Un amigo me manda fotocopia del BOE del 2 de diciembre pasado sobre ayudas del gobierno a un buen montón de asociaciones formadas ex profeso para falsificar la historia negociar con las fosas etc. Son cuatro millones de euros, unos 650 millones de pesetas, destinados al negociete. Negociete en el doble sentido político y crematístico, porque por una parte se hace pasar por demócratas a los que lucharon bajo el Frente Popular y por otra se estimula la formación de asociaciones para cobrar del dinero público que, afirman estos sinvergüenzas, "no pertenece a nadie". Mi comunicante señala: "Las acciones o 'proyectos', en la mayoría de los casos, son ficticios. Esto se llama vivir a costa del franquismo. Ahora se entiende el interés de las 'asociaciones cívicas' en no perder la 'memoria_historica'=subvenciones_permanentes después de setenta años". Seguramente hay una dosis de fraude económico en todo ello, como hay un fraude histórico y político total en el montaje, pero lo importante no es eso, sino cómo desde el gobierno se monta un aparato de propaganda permanente con decenas de asociaciones "espontáneas" financiadas para hacer esa repugnante labor, con dinero de todos.
Es un aspecto más de la cultura de la trola y el choriceo propia de un gobierno pro chekista y pro terrorista (en la ley de "memoria" histórica se consignan 135.000 euros, es decir, más de veinte millones de pesetas, para las familias de cada persona muerta desde 1968 "en defensa de la democracia", es decir, básicamente a familias de etarras, tan demócratas como Zapo y su pandilla: la ETA y el PSOE, insistamos en ello, comparten el 90% de su ideología).
Es un debe cívico señalar estas cosas, que están acabando con la democracia, pero también reconocer los hechos: la inmensa mayoría simplemente no entiende la trascendencia de esta ley totalitaria, que, al deslegitimar el franquismo deslegitima la transición y la democracia actual, mientras legitima la democracia de los chekistas y los etarras, y la involución política a la que asistimos desde el 11-m. Es decir, la ley no se refiere en absoluto al pasado, sino al presente y al futuro, que los apóstoles de la trola, el choriceo y el puterío pretenden modelar a su gusto.
Y es normal que la mayoría no lo entienda, como no entiende la trascendencia del estatuto catalufo (que no catalán). Porque casi nadie se ha molestado en explicarlo. Cuando salió esa nefasta ley, elaboramos un manifiesto a fin de hacer llegar a la opinión pública algo de lo que ella significaba, publicándolo en los principales medios. Durante un mes recogimos 8.000 firmas y otros tantos euros, cantidades irrisorias, pero que reflejan perfectamente lo irrisorio de la resistencia a los desmanes del gobierno. Así es la realidad, al menos hoy por hoy, y no hay señales de que vaya a cambiar.
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Hace un año, aproximadamente:
Chistes macabros
Columna publicada el 27-11-2008
El Gran Wyoming –bizarro nombre, pardiez–, un chistoso trivial y ocasionalmente gracioso, ha hecho ahora broma de la pobre futurista Ana Mato quien, con indecencia –en esto tiene razón el cómico–, defiende que la historia "no interesa a nadie y divide a los españoles".
Ha dicho el cómico que entre los españoles "solo puede haber dos grupos: los que se indignan ante los crímenes, violaciones y secuestros de niños y los que no. No basta con condenar a ETA, hay más criminales aborrecibles que denunciar, aunque sean de los nuestros. Un poco de dignidad y decencia, ya toca". Los crímenes serían los perpetrados por el franquismo, que indignan muchísimo al chistoso; no, por supuesto, los perpetrados por aquellos con quienes él se identifica, los del Frente Popular.
A estas alturas cuesta trabajo creer que estos humoristas rasgavestiduras, tan dignos y decentes, no sepan lo que realmente ocurrió, pero intentaré aclarárselo una vez más. Ante todo, sus amigos del Frente Popular –pese a que con toda desvergüenza se llamaban republicanos– fueron los que en 1934 asaltaron la legalidad republicana emprendiendo, en sus propias palabras, la guerra civil. Fueron los mismos que después de las elecciones anómalas, que no democráticas, de 1936, se dedicaron tanto al desguace sistemático de dicha legalidad –defendida en 1934 por la derecha y por Franco– como a organizar un nuevo proceso revolucionario en medio de una orgía de incendios y asesinatos, culminados en el del jefe de la oposición, Calvo Sotelo (lo que constituía toda una declaración de guerra por sí mismo). Por consiguiente, ni los franquistas se rebelaron contra un Gobierno legal y democrático ni los caídos del Frente Popular lo fueron por la libertad, como ustedes suelen mentir.
En segundo lugar, tan pronto como se rebelaron las derechas, los amigos de ustedes desplegaron el terror ya sin ningún tipo de traba en las famosas chekas con unos modos, grado de crueldad y ensañamiento no alcanzado en el bando contrario, lo que desató a su vez, desde luego, el correspondiente terror. Estas cosas suelen suceder cuando la ley cae por tierra y, de hecho, quienes derribaron la ley, como yo creo que el chistoso sabe perfectamente, fueron los componentes del Frente Popular. ¿Creen ustedes seriamente que con aspavientos de indignación y amenazas de quemar libros lograrán ocultar la verdad, bien reflejada, entre otros, en las obras de César Vidal sobre las chekas? Para que salgan ustedes, de nuevo en plan chistoso, con que "los próceres de la patria dictaron una ley de punto final sobre la dictadura amnistiando a responsables de crímenes inexistentes". Buena confesión implícita: para ustedes, la matanza de Paracuellos –por poner un caso– no fue un crimen, sino seguramente un acto legítimo, de esos que Gibson "comprende". Tan legítimo como el propio Gobierno del Frente Popular, señores.
En tercer lugar, la afición de sus amigos por la guerra civil fue tanta que, no contentos con desatarla, organizaron otras dos guerras civiles entre ellos mismos, amén de secuestros, torturas y asesinatos. Se habla siempre del de Nin, pero fue uno entre tantos, aunque su sadismo sí es revelador. Creo que ustedes conocen perfectamente estos hechos que se empeñan en ocultar –me temo que en vano– a la opinión pública.
Baste con estos pequeños recuerdos para ustedes y para los desvergonzados futuristas que tan bien se complementan en su engaño a los ciudadanos. Decía Gregorio Marañón, uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX español: "Esa constante mentira comunista es lo más irritante de los rojos. Por no someterme a esa servidumbre estúpida de la credulidad, es por lo que estoy contento de mi actitud". Debieran imitar ustedes a Marañón, y no al rojo Rodríguez, siniestro presidente del Gobierno.
Ah, y no debería haber mentado el chistoso a la ETA, con la que tanto han colaborado y colaboran los amigos del Frente Popular. Y tampoco es cuestión de "condenar" ese ejercicio hipócrita y simplón tan del gusto de nuestros politicastros. Con respecto a la ETA se trata de aplicar la ley y no de ponerla a su servicio, como sí ha hecho el Gobierno del "rojo mi-patria-es-la-libertad". Y por lo que respecta a la guerra civil, menos aún vienen al caso las condenas. Lo importante es que los españoles conozcan y entiendan lo ocurrido: lo que suele suceder cuando la ley se pisotea en beneficio de los asesinos.
En fin, resulta muy pertinente que el cómico se haya convertido en el portavoz de toda esta gente. Aunque macabra, toda esa campaña de embustes no deja de ser un chiste.
(Un chiste chekista, como acabamos de ver en el caso de Hermann Tertsch).