Ayer traía al blog una carta de una persona de una empresa donde di hace tiempo una conferencia la cual, por venir de mí, causó el normal revuelo entre la chusmilla política sociata y de la derecha genuflexa ante los sociatas. El autor me rogaba que no especificase su origen, para ahorrarse disgustos. Me ocurrió también, más grave, con un señor de una población andaluza que me explicaba los manejos de la "memoria histórica" por aquellos lugares, el odio que estaban sembrando con sus falsedades, pero se negó en redondo a que citase su nombre y localidad, por puro miedo de represalias: "En los pueblos, ya sabe usted..." En los pueblos y en las ciudades, porque el caso citado al principio procedía de una, y grande. En estas condiciones vivimos hoy.
Imagino que también el hecho de haberme llamado varias veces para hablar en Onda Ocho de Málaga habrá influido, entre otras muchas muestras de independencia de dicha radio, para que los caciques socialistas hayan arreciado en su empeño de cerrar la emisora por los mil espurios trucos administrativos que esa gente sabe emplear, hasta que finalmente han encontrado un juez cómodo y dispuesto a atacar la libertad de expresión y la democracia, tal como viene sucediendo en los últimos años. En ese empeño de acosar las libertades y asegurar el ya existente semimonopolio de la prensa basura, van juntos el PSOE y el PP, como se ha visto con claridad en relación con Jiménez Losantos, y es un signo muy definitorio de la involución anti democrática que vivimos.
Contra lo que pudiera creerse, el caso de Onda Ocho tiene alcance nacional, no meramente local, por dos razones. En primer lugar, porque el ataque de los grandes partidos a la libertad nos afecta a todos los demócratas; en segundo lugar porque la emisora había demostrado que con medios ínfimos se puede influir y hacer una gran labor, por lo que suponía un ejemplo frente al deporte de la mucha queja y nula acción, tan típico en España. Y por eso, precisamente, por su ejemplo, había que silenciarla.
Es cierto que este país está muy estragado por tantos años de demagogia e inmoralidad política y mediática, y los mayores desmanes pasan sin apenas respuesta. Pero esa situación debe cambiar. A todos nos va mucho en ello.
http://www.libertaddigital.com/sociedad/el-alcalde-de-cartama-malaga-cierra-onda-8-aqui-vendra-quien-yo-diga-1276361360/
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El martes pasado en El economista
PEDERASTIA Y PROGRESISMO
Llama mucho la atención el empeño del progresismo y la izquierda en general por identificar, muy poco sutilmente, a la Iglesia con la pederastia. De modo inevitable hubo, hay y habrá curas pederastas, como ladrones u otras muchas cosas, y lo lamentable es que la autoridad eclesiástica haya tratado a menudo de ocultarlo, por evitar el escándalo o por temor a campañas como las actualmente en curso.
Una idea apenas subliminal que lanzan estas campañas es la de que el celibato eclesiástico es la causa de tales conductas. Ahora bien, ¿cuántos pederastas progresistas existen? Incomparablemente más, sin duda, y sin embargo nadie trata de equiparar pederastia a progresismo, aunque estaría mucho más justificado. Pues la política del gobierno al respecto, por ejemplo, podría calificarse, entre otras cosas, de corrupción de menores, basada en la completa trivialización del sexo desde antes del bachillerato. Si el sexo es simplemente algo "divertido", "lúdico", "sin tabúes" ni mayor compromiso, ¿qué problema podría haber en la pederastia? Cada vez más a menudo la prensa informa de extensas redes de pedófilos descubiertas por la policía, y el turismo de ese estilo a diversos países lleva muchos años en alza desde la progresista Europa.
El escándalo de la izquierda por los casos de pederastia en la Iglesia es fingido. Si en Occidente permanece, no sabemos por cuánto tiempo, la aversión hacia estos hechos, se debe a la moral y la herencia cristiana, mientras que la actitud de la izquierda extiende comportamientos como los de aquellas culturas y países adonde acuden los turistas sexuales y donde, en efecto, no existe inhibición alguna al respecto. Imagino que pronto veremos campañas para "desdramatizar" el asunto, presentando la pedofilia como una "opción sexual" más, en nada inferior a la sexualidad normal, que ya no se llama así cino, significativamente, heterosexual.
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**** Una productora tendrá que pagar 24.000 euros a Alcaraz y su mujer por un vídeo ofensivo
La colaboración con el terrorismo implica el ataque a sus víctimas. Y la calumnia y el juego sucio son connaturales al socialismo y a los separatismos. En rigor, es lo que mejor saben hacer, aunque no siempre les salen las cuentas.
