A fuerza de eludir la batalla de las ideas, el PP ha terminado quedándose sin ninguna. Con alguna razón se burla de él Zapo: “ustedes siempre van a rastras de lo que nosotros hacemos, poniendo obstáculos y pegas, para terminar aceptando de mala manera nuestras iniciativas, sean los nuevos estatutos, el matrimonio homosexual, la ley de paridad o casi cualquier otra cosa. Son ustedes puramente negativos”. El PP se ha convertido en un partido que no defiende nada propio y claro, excepto su aspiración a ganar poder presumiendo de una gestión económica mejor y promocionando el inglés. Ah, y la igualación del número de hombres y mujeres en el mercado laboral, otra idea muy zapesca. Sus votantes le atribuyen, además, ideas firmes en cuanto a la unidad de España, la defensa de las libertades o la lucha contra el terrorismo, pero ni siquiera eso está muy claro: no solo ha imitado el estatuto catalán, sino que ha aplicado en Galicia y Valencia políticas de enseñanza muy similares a las de los separatistas y anunciado su voluntad de entenderse con ellos para gobernar… Sin duda algunas corrientes dentro del partido defienden la democracia española, pero otras no, y estas no solo diluyen el mensaje, sino que parecen hegemónicas en el partido.
El PP, pues, vive de unos votantes que en su gran mayoría quieren y defienden la unidad de España y las libertades, y son sensibles a los peligros que estas sufren, los mayores desde la época del Frente Popular. Ante la situación, los jefes del PP podían haber optado por una campaña de denuncia, explicación del peligro y planteamiento de alternativas claras, tratando de ganarse a la masa de población anestesiada por la demagogia, en el fondo simplona, de la izquierda y los separatistas. En cambio ha elegido una política de “bajo perfil”, evitando defender con energía cualquier postura, imitando muchos rasgos de la política de Zapo y colaborando así a desmovilizar a la sociedad. Con esta línea de acción ha buscado no alarmar a las izquierdas más extremistas y ganarse a un sector intermedio de votantes indecisos, a quienes suponía interesados únicamente en el bolsillo. La crisis económica ha venido en su auxilio, pero sospecho que no será suficiente.
A esta política, completamente alejada de los peligros y retos reales, suele llamársele centrismo, y se completa con el futurismo, consistente en huir del pasado, esconderlo y perderse en divagaciones ni siquiera estimulantes sobre el porvenir. Dos auténticas enfermedades morales, a mi juicio. Si el PP gana las elecciones no será gracias al voto de los ciudadanos supuestamente afectos al bajo perfil, sino al de la gran masa que mira con horror la posibilidad de que Zapo continúe su labor siniestra. Y si pierde se deberá justamente a ese centrismo y futurismo, que ha permitido a los liberticidas maniobrar a su gusto, arrebatando al PP cualquier iniciativa.
Si el PP pierde no quiero ni imaginar su depresión de ánimo y peleas internas. Coincidiendo en eso con quienes dan prioridad absoluta a desplazar a Zapo, solo puedo expresar mi deseo de que gane Rajoy, aunque sea por poco, y de que UPD y Ciudadanos salgan como fuerzas capaces de sustituir a los separatistas en cuanto a la gobernación del país. Gane quien gane, será preciso un movimiento de regeneración democrática.
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La campaña de la puerilidad.
*** Nunca había caído tan bajo la política española, ese gestecito de la ceja, tan de patio de escuela, o las consignas, tan logradas: “Somos más”… ¿más qué? Más repulsivos cada día; “Vota con todas tus fuerzas”. Como si defecases…
*** Rajoy: “La economía lo es todo porque de una buena política económica depende todo”. Ni el marxista más tosco del tosco marxismo español habría sido capaz de soltar una sandez tal. ¿Será tan tonto como para creerlo? O bien "Esa niña está en mi cabeza, es la que mueve mis sentimientos y mi corazón". Realmente, ¿es eso política? ¿Cómo es posible tanta cursilería? Ni Zapo en sus mejores momentos. Que se queje, luego. Bueno, pues esa es la alternativa, señoras y señores. Para llorar, simplemente.
*** Por cierto, el acelerado deterioro de la función judicial no ha entrado en la campaña. Será que nadie le da mayor importancia.
*** Rajoy ha llamado “miserable” a Zapo por comparar los cuatro muertos de sus cuatro años de gobierno con los doscientos y pico de la etapa del PP. ¿Miserable? Estaba en su derecho, y el argumento no dejará de impresionar al ciudadano mal informado, es decir, la mayoría. Así, el gran beneficiario de la matanza del 11M se regodea en su ganancia y transforma en victoria su derrota en relación con la ETA. Llamándole miserable, Rajoy no aclara nada a los ciudadanos. Porque nunca les ha informado del fondo y el trasfondo de la política de Zapo de legalizar el asesinato como forma de hacer política y de su colaboración con los asesinos contra la democracia y la unidad de España. Por no decir a tiempo la palabra justa y veraz, se ha condenado. Y el villano se recrea, triunfante, en su vileza.
*** He oído por ahí que el PP propuso a la Viza para el debate. Si es así, se la ha merecido por completo.
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En fin, por descargar un poco:
“Gloriándote tú, Carmenio, de haber nacido en Corinto –y nadie te lo niega– ¿por qué me llamas hermano si desciendo de los íberos y de los celtas y soy ciudadano del Tajo? ¿Será que nos parecemos? Pero tú paseas tus ondulados cabellos llenos de perfume mientras que los míos de hispano son hirsutos; tienes los miembros lisos por depilarlos cada día; yo, en cambio, tengo piernas y rodillas llenos de pelos; tu lengua balbucea y no tiene vigor: mi vientre, si fuera preciso, hablaría con voz más viril; no hay tanta diferencia entre la paloma y el águila ni entre la tímida gacela y el rudo león. Deja, pues, de llamarme hermano, Carmenio, o tendré que llamarte yo hermana”. (Marcial)