políticas" eran en realidad soluciones mafiosas que no hacían otra cosa que legalizar el crimen y premiar a los criminales, a costa del estado de derecho y de la libertad y seguridad de los ciudadanos. Cuantos amamos la libertad tenemos una deuda contraída con esta Asociación.
Pero en la actualidad asistimos a un grave retroceso hacia el ambiente turbio que hizo necesario crear la Asociación. Desde diversos poderes y medios de masas los terroristas vuelven a ser presentados como interesados en la paz y en una causa política digna de reconocimiento; mientras, paralelamente, menudean las maniobras para dividir a las víctimas o negarles la condición de tales, o para desacreditarlas identificándolas con la "extrema derecha", o para culparlas indirectamente de la pervivencia del terrorismo por exigir la más elemental justicia y defender las libertades.
Por esta razón, y por la deuda que todos tenemos contraída con ellos, todos debemos movilizarnos y manifestar nuestro firme apoyo a esta Asociación, a la democracia y al Estado de derecho, y nuestro enérgico rechazo a todas las maniobras de supuesta pacificación a costa de la libertad y de la unidad de España. Porque la víctima del terrorismo, en definitiva, es toda la sociedad... con la excepción de los recogenueces: los Zapatero, Ibarreche, Carod y sus partidos. Las cosas están llegando demasiado lejos, y sería un error mantener las supercherías. O entre todos detenemos esta deriva o todo lo adelantado desde la Transición se hundirá, por obra de demagogos irresponsables, volviendo al país a la inestabilidad, la involución democrática y propiciando con ello la violencia, so pretexto de conseguir lo que, con típica perversión del lenguaje, llaman "la paz".