La confrontación hispana con la también católica Francia no tendría el carácter religioso-político de la pugna con las ligas protestantes, Países Bajos, Inglaterra y los turcos... salvo porque el rey francés iba a aliarse con turcos y protestantes contra España y el Sacro Imperio. La rivalidad nació en Italia, pues los franceses ambicionaban no solo Nápoles, la mayor ciudad cristiana del Mediterráneo, sino también el norte del país, una de las regiones más ricas, cultas y creativas de Europa, que de paso les permitiría cortar la comunicación por tierra entre España y el Sacro imperio.
Francisco I, sucesor de Luis XII desde 1515 –un año antes de la muerte de Fernando el Católico–, dirigía un país muy fuerte, aun si había sufrido descalabros en Nápoles. Comenzó, ese mismo año, por marchar sobre Milán asesorado por el hidalgo aventurero e ingeniero español Pedro Navarro, que después de realizar grandes hazañas al servicio de España, se había pasado a los franceses al caer prisionero en 1512, en la batalla de Rávena, y no pagar Fernando el Católico el rescate exigido por los franceses.
El ejército francés, aliado con Génova y Venecia, arrolló a sus adversarios, que contaban sobre todo con tropas suizas a las que venció en Marignano y se apoderó de toda Lombardía. En 1519, Francisco fracasó en su aspiración a coronarse emperador del Sacro Imperio, revés que marcó un punto de viraje en su política. Desde entonces redoblaría sus ataques al Imperio y a España, y el mismo año 1519 emprendió tratos con los moriscos españoles alentándolos a sublevarse, aunque sin éxito.
En 1521, cuando Solimán debelaba Belgrado, los franceses fueron expulsados de Milán por los hispanoimperiales. Francisco respondió con una magna ofensiva en tres frentes, sobre Italia, España y Flandes. Un fuerte ejército francés, con algunos navarros, entró en España por Navarra y Guipúzcoa, apenas guarnecidas a causa de la rebelión comunera en Castilla, por lo que tomó fácilmente Fuenterrabía y Pamplona, ocupó la Rioja y sitió Logroño. Las aspiraciones de Francisco sobre la península eran muy vastas, pues alentaba a los comuneros, entre quienes tenía agentes (dos de ellos jugarían un papel histórico de primer orden a miles de kilómetros de allí). Pero la derrota comunera en Villalar permitió a las tropas españolas enfrentarse a la invasión y, tras obligar a los franceses a levantar el sitio de Logroño, los destrozaron en Noáin, donde murieron seis mil de ellos y fue capturado su jefe, Lesparre.
Al año siguiente, Francisco intentó debilitar al Imperio provocando ataques contra él desde Polonia y Hungría. A tal efecto envió a dos agentes secretos suyos, comuneros españoles llamados Rincón y Tranquilo (probablemente un apodo), con abundante oro y promesas matrimoniales para el rey polaco Segismundo. Los dos agentes fueron a Buda, Cracovia y Vilna, pero pese a su tenacidad durante dos años, no persuadieron a los polacos, más interesados en cooperar con los imperiales contra la amenaza turca. Más suerte tuvieron con Juan Zapolya, ambicioso voivoda de Transilvania, que ya había contribuido a la caída de Belgrado, al no enviar allí refuerzos. El soborno de Zapolya fue un gran éxito de Rincón y Tranquilo, pues el voivoda detestaba a los imperiales y facilitó grandemente el desastre húngaro de Mohacs, en 1526, acto que Solimán le premió nombrándole rey vasallo de Hungría, como quedó dicho.
Mientras tanto, en Italia los imperiales, gracias sobre todo a las tropas españolas, vencieron a los franceses en Bicocca, en 1522. La batalla, muy sangrienta para los suizos pro franceses, haría perder a estos, en lo sucesivo, la acometividad que les había distinguido, y la palabra "bicoca" entró en el vocabulario español como algo importante ganado a poco coste. El suceso tuvo vastos efectos, pues los hispanoimperiales tomaron enseguida Génova; al año siguiente los venecianos abandonaron la causa gala; e Inglaterra aprovechó para invadir y saquear el norte de Francia, a punto de tomar París. Francia estuvo al borde del derrumbe, pero los ingleses se volvieron atrás, irritados porque Carlos abandonó una débil ofensiva que había comenzado desde Fuenterrabía. Francisco se rehízo y a finales de 1523 volvió sobre Milán, pero la primavera siguiente volvió a sufrir una gran derrota en Sesia. Así quedaba abierta la invasión de Francia hacia Lyon, pero Carlos prefirió atacar por Provenza, que tomó con la excepción de Marsella. Al prolongarse el asedio de esta ciudad, Francisco pudo avanzar hacia el sur con un nuevo ejército, obligando a sus enemigos a retirarse. De paso envió a agentes suyos a Túnez para incitar a los islámicos a atacar el reino de Nápoles. Poco después, Francisco volvió a entrar en Milán, pero este éxito sería el prólogo a su mayor desastre. En febrero de 1525, en Pavía, a poca distancia al sur de Milán, los hispanoimperiales, en número algo inferior, y con mucha menos artillería, destruyeron por completo el ejército francés, causándole entre doce y catorce mil bajas, contra solo quinientas propias. Allí pereció o fue capturada buena parte de la nobleza gala y el mismo Francisco. "Todo se ha perdido menos el honor y la vida", escribió a su madre.
