**** Como hemos visto en el caso de Galicia Bilingüe, de Hazte oír y otros casos, veremos en el de Peones Negros etc., y podría ser en casi todos, un grupo muy pequeño de gente sin apenas medios puede iniciar una asociación con gran influencia sobre la opinión pública. Basta que exista un objetivo concreto y no una intención dispersa, decisión, imaginación y ánimo. Incluso una sola persona puede hacer mucho en su ámbito inmediato, con poco esfuerzo y más en la época de Internet. Y habiendo muchas personas que se pusieran a ello, el efecto sería muy grande. Aunque siempre habrá quienes prefieran gimotear cómodamente sin mover un dedo y usar la imaginación para buscar excusas y no hacer nada. El problema es que estos últimos son muchos más que los otros, y por eso las cosas van como van. El mayor problema no es lo que hacen los progres, sociatas, separatistas, el PPOE y el gobierno, sino lo que NO HACEN los que quieren una España unida y democrática. De hecho, nada facilita más la labor de aquellos que la pasividad gimoteante de estos.
No estaría mal una asociación para divulgar masiva y sostenidamente las fechorías cometidas por el Frente Popular con el patrimonio histórico-artístico español, empezando por las del Museo del Prado. Por ejemplo.
---------------------------------------------------
En
La democracia ahogada:
EL PSOE ANTE LA TRANSICIÓN
Desde el accidentado congreso de 1970 en Toulouse, los socialistas venían reorganizándose en el interior de España con permiso evidente del régimen, pese a permanecer oficialmente en la ilegalidad. Aun así, progresaban muy despacio, y en 1975, año de la muerte de Franco, seguían formando grupos insignificantes, siendo los principales el de Tierno Galván, el de Llopis, y el de González y Guerra, que se había hecho con el reconocimiento internacional y los fondos correspondientes.
¿Qué llevó entonces a este partido sin historial de lucha antifranquista, con escasas centenas de afiliados muy poco militantes, plagado de rivalidades y confidentes, a protagonizar en buena medida la transición y la democracia --no siempre, ni mucho menos a favor de la democracia--? Precisamente eso. Se lo planteaban José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel en su clásico ensayo
La ambición del César: "¿Qué situaciones históricas y personales han tenido que concatenarse para que un puñado de sevillanos avispados, desconectados de los profundos movimientos de la oposición democrática al franquismo, se llevaran el santo y la limosna de la transición democrática española tras ver reducido a cenizas al que fuera poderosísimo partido, el Comunista?". Los autores aluden a "maquiavélicas astucias, ausencia de escrúpulos ideológicos o de cualquier otro tipo, maniobras audaces, mezclas armónicas de prudencia y osadía a veces suicida, mucha suerte e incesante búsqueda de un bien obsesivo y supremo: el poder". Esas fueron condiciones necesarias, pero no suficientes. Personas de ese carácter no escasean en ningún partido, y en la mayoría de los casos se quedan en la cuneta.
A mi juicio, y como indicaba en el artículo anterior, el PSOE se convirtió en el eje de la izquierda gracias, precisamente, a su debilidad. Esa debilidad preocupaba a fuerzas decisivas, dentro y fuera de España, temerosas del PCE e interesadas en un partido de izquierda manejable. Su temor se había acrecentado con la experiencia del golpe militar portugués de abril de 1974, conocido por "revolución de los claveles. El golpe había creado una situación caótica y radicalizada, en la que el Partido Comunista de Alvaro Cunhal hacía su agosto y dominaba parte de las fuerzas armadas; situación que costaría grandes esfuerzos reencauzar. Deriva semejante en España sería harto más peligrosa para Europa, y casi nadie quería correr el albur. Carrillo exhibía actitudes más moderadas que Cunhal, pero pocos confiaban en su eurocomunismo, dada la tradición comunista y su vieja táctica de balar para ocultar los colmillos. Pero este era el partido que sí había luchado contra la dictadura de Franco, había dirigido manifestaciones, huelgas y protestas, disponía de miles de militantes disciplinados y de una probada organización clandestina capaz de multiplicar su efectividad si se la legalizaba. Por lo tanto, se imponía instrumentar contra él un gran partido de izquierda de tipo socialista, y en ese objetivo coincidían los sectores evolucionistas del régimen -- que facilitaban la reorganización del PSOE--, los partidos, sindicatos y gobiernos socialdemócratas europeos, e importantes sectores políticos en Usa e Hispanoamérica.