**** Tarta y cava para celebrar el cumpleaños de Soraya
Las Cortes en plan colegio de primaria, con los compis y coleguis pasándoselo en grande.... Y la del cumpleaños, ¿no hizo un nuevo posado? ¡Qué difícil les es ser consecuentes! Y el machista Rajoy, ¿no se decide? ¿No se dan cuenta de la cantidad de votos que ganarían si, aprovechando el cumpleaños, hubieran salido los dos bailando la danza del vientre, un suponer? ¡El vídeo daría la vuelta al mundo! Quedarían como lo que son, y no se entiende que se empeñen en hacerse los decentes, cuando eso está tan pasado de moda y electoralmente rinde tan poco, que diría Arriola.
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Conquista de América
Esta cuestión lleva a la del mestizaje, visto por unos como un gran mérito y por otros como un crimen producto de violaciones sin tasa. Pero el mestizaje surgió naturalmente porque la inmensa mayoría de los recién llegados eran solteros o habían dejado a sus esposas en España. Los indios acostumbraban ofrecer mujeres en señal de paz más o menos voluntaria, y en esas circunstancias el número de hijos mestizos se multiplicó desde el primer momento. Hubo también violaciones, por supuesto, como en las guerras de Europa y entre los mismos indios.
El hecho de que la América hispana sea en gran medida mestiza, y las zonas más densamente pobladas en el siglo XV sigan siendo hoy las de mayor población india, desmiente por sí solo el mito del genocidio, tan divulgado en el siglo XX, a menudo por personas próximas a movimientos totalitarios que sí han practicado genocidios bien documentados. Únicamente en las Antillas desaparecieron casi por completo los nativos, lo que pudo deberse en parte a la dureza con que eran explotados al principio; pero seguramente pesaron más las enfermedades, quizá al extraño fenómeno de choque de culturas, observado también en otros lugares, por el que las mujeres dejaban de tener hijos. Los españoles no dispusieron de medios para realizar un genocidio, y menos aún pensaron en tal cosa, como con alegre mala fe suele pretenderse. Las caídas de población que algunos historiadores detectan a partir de cifras fantásticas, obedecían en muchos casos a que los indios cristianizados dejaban de contabilizarse como tales.
Cabe alguna observación acerca de las enfermedades llevadas por la conquista, en particular la contagiosa viruela, a la que algunos atribuyen la muerte de más del 90% de la población en algunas zonas. El dato es harto improbable, y no seguro que la viruela la portaran los españoles, a quienes la enfermedad mataba igualmente. La muerte del emperador inca Huayna Capac se produjo por viruela en 1527, cuando los hispanos se hallaban a cientos o miles de kilómetros del lugar, y no hay constancia de que el ínfimo grupo europeo que merodeaban por los aledaños del Imperio hubiera sufrido la plaga. No es imposible, claro, que la viruela viniese con los europeos, muy a su pesar, y otras enfermedades sí vinieron; pero seguramente los indios padecían también epidemias como las que periódicamente hacían estragos por Europa, Asia o África.
Finalmente, subsiste el retrato absurdo de unos conquistadores primarios, brutales y analfabetos, ineptos para otra cosa que la violencia. De ser así, poco habrían logrado. Mas, perdidos en aquel mundo asombroso, debían apoyarse no solo en el valor físico y moral, sino en la intuición, inteligencia y diplomacia para compensar su desesperada inferioridad numérica y superar obstáculos naturales casi insalvables para los medios de entonces. Sabían leer y escribir en promedio superior, probablemente, al de España y Europa, y dominaban las técnicas: aislados en la selva o en el corazón de México, construían bergantines y otras embarcaciones, cultivaban el suelo, alzaban casas al modo de España, planificaban ciudades muy racionalmente, imponían y se imponían leyes, creaban escuelas, etc. Muchos de ellos eran hidalgos, nobles del rango más bajo, y en su mayoría, contra la caricatura dibujada por diversos escritores y asumida luego como verdad inconcusa, distaban de ser alérgicos al trabajo: sus obras y las del pueblo llano en América revelan una capacidad más que notable de organización, trabajo e improvisación imaginativa: las repoblaciones de la reconquista habían formado gentes hábiles en todo ello, no solo en el oficio de las armas.
Lo más probable habría sido que se limitaran a conseguir oro, plata y otros bienes y volvieran a España: algunos lo hicieron, como también los alemanes en Venezuela; pero optaron por lo improbable: colonizar, roturar, urbanizar y aportar savia vital y una nueva cultura superior a las indias. Entre sus maldades y sus bondades, sus fracasos y sus glorias, los segundos términos parecen pesar mucho más en la balanza.