Carlos tuvo entonces la oportunidad de conquistar una Francia privada de rey y de ejército, y a ello le apremió el rey inglés, deseoso de repartirse el país con el emperador. También le insistió el virrey de Nápoles, el flamenco Lannoy: "Dios envía a todo hombre, en el curso de su vida, un buen otoño. Si entonces no cosecha, pierde la ocasión". Pero Carlos rehusó, arguyendo que así "verían todos que no era mi fin conquistar ni tomar lo ajeno, sino solo conservar y recobrar lo propio", y prohibió festejar la victoria. El rey francés fue llevado a Madrid, donde hubo de firmar el tratado de dicho nombre, por el que renunciaba a Flandes, Artois, Borgoña y a los territorios de Italia, después de lo cual fue liberado, al año de su prisión.
Sin embargo no tenía la menor intención de cumplir el tratado, y durante su misma estancia como prisionero se las ingenió para enviar a Solimán a un agente croata pro turco llamado Francopan o Frangipani, que aprovechó bien la labor previa de Rincón. Francisco proponía a Solimán atacar por Hungría mientras él lo haría, cuando pudiera, desde el oeste. Frankopan trató de obtener del sultán una expedición para liberar al rey francés, pues si no, Carlos se convertiría en "el amo del mundo". Solimán contestó a Francisco: "Esta súplica tuya al pie de mi trono, refugio del mundo, ha ganado mi comprensión imperial en todos sus detalles (...) Nuestros gloriosos antecesores –Dios ilumine sus tumbas– no han cesado nunca en la guerra para rechazar al enemigo y conquistar países. Nos seguimos su huella". No hubo expedición, realmente imposible, para liberar a Francisco, pero sí la invasión que aplastó a Hungría.
También el papa Clemente VII, mal dispuesto hacia el poder de Carlos, intrigó con Francisco y Enrique, animando al primero a incumplir el tratado de Madrid, y a ambos a aliarse con el Papado, Venecia, Florencia y Milán, contra el emperador Carlos. El resultado fue la Liga de Cognac, en la que el inglés no entró al principio, y otra guerra, cuyo episodio más famoso fue El saco de Roma, en mayo de 1527, por parte de los imperiales indignados con el papa, a quien encarcelaron después de masacrar a su guardia: uno de los muchos saqueos sufridos por la ciudad desde los últimos tiempos del Imperio romano. Protagonizaron la acción los lansquenetes alemanes, muchos de ellos protestantes, y los españoles mandados por el Condestable de Borbón, noble francés pasado al servicio de Carlos. Clemente no volvió a conspirar contra Carlos.
Inglaterra había entrado poco antes en la Liga de Cognac y los franceses, sin cuidado a retaguardia, avanzaron hasta Nápoles solo para sufrir una nueva derrota. En 1529, cuando Solimán marchaba sobre Viena, se concluyó la paz de Cambrai, favorable a Carlos. Y los negocios de Francisco con Solimán continuaron, hasta el punto de que en 1534 Jairedín Barbarroja marchó sobre Génova para entregarla a Francia, arrasando de paso numerosas poblaciones costeras y haciendo cautivos. No alcanzó su objetivo por mala coordinación con Francisco. Al año siguiente España, Portugal, el papa y los caballeros de Malta organizaron una magna operación naval para capturar Túnez y acabar con la hegemonía de Jairedín. Enterado Francisco por el propio Carlos, le faltó tiempo para alertar al almirante otomano. Aún así, la empresa, bien dirigida, contó con la rebelión de los veinte mil cautivos cristianos de la ciudad, y triunfó.
Agradecido por la lealtad de Francisco, Solimán aceptó firmar con él una alianza en toda regla. En respuesta a la operación de Túnez, Jairedín arrasó la región calabresa de Italia, con presencia del embajador francés Monluc, un obispo pasado al protestantismo, que, como otros, permanecía en su cargo eclesiástico para dañas más al papismo. En 1536 una flota turcofrancesa devastó en el Adriático posesiones venecianas, saqueó diversas ciudades y asedió Otranto, mientras Francia invadía de nuevo Italia con vistas a apoderarse de Milán, lo que no logró, aunque sí Turín. Carlos replicó invadiendo la Provenza, sin mayores consecuencias. En 1537 la alianza francoturca culminó en un plan que pudo haber cambiado la historia: Solimán invadiría Italia desde Albania mientras Francisco lo hacía por el norte de Italia. El turco se presentó en Valona con 150.000 soldados, al grito de "¡A Roma, a Roma!", un viejo objetivo otomano; pero, por razones oscuras, quizá por pensar que estaba llevando el juego demasiado lejos, Francisco no cumplió su parte en el trato, y Solimán, despechado, abandonó a su vez la empresa. Un año después, en Preveza, en la costa jónica griega, la flota turca de Jairedín Barbarroja aplastó a la hispano-veneciana mandada por el genovés Andrea Doria, que había servido a los franceses y luego a los españoles.
En 1540 las diferencias entre Carlos y Francisco estuvieron a punto de resolverse: Francia recibiría Holanda (es decir, los Países Bajos) y renunciaría al Milanesado. El intercambio habría tenido repercusiones muy positivas para España, pero no llegó a término. Dos años después, Francisco volvía a la guerra. Buscó alianza con los protestantes alemanes, pero la diplomacia de Carlos lo impidió; en cambio fue más fructífero su trato con Solimán, aunque su agente o embajador Rincón fue muerto cerca de Milán por tropas de Carlos, lo que Francisco invocó como un ultraje intolerable, y aprovechó también un gran desastre español en Argel para volver a la guerra. En 1543 Solimán puso a su disposición la flota de Jairedín Barbarroja, que llegó a Marsella después de devastar la costa italiana. La primera operación naval turcofrancesa fue la destrucción y saqueo de Niza, retirándose ante la llegada de la flota española del marqués del Vasto. Francisco ofreció a Barbarroja la base de Tolón, de la que expulsó a gran parte de los habitantes, y desde la que los turcos pudieron razziar las costas españolas. La indignación en Europa alarmó a Francisco, que compró la retirada turca por la enorme suma de 800.000 escudos. Barbarroja se retiró en 1544, acompañado de barcos franceses, asolando de nuevo las costas italianas, saqueó la isla de Elba y masacró a Lípari. Pero su alianza con los otomanos no iba a disolverse por eso. Estas acciones levantaron la indignación incluso de protestantes e ingleses, pese a que les beneficiaban indirectamente; no obstante, Francisco persistió en la alianza con los musulmanes, y durante el siglo XVI, franceses, protestantes y turcos tratarían de coordinarse a menudo contra España y el Imperio.
Aparte de sus empresas militares, Francisco I fue un rey sumamente disoluto en su vida sexual, más autoritario que los reyes Católicos o que Carlos, y típico príncipe renacentista al estilo de Maquiavelo, aunque no le salieran bien las cuentas. Prohijó expediciones al norte de América, que descubrieron Quebec, protegió con entusiasmo las artes y las letras, e hizo levantar edificios suntuosos (los "castillos" del Loira, la reconstrucción a su gusto del magno palacio de Fontainebleau, entre otros), fue amigo de Leonardo da Vinci y extendió por Francia la cultura italiana. Su país era por sí solo una gran potencia militar, económica y demográfica, el más poblado de Europa, unos dieciséis-dieciocho millones de habitantes, casi tres veces la de España, lo que le permitía levantar nuevos ejércitos, una y otra vez.
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La chusma política: este pequeño apartado del blog aspira a dejar constancia breve de la extrema degradación de la política española bajo el gobierno actual y la seudooposición futurista.
**** De la Vega espeta a Rajoy que "se acabó la moral por decreto"
La proabortista, colaboradora de los asesinos de la ETA, reñidora de la presidenta del TC, entre tantas otras virtudes, tiene bastante razón, aunque se la ha olvidado una coma o un punto: "Se acabó la moral. Por decreto".
**** El ayuntamiento de Navarrés (PSOE) se niega a dedicar una placa a una víctima de ETA
Esta gente siempre ha tenido claro quiénes son los suyos. Después del acoso a la AVT para silenciarla, dividirla y desacreditarla, cualquier gesto de apoyo y solidaridad a las víctimas solo puede interpretarse como hipocresía. Y aun esta les cuesta mucho.
****"Mar Blanco ve "indignante" la decisión del TC de no ilegalizar la lista de Sastre". Y tan indignante. ¿Acaso no sabe el TC que II es una máscara política de la ETA? Lo sabe perfectamente. ¿No lo sabe el gobierno, que domina el TC y se permite regañar a su presidenta, una señora, además, pro separatista? Exactamente igual. Pero se trata de mantener la colaboración con los asesinos. ¡Tienen tanta ideología en común!
**** "De la Vega dice que no "bajarán la guardia" tras la decisión del TC sobre la lista de Sastre".
Nunca han bajado la guardia: siguen dispuestos a colaborar con los terroristas.
**** Mayor exige al Gobierno actuar contra las listas de II
A ver si se entera Mayor: el gobierno e II van de la mano. Es un paso más en la colaboración con la ETA.
**** "Los torquemadas del siglo XXI se van a llevar un gran berrinche el 7-J", dice del Futurista ¿Se puede ser más infantil? Y luego niegan el voto a los niños de seis años.
**** Los políticos con idiomas, una rara avis
El problema no es que no sepan idiomas: son políticos españoles y en España todavía no es oficial el inglés, aunque va camino de serlo en todas las actividades culturales superiores, y en muchas otras. Además, hay muy buenos traductores. El problema es más bien que solo dominan el español cuando mienten.
**** Una diputada socialista dice ahora que el PP "no es homófobo ni racista"
¡Cómo que no! ¿Cuántos negros tiene en su dirección? ¿Y cuántos homosexuales manifiestos y orgullosos? Aún le falta un poco para llegar a progresista.