La preocupación se extendió hasta la extrema derecha alemana, según expone Carrillo en sus
Memorias. Cuando el caso Flick --proceso por ayudas ilegales a partidos, entre ellos el PSOE, que quedaría investigado sólo a medias-- se formó una comisión parlamentaria y Carrillo hizo la siguiente pregunta a Von Brauchitsch, representante de Flick: "Tengo entendido que el señor Flick fue condenado por el Tribunal de Nuremberg como criminal de guerra nazi. Y creo que usted es hijo del general que fue jefe del Estado Mayor de Hitler. Me supongo que ideológicamente no existe afinidad alguna entre ustedes y el PSOE. Entonces, ¿cómo se explica que ustedes financiasen al PSOE?". El señor Von Brauchitsch no vaciló en la respuesta: "Tratábamos de cerrar el paso al comunismo. Y el partido mejor situado para hacerlo era el PSOE".
La respuesta retrata perfectamente la realidad, tal como las recientes declaraciones del ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo: "Creíamos que el PCE podía arrasar en votos (...) Tal era nuestra impresión que ayudamos con dinero para sus campañas al PSOE de Felipe. Nos dijimos: "vamos a dar dinero a éstos que están muy débiles, para que no se los coma el PCE". Lo mismo pensaban muchos jefes de gobierno u oposición europeos o los servicios secretos de varios países. Frenar al PCE exigía poner en pie una competencia también izquierdista, también "obrera" e incluso más radical de palabra. El PSOE recibió entonces consejos, expertos, campañas de promoción pública y abundante dinero. Esos medios permitieron al grupo de González ganar voluntades, extender el partido, inventarse una imagen ("cien años de honradez") y expulsar sin inhibición alguna a los elementos molestos.
Aunque nadie tenía interés en sacar a la luz aquellos flujos económicos, ilegales o ilegítimos, todo el mundo los sospechaba, y por lo demás casi todos los partidos en gestación buscaban dinero sin reparar demasiado en su origen. La financiación del PSOE durante aquel período (y no solo durante él) sigue siendo un capítulo oscuro. De vez en cuando se aclara algo, por lo común gracias a disputas internas, como la del final de la guerra civil entre Negrín y Prieto por el tesoro del
Vita; o a través de socialistas decepcionados, como Antón Saavedra, ex secretario general de la federación Estatal de Mineros de la UGT, en su libro
Secuestro del socialismo. Saavedra, fantasioso en sus análisis generales, mejora cuando refiere detalles de la vida del partido, que él conoció íntimamente en aquella época.
Vale la pena repetir, por lo significativa, unas frases suyas ya citadas aquí: "La justificación de los dineros que fluían a raudales desde Alemania se basaba, según el portavoz del SPD alemán, Bruno Fruedelrich, en declaraciones a los medios de comunicación, en febrero de 1976, en que "Son muchos los socialistas españoles que han sido apresados o encarcelados, y hay que pagar a los abogados o mantener a familias que se han visto privadas de su cabeza. Cuando el PSOE sea legal en España, se podrá convertir en un partido económicamente independiente". Comenzaba una masiva falsificación histórica: "Ni que decir tiene que en los últimos años del franquismo no fue procesado un solo dirigente socialista en España. No existía represión generalizada contra los socialistas españoles, y si la hubo fue muy puntual y episódica, nunca de la manera sistemática y continuada como la que recibieron algunos comunistas. Por consiguiente no había familias a las que ayudar. Pero el dinero existía y no sólo de dinero alemán vive el PSOE. Dinero mexicano, venezolano, judío, sueco, austríaco y (no podía faltar) de la CIA norteamericana a través de sus brazos sindicales de la AFL-CIO... Pero la consigna era
sólo para las familias de los detenidos".
Así, el PSOE contó con apoyos económicos y mediáticos desusados, que ningún partido de su tamaño habría podido allegar por si solo. Nunca fue un partido tan mimado desde la derecha y la izquierda: ¡hasta sus propios rivales le daban dinero!
El temor al PCE hacía pensar a muchos en otra solución: legalizar al PSOE manteniendo a los comunistas fuera de la ley, al menos por un buen período. Había el precedente de Alemania occidental, y esa era la idea de Fraga, entre otros. El propio González dio a entender que la idea no le parecía del todo mal, que no ligaba su destino al del PCE, los cual encajaba en una tradición socialista, pues durante la dictadura de Primo de Rivera la UGT había colaborado con el dictador, beneficiándose de las ventajas legales, a fin de de desbancar a sus perseguidos rivales de la CNT.
Otra ventaja de partida del PSOE era la densa ignorancia de la mayoría del público, periodistas y políticos, sobre la historia del PSOE, así como de la república, los separatismos y la guerra. Una argucia con que se justifica la llamada "memoria histórica" es el supuesto adoctrinamiento franquista, pero al menos en los últimos quince años de aquel régimen, se hablaba muy poco de la guerra y la república, y no se estudiaban prácticamente en los institutos ni en la universidad (ese vacío fue ocupándolo, ya durante el franquismo, la versión marxista del pasado, a partir de Tuñón de Lara). Y el régimen había orientado su artillería ideológica contra el comunismo, dejando aparte a un PSOE que, también es cierto, no le daba problema alguno.
Sin embargo no había sido el PCE, sino precisamente el PSOE el que, durante la república, había perseguido con mayor violencia su dictadura "proletaria" y la guerra civil, a las que solo Besteiro se había opuesto. Entre 1933 y 1937 los socialistas llevaron la voz cantante en el proceso revolucionario, organizando la insurrección de 1934, creando el Frente Popular y destruyendo la legalidad republicana después de febrero de 1936, incluido el mismo asesinato de Calvo Sotelo. Solo desde mayo de 1937, ya con la guerra avanzada, había ganado el PCE la hegemonía en las izquierdas. El PSOE solo había tenido dos épocas de moderación o pasividad a lo largo de su historia: las dictaduras de Primo y de Franco. En cambio había contribuido a demoler el régimen liberal de la Restauración y luego la república. Asombrosamente, la propia derecha había olvidado casi todos estos hechos y ayudaba a la creación de mitos favorables a los nuevos jefes socialistas. Fueron posibles, así, consignas tan asombrosas como la de los "Cien años de honradez", que dio al PSOE autoridad moral indiscutida durante largos años. La ignorancia del pasado tuvo en la transición un peso mucho mayor del comúnmente reconocido, y de ahí una serie de equívocos y errores políticos. Con tales ventajas emprendió o reemprendió el PSOE su carrera a la muerte de Franco.
**** Dicen algunos muy sagaces que el PSOE fue un montaje de los servicios secretos. Pues ya saben la receta: para montar un gran partido de influencia nacional, hay que conseguir el patrocinio de los servicios secretos. Idem la ETA: ¿quieren ustedes montar una organización terrorista que esté golpeando durante 50 años e influya fuertemente en la política de la nación? Diríjanse a los servicios secretos. Otra cosa, claro, es que los servicios aquellos conociesen el asunto y tuvieran muchos confidentes en el PSOE, como creemos las personas de sagacidad limitada.
****
Rajoy propone cambiar EpC, la asignatura que prometió suprimir
Rajoy piensa que esa asignatura totalitaria le vendría muy bien si él está en el poder. Como la muerte de Montesquieu. La corrupción les viene muy bien a todos.