Colabora


Presente y pasado

Coherencia del totalitarismo

Obsérvese el cambio de perspectiva: el ateísmo procede tratando de demostrar la falsedad del elemento dogmático o mítico de la religión, y derivando de ahí un juicio sobre la historia, y consecuencias prácticas (políticas y sociales). Aquí vamos al revés: sin presuponer verdad o falsedad, tanto en el ateísmo como en la religión, procedemos a contrastar la experiencia histórica conocida para aproximarnos a una conclusión sobre su verdad. Debe entenderse también que estas pequeñas observaciones no parten de una opinión ya formada, sino que son, por así decir, tanteos.

Una de las cosas que más llama la atención del marxismo y del nazismo es el modo frío y sistemático como han asesinado a millones de personas, encerrado en campos de concentración a muchos otros millones y privado de la libertad no solo política, sino también personal, a pueblos enteros, con la pretensión de consolidar una situación definitiva. Que algunos regímenes, en nombre de tal o cual supuesta certeza, hayan oprimido y matado a mansalva, no es algo demasiado nuevo, lo nuevo es acaso la escala, la sistematicidad, coherentes con el hecho de que se hayan producido en nombre de la verdad científica, algo también nuevo en la historia.

A la mentalidad corriente, es decir, muy influida por la religión, tales hechos se le presentan como infamias, crímenes o atrocidades, porque, de modo más o menos confuso, dicha mentalidad parte de la idea de una moral natural. Pero esas condenas no impresionarán a una persona de mentalidad cientifista. Mirado con los ojos de ésta, el panorama cambia por completo. Ya Marx y Engels aclararon que no existe nada parecido a una moral natural y permanente que nos permita decidir en todo caso qué es o no es criminal. El enfoque científico, desde luego, arruina tal pretensión, empezando por sus conceptos de dignidad, libertad, ajenos a él. Por lo tanto, juzgar los actos del comunismo o del nazismo según la moralidad tradicional, consciente o inconscientemente religiosa, carece de sentido.

Cabría exponerlo así: quien llega a la conclusión de que la humanidad ha vivido perdida en los desvaríos religiosos, contrae la responsabilidad moral de librarla de tan decisivos males, la obligación de actuar enérgicamente contra las ideas, la moral, los intereses creados y las personas que los perpetúan. Energía no supone violencia necesariamente, pero la incluye. La violencia no repugna en absoluto a la ciencia, que la constata en todos los procesos naturales, y, aplicada a la acción emancipadora contra las tinieblas religiosas puede ser un recurso eficaz y económico. De hecho, y no por casualidad, el método del exterminio y el terror fue ampliamente aplicado, en nombre de la razón, por los elementos más antirreligiosos de la Revolución francesa, y puede considerarse una tradición bien asentada en los regímenes ateos.

Desde un punto de vista científico no cabe hacer objeción alguna. Para la ciencia, el ser humano es simplemente un animal con ciertas características particulares, sujeto a los preceptos darwinistas: lucha por la vida, selección y supervivencia de los más aptos, etc. No hay diferencia esencial, así vista la cuestión, entre exterminar a grupos de población considerados nefastos o a manadas de lobos que perjudican la ganadería. Nadie expresó mejor que Nietzsche la consecuencia: los valores religiosos tradicionales, en especial los cristianos, como la compasión, etc., además de falsos no tienen nada de inocentes: corrompen al ser humano, mantienen lo inferior, lo malogrado, lo que la naturaleza tiende a destruir, van contra la selección natural, contra el principio evolutivo. El conocimiento de tal verdad impone obrar en consecuencia.

Ese principio de aspecto científico se convierte, con unas u otras variantes, en el criterio de la nueva moral. Es bueno lo que lo favorece, y malo lo que se le opone, y ninguna noción supersticiosa de la vieja moralina debe impedir la erradicación drástica del mal: adoptar contra él métodos más suaves o más brutales será, en todo caso, cuestión de conveniencia o táctica. Por otra parte el hombre poseído por la ciencia se libera también de cualquier temor supersticioso al castigo de un juez divino o similar.

Vamos viendo, pues, que existe una correlación bastante clara entre las concepciones básicas y la experiencia histórica de los regímenes ateos. No es convincente la negativa de muchos ateos, que ponen como prueba de lo contrario el hecho de que ellos mismos repudian el totalitarismo. Pueden repudiarlo, pero difícilmente lo harán con criterios científicos, sino con otros, cuyo origen religioso es fácil rastrear. No obstante, valdrá la pena examinar otro tipo de ateísmo, el socialdemócrata y decir algo sobre el liberal.

-------------

Un gobierno que transforma el Pacto Antiterrorista y por las Libertades en su contrario, necesariamente tiene que atacar a las víctimas directas del terrorismo, y a las indirectas (la sociedad española en conjunto), así como la expresión de quienes denuncian sus fechorías. La permanente campaña del gobierno y sus terminales mediáticas e intelectuales orgánicos (y tan orgánicos, viven del dinero de todos) contra la AVT, la COPE y por la falsificación de la memoria histórica son parte de un mismo diseño: pro terrorista y contra las libertades.

Lo más popular

  1. Vídeo: La impresionante operación del ejército israelí para destruir una fábrica de misiles en Siria
  2. La letra pequeña de la revalorización de las pensiones: así sacará tajada Hacienda con los jubilados
  3. El Gobierno asesta otra puñalada a los propietarios de vivienda en alquiler
  4. El independentismo prepara un plan para convertir al separatismo a dos millones de personas
  5. Vídeo: Las prioridades del DOGE de Elon Musk para reducir el gasto del Gobierno de Estados Unidos

